La economía como primer paso hacia la estabilidad internacional

En una época donde estamos viviendo el resurgimiento de las tensiones interestatales por factores que parecían ya haber sido olvidados (como los conflictos étnicos, religiosos, ideológicos y hasta territoriales), las cuestiones relacionadas a la economía internacional parecen haber quedado desconectadas y abstraídas de la inestabilidad provocada por la fragilidad de la Pax Americana, el resurgimiento de las antiguas potencias dormidas, y la democratización de un sistema internacional que ha llevado a países otrora olvidados a querer ganar mayores espacios en la arena internacional.

¿Pueden las relaciones económicas internacionales generar efectos positivos que brinden una mayor estabilidad al sistema internacional?

Si observamos los efectos negativos provocados por una realidad diametralmente opuesta, podremos sacar algunas conclusiones.

Por un lado, los aranceles y subsidios a la agricultura de los países desarrollados crean un recelo y una tendencia a la obstrucción de otros temas de vital importancia por parte de los países en desarrollo.

También observamos que el embargo norteamericano a Cuba no permite un dialogo que busque una decisión concensuada a futuro. Un caso similar es el bloqueo que impone Israel a los flujos financieros dirigidos a la Autoridad Nacional Palestina. Las causas son diferentes (unos alegan nulidad de democracia y derechos humanos, los otros financiamiento al terrorismo), pero el resultado, el empeoramiento de la calidad de vida de los habitantes y el deterioro de las relaciones diplomáticas, es el mismo.

En el mismo sentido, es pertinente mencionar las devaluaciones competitivas que se observan en las series históricas entre Argentina y Brasil, los dos socios mayoritarios del Mercosur, que desgastan los acuerdos políticos del bloque; como así también el desgaste de la relación Chino-Americana con la regulación del Yuan por parte del gobierno Asiático.

Finalmente, no se puede dejar de mencionar la autodefensiva ‘carrera hacia abajo’, en el cual muchos gobiernos del frica o del Sudeste Asiático reducen sus estándares laborales y ambientales para preservar o mejorar la competitividad de sus economías en el mercado internacional, obstruyendo de esta manera acuerdos regionales y deteriorando las relaciones entre los países vecinos.

Si todas estas situaciones se revirtieran, ¿encontraríamos una solución al alto nivel de tensión y agresividad que vivimos en la actualidad?

Todas las teorías económicas concuerdan que un mayor volumen de comercio justo y acuerdos de política económica entre los estados es positivo para todas las partes. Y si los actores estatales entienden que se verán favorecidos, las acciones se repetirán. Comerciar implica dialogar con el otro, tratar de entenderlo, intercambiar ideas y conocer sus necesidades. Es una oportunidad para ponerse a un mismo nivel, hablar el mismo ‘idioma’. El hecho de encontrar en la economía un primer punto de encuentro y acuerdo positivo para los interactuantes, a pesar de que no exista una correlación directa con el resto de los factores, proseguirá en muchos casos de un dialogo constructivo que derivará en la ampliación de la agenda a otros temas de vital importancia para la comunidad internacional.

El primer acercamiento enfocado en un tema puntual no será la solución definitiva. Pero en mayor o menor medida, sus implicancias colaborarán para lograr un mundo más estable y seguro, aunque este no sea el fin de la economía en cuestión.

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