La cuestión social y la cuestión rural son los principales dilemas para el gobierno de Beijing

Al comienzo de su segundo período de gobierno en 2006, el presidente Hu Jintao enfatizó los principales dilemas que China enfrentaría en los años por venir. En primer lugar, la transición de una sociedad agrícola tradicional a una sociedad urbano-industrial en el siglo XXI acarrearía tensiones que el país debería enfrentar cohesionadamente bajo el “liderazgo del Partido Comunista; en segundo lugar, el eje de la tarea gubernamental consistiría en resolver las crecientes desigualdades sociales y mejorar la situación del campesinado. Para Hu la “cuestión social equivaldría a “cuestión rural . Resolver los dilemas del campesinado constituiría el prerrequisito para moderar la emergente conflictividad social derivada de la acelerada apertura de los noventa.

Durante las tres décadas de reformas, no han sido pocos los avatares de los campesinos. Al comienzo, un amplio menú de incentivos los transformó en empresarios generadores de renta propia y ávidos consumidores. Los noventa se caracterizaron por la combinación entre utilización de mano de obra rural excedente en plantas industriales y fallidos planes de industrialización rural con los que buscan seducirlos a fin de evitar la masiva migración hacia las ciudades costeras, mecas de la nueva modernidad y riqueza china.

A comienzos del siglo XXI las penurias no terminaron. El ingreso rural representa un tercio del ingreso urbano y amplifica las desigualdades internas. Altos impuestos, corrupción en los cuadros partidarios locales, expropiación de tierras aplicadas al desarrollo inmobiliario y, más grave aún, el deterioro medioambiental en un país que debe alimentar al 23% de la población mundial así como la crisis internacional, terminan por definir un escenario que agudiza los problemas en áreas rurales. En este contexto, la desaceleración económica que China experimenta provoca pérdida de empleo industrial, “devuelve a los que se fueron bajo expectativas de rápido enriquecimiento a un espacio rural transformado y diluye beneficios derivados del envío de remesas familiares, abriendo interrogantes sobre expectativas de mayor consumo interno. Más allá del ciclo esperado de recuperación a partir de 2010, y aún cuando los pronósticos auguren un 7% de crecimiento para el año 2009, la “cuestión rural en la China de hoy y del futuro constituirá –como hace siglos– el principal dilema a resolver como potencia emergente.

(*) Experto en política internacional

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