John Elkann, el joven heredero de Fiat que piensa en grande

Es el tataranieto de Giovanni Agnelli, tiene 34 años, bajo perfil y le endilgan ser un trabajador compulsivo. Asumió como presidente de Fiat, la automotriz insignia de Italia y ya comenzó a revolucionar la empresa

A la familia Agnelli con frecuencia se la describe como los Kennedy de Italia y, al menos en dos aspectos, es similar el lugar que ocupan dentro del imaginario popular. Ambas son glamorosas, ricas y poderosas, y con regularidad llenan las páginas de las revistas de chismes. Ambas también han sufrido una serie de tragedias y crisis que le otorgan a sus respectivas sagas dinásticas un aire shakespeariano.

La designación la semana pasada de John Elkann, de 34 años, como presidente de Fiat, la automotriz fundada en 1899 por su tatarabuelo Giovanni Agnelli, a primera vista es sólo otro capítulo de la historia de los Agnelli. Pero también podría marcar un hito en el grupo industrial líder de Italia mientras se prepara para dividirse en dos y abrazar una cultura aún más multinacional.

En el guión original, Elkann no debía asumir tan pronto el mando del imperio Fiat. El heredero elegido era Giovanni Alberto Agnelli, el hijo de Umberto Agnelli, quien condujo el holding familiar mientras su carismático hermano mayor Gianni controlaba Fiat y, para algunos, Italia como el “rey sin corona del país.

El propio hijo de Gianni, Edoardo, bautizado así por el padre de Gianni que murió en un accidente aéreo, nunca había mostrado interés en el negocio familiar. Edoardo se suicidó en 2000, pero mucho antes Giovanni Alberto estaba siendo capacitado para ocupar el cargo de máxima responsabilidad, primero en la compañía de scooters Piaggio y luego en Fiat. Pero en 1997, murió repentinamente a los 33 años debido a una extraña forma de cáncer de estómago. Fue entonces que eligieron a Elkann, conocido en la familia como “Jaki (diminutivo de su segundo nombre Jacob), como el hombre que finalmente tomaría el timón de los intereses empresariales de la familia y de Fiat.

A los 22 años, fue designado miembro del directorio de Fiat mientras seguía estudiando su carrera de ingeniero en el politécnico de Turin. Fue enviado a trabajar de incógnito en una planta industrial de ópticas que tiene Fiat en Birmingham, Gran Bretaña, alojándose con una familia local que no tenía idea quién era y cenando todas noches frente al televisor. Luego trabajó, otra vez de incógnito, en una línea de montaje de la compañía en Polonia, y más tarde en el departamento de auditoría de General Electric en Estados Unidos bajo el ala de Jack Welch, ex presidente y CEO de GE, que era amigo de su abuelo Gianni y miembro del directorio de Fiat.

Gianni murió en 2003 y su hermano Umberto asumió como presidente del directorio de Fiat. Umberto falleció 16 meses después y fue entonces que el joven Elkann salió a la luz en un momento en que Fiat estaba contra las cuerdas. La compañía casi quiebra y tuvo que ser rescatada por sus bancos. Se contrató a un nuevo CEO, Sergio Marchionne, para que sanear a Fiat, mientras el heredero ungido continuaba su preparación para el cargo máximo bajo el ojo vigilante de Gianluigi Gabbetti, uno de los asesores más cercanos a la familia.

Elkann comenzó a ser muy exitoso cuando fue nombrado presidente del holding de la familia Agnelli hace dos años. Pero no iba a ser fácil, pese a que había creado una estrecha relación con Marchionne. El CEO de Fiat estaba empezando a hacer milagros reviviendo lo que para muchos en ese momento era un caso perdido del sector industrial.

Primero fue la crisis en Juventus, el venerable club de fútbol controlado por los Agnelli,que había quedado atrapado en un enorme escándalo relacionado con el arreglo de resultados. Elkann actuó rápido para desactivar la situación, echando a la gerencia y designando a un nuevo CEO. El club descendió a segunda división, pero ya volvió a la Serie A, donde tuvo problemas esta temporada.

Luego, su hermano Lapo, entonces gerente de marca de Fiat, casi murió de una sobredosis de cocaína. Entre tanto, su madre, Margherita, hija de Gianni, decidió demandar a los ejecutores del testamento de su padre y a su propia madre, diciendo que había sido engañada con la herencia de su padre.

Igual encontró tiempo para un matrimonio de cuento de hadas, en la mejor tradición de la familia Agnelli. La novia era una princesa italiana y la recepción se realizó en la isla de la familia de ella en el lago Maggiore. Los invitados, entre ellos Henry Kissinger (viejo amigo de la familia) y Silvio Berlusconi, fueron agasajados con un pastel de cinco metros cubierto con pequeñas réplicas en chocolate del Fiat 500.

Todo esto podría sugerir que el alto, buen mozo y bien vestido Elkann es el estereotipo de un Agnelli. Nada podría estar más lejos de la realidad. Es bastante tímido y de bajo perfil. Kissinger, que conoce al heredero Agnelli desde que tenía doce años, lo describe como “extremadamente inteligente con un gran sentido de la responsabilidad. He visto cómo en los últimos años ha manejado varias crisis con extrema dignidad y sabiduría .

También es un verdadero cosmopolita. Nació en Nueva York, fue al colegio en Francia, y vivió en Brasil (donde, por cierto, Fiat vende hoy más autos que en Italia). Habla en inglés con Marchionne (el mismo es tan canadiense y suizo como italiano) y en francés con su hermano Lapo.

A diferencia de su abuelo, conocido en sus mejores días como un llamativo playboy, es un trabajador compulsivo. Evita el escenario y no le gusta involucrarse en las políticas de Roma. El establishment italiano lo considera difícil de entender.

Italia ha sido tradicionalmente un país al que le gusta el cambio siempre que nada cambie. Elkann y Marchionne están ignorando la advertencia. Elkann ya ha reformulado los activos familiares en una empresa que cotiza en bolsa, Exor, y está preparado para diluir el control de su histórico negocio automotriz si eso significa que terminará con una participación menor de una empresa más grande y viable. También acordó dividir la empresa en dos, algo que su abuelo nunca habría considerado. De hecho, cuando Gianni Agnelli negociaba una fusión con Ford Europa en los ochenta, la operación se cayó porque las partes no llegaron a un acuerdo sobre el control. Conversaciones parecidas entre Fiat y Daimler se hundieron más recientemente por la misma razón.

Así que mientras Marchionne sigue supervisando la ambiciosa estrategia de renacimiento global y transatlántica de Fiat (algo que no habría hecho sin que Elkann le diera el espacio de maniobra necesario), el joven Agnelli trabaja silenciosamente tras bambalinas, revolucionando la empresa y los otros grandes activos de la familia.

Noticias de tu interés