La informática ante su próxima revolución

La llegada del utility computing está redefiniendo el mapa de la industria en tecnologías informáticas

Cuando el fundador de Microsoft, Bill Gates, se retire este año, el hecho no sólo marcará el cierre de una carrera empresarial extraordinaria. También indicará el fin de una era de la computación.

"La próxima ola de cambios está sobre nosotros". Estas palabras aparecieron en un memorándum excepcional que Gates envió a los principales gerentes e ingenieros de Microsoft, el 30 de octubre del año 2005.

Oculto tras el simple título "Servicios de Software de Internet", el memo de dos años atrás apuntaba a hacer sonar una alarma, para alertar a la empresa de que se estaba -y está- gestando una nueva revolución en la industria informática que amenaza transformar la actividad comercial tradicional de la empresa y de todo el sector.

Lo que siempre fue la base del éxito de Microsoft (su control sobre la PC de escritorio) estaba perdiendo importancia. Gracias a la proliferación de las conexiones de banda ancha en hogares y en oficinas, la gente ya no tenía que comprar programas de software empaquetados ni instalarlos en sus computadoras. En cambio, podían utilizar sus navegadores web para acceder a software disponible en Internet radicada en centrales de procesamiento de datos.

"La rica y amplia base de Internet desatará una ola de servicios de aplicaciones y experiencias disponibles al instante", escribió el fundandor de la empresa que alguna vez llegó a ser considerada como la principal controlante del mercado. Además, agregó, esta nueva oferta "será muy innovadora".

No es difícil entender qué fue lo que inspiró el memo. Al mismo tiempo que Bill Gates lo redactaba, en su oficina de la sede de Microsoft, en Redmond, Washington, sus temores acerca del futuro de su empresa se hacían realidad a solamente 200 millas, en un pequeño pueblo llamado The Dalles, al norte de Oregon. Google, el gigante de las búsquedas en la red, estaba construyendo un gran centro de administración de datos.

Lo que Google estaba levantando en ese lugar, ubicado al borde del río Columbia,era un enorme centro de informática que, según se dice, es el más grande y sofisticado del planeta. Fue diseñado para albergar decenas de miles de computadoras, todas conectadas para que funcionen como una única supercomputadora. Era, en realidad, el equivalente a una central nuclear en procesamiento de la información, capaz de enviar tanto datos como software a millones de hogares y empresas.

El centro de Oregon, finalizado en su mayoría, se suma a todas las granjas de servidores (server farms, por su nombre en inglés) que la empresa ha construido en todo el mundo, y que albergan un total de 500.000 computadoras.

Pero Google no sólo esta utilizando su red informática para procesar búsquedas en la web. La firma también brinda servicios tales como procesamiento de textos, hojas de cálculo y correo electrónico, programas que desde hace mucho tiempo han sido el principal sostén de la rentabilidad de Microsoft. Al ofrecer informática empresarial como una serie de servicios simples, Google, junto con otros prestadores de servicios tales como Salesforce.com y Amazon Web Services, amenazan con hacer obsoleta una gran parte de la industria de la Tecnología de la Información.

Ningún sistema informático corporativo, ni siquiera los de las grandes empresas, puede igualar la eficiencia, velocidad y flexibilidad de plantas como la de Google. Datos indican que la empresa podría realizar tareas informáticas por una décima parte de lo que le cuesta a la empresa normal.

Esta es la razón por la cual los grandes centros de datos preocupan tanto a Bill Gates y a otros ejecutivos. Ellos encierran todo el potencial innovador del utility computing. Si tanto las personas como las empresas pueden depender de las estaciones centrales como Google para satisfacer todos o la mayor parte de sus requerimientos informáticos, lograrán reducir sustancialmente sus inversiones en hardware y software. Y todo ese dinero ahorrado dejará de ir a parar a los cofres de Microsoft y otros gigantes tecnológicos.

Lo que sucede en la informática actualmente es una revolución, la mayor desde la invención de la PC en la década del 70. Pero tiene precedentes. Se asemeja mucho a lo que pasó con la energía mecánica hace más de 100 años.

Hasta fines del siglo XIX, las empresas tenían que operar sus propias plantas eléctricas para generar la energía necesaria para hacer funcionar sus maquinarias. Con el avance de la tecnología industrial, los medios de generación de energía se hicieron cada vez más sofisticados, se pasó de la rueda hidráulica a las máquinas de vapor y luego a los dínamos eléctricos, pero los equipos siempre se encontraban en las instalaciones de la empresa y eran operados por sus empleados.

Al igual que el procesamiento de datos en la actualidad, la generación de energía eléctrica se consideraba una parte intrínseca de la actividad de la empresa. Sin embargo, con el advenimiento de la red eléctrica de corriente alterna se produjo una transformación.

De repente, los fabricantes ya no tenían que generar su propia energía eléctrica y podían hacer funcionar sus máquinas con la corriente eléctrica generada en centrales eléctricas lejanas por grandes empresas de servicios públicos que llegaba hasta sus fábricas gracias a una red de cables. Con una gran velocidad, las nuevas empresas de servicios públicos se apoderaron de la energía industrial y miles de centrales eléctricas privadas quedaron obsoletas.

La transformación en el abastecimiento de servicios de informática promete tener consecuencias similares. Los programas de software controlan no solamente el comercio y la industria, sino también las áreas de entretenimiento, periodismo, educación, política y defensa nacional. La conmoción causada por la transformación informática será intensa y de gran alcance.

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