Guste o no, el riesgo-país sigue siendo un dato clave

Con la Argentina en 6.000 puntos básicos y México en 121, ¿adónde irán las inversiones de corto y de largo plazo? A los países que muestren positivas tendencias de largo plazo. ¿Estamos yendo hacia allí?

Casi nadie ya habla aquí del riesgo-país, un poco por cansancio y otro poco porque la Argentina rompió el termómetro mucho antes de ingresar en default, lo que ocurrió hace casi dos años, a fines de 2001. Pero el viernes pasado este indicador alcanzó en México su mínimo histórico (desde que J.P.Morgan realiza el EMBI, se entiende), al cerrar a 191 puntos básicos, 11 puntos por debajo de la semana anterior. La Argentina cerró ese mismo día con un índice de 6.021 puntos, y Brasil a 572 bp. Por lo demás, Chile se encuentra no muy lejos de México, apenas un poco más arriba.

La diferencia es aterradora: los países mencionados están dentro del mundo, la Argentina, por ahora, sigue afuera, aunque todo indica que quiere volver y el debate urgente es cómo hacerlo al menor costo posible.

Roberto Lavagna habló de este tema casi olvidado hace unos días: “No se gobierna pensando en el riesgo-país , senaló. Estaba en Rosario, en el encuentro de industriales federales. Y hay que agregar el contexto en que lo dijo: “No queremos volver a los mercados de capital de corto plazo , señaló, apuntando a que el país debe salir del cortoplacismo y buscar recrear un mercado de capitales de largo plazo. ¿Quién puede estar en desacuerdo con esto?

Pero más allá de que el número de 6.021 puntos básicos de la Argentina sea irrelevante (da casi lo mismo que sea 2.000, 7.000 o 5.000, a los fines prácticos), la pregunta es si la medición de este riesgo es un buen indicador de la confianza externa que tiene un país, o si en cambio simplemente mide si una nación está más lejos o más cerca de cumplir con sus compromisos externos, pasados, presentes y futuros. La respuesta en el caso argentino parece estar más cerca de lo segundo. El riesgo país en 6.000 puntos no quiere decir otra cosa que el país ni siquiera cuenta a la hora de mirar dónde invertir capitales. Aunque estuviera en 3.000 puntos revelaría lo mismo. La raya entre estar o no estar en el mercado de capitales, en realidad, hoy está en torno a los 600 puntos, lo que implica una tasa de retorno por sobre un Treasury Bond de los Estados Unidos a 10 años cercana a 6%, en parte gracias a la baja de tasas existente hoy en el mundo.

Una simple comparación de bonos internacionales de plazo aproximadamente similar para México, Brasil y Chile revela que los precios de estos títulos se encuentran en 129 (sobre un valor nominal 100), 115 y 109 respectivamente, mientras que un bono argentino 2010 vale alrededor de 25%, un cuarto de su valor nominal y con una tendencia nuevamente descendente en estas semanas, a partir de que la Argentina planteó una oferta de reestructuración de la deuda pública dura.

Hay que decir, como ejemplo, que a principios de este año el bono brasileño que hoy vale 115 se encontraba en alrededor de 60%, con lo que su precio casi se ha duplicado pese a que las elecciones las ganó Lula, un candidato progresista. La política de solvencia fiscal de Lula y las señales pronegocios hicieron el milagro, sin duda. Y aunque la Argentina tiene también superávit fiscal, todavía no envió señales pronegocios claras y, además, sigue en default. Son los dos enigmas sobre el futuro del país, y definirán la tendencia.

Con estos datos, podría deducirse que la Argentina no tiene futuro, que Brasil, México y Chile sí lo tienen y que no arribarán inversiones al país (ni de corto ni de largo plazo) hasta que su riesgo país se desplome a niveles comparables al de estos países. Sin embargo, esto no parece ser tan simple. Como lo señaló el mismo Lavagna en aquel discurso, “la economía argentina lleva siete trimestres consecutivos de recuperación, y esto permite que haya un proceso de mejoramiento del empleo .

La recuperación es suave en el consumo y más fuerte en las inversiones productivas, aunque estas siguen estando por debajo de lo necesario para amortizar el capital físico existente, pero no demasiado lejos la de raya que define si habrá o no crecimiento.

¿Se puede gobernar a la Argentina sin mirar el riesgo-país? ¿Es viable la Argentina pese a los 6.000 puntos? El indicador confirma que el país no despierta más que terror en los mercados de capitales y que no tendrá ni un dólar de préstamos financieros. Todo esto es consistente, además, con el hecho de que a nivel doméstico no hay oferta de crédito. Pero todo ello está mejorando poco a poco.

Los 6.000 puntos revelan que hasta que el país no llegue a un acuerdo para reestructurar su deuda pública en default seguirá estando fuera del mercado de capitales financieros. Pero no confirma que continuará fuera de los mercados de inversiones de largo plazo, y de hecho con señales concretas las empresas extranjeras y las nacionales comienzan a mirar con interés a este país por el que hace dos años nadie apostaba nada. Lo que marcará la tendencia del país es un clima pronegocios y salir del default. Si ello ocurre, el riesgo país volverá a ser un número que todos mirarán otra vez.



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