Golpe al bolsillo: los $ 100 que ya no alcanzan

Los billetes de $100 son los más demandados por los argentinos y ya superan el 46% de la circulación total que hay en el país. ¿Deben emitirse papeles de mayor denominación? El costo político de admitir la inflación.

No se pueden estirar. Tampoco se dejan agrandar. En los últimos años, los billetes que muestran el semblante de un serio Julio Argentino Roca fueron perdiendo su valor. Y no es que dejaron de representar los $ 100 argentinos sino que, paulatinamente, dejaron de comprar lo que antes compraban. Empujada por la inflación, esta tendencia se encuentra sostenida por datos oficiales. Según el Banco Central de la República Argentina, la emisión de billetes de $ 100 se aceleró en los últimos años, y actualmente alcanza al 46% de la circulación total. En el último año, se inyectaron al mercado más de 155 millones de unidades de los billetes de mayor valor nominal en la Argentina.

Pero si bien su circulación se intensifica, el billete de $100 está quedando cada vez más corto. Roca se escapa de las billeteras de los argentinos y se esfuma, rápidamente, sin que nos demos cuenta. Según Fausto Spotorno, economista Jefe de Ferreres & Asociados, "desde 2001 hasta la actualidad, la Argentina tuvo una inflación acumulada del 244%". Esto significa que, lo que se podía comprar con un billete violeta en 2001, hoy se adquiere a un valor equivalente a $244. Aunque no lo considera urgente, Spotorno opina que, en el mediano plazo, será necesaria la emisión de un billete de mayor denominación. "No se precisa uno de $ 500, sí de $200. Se usaría menos que el de $100, pero se necesita para las transacciones diarias", asevera.

Mientras los consultores privados estiman una inflación de entre 25 y 30% para 2010, la necesidad de emitir un nuevo billete se hace más evidente con la escalda de precios, aunque desde el BCRA no se está considerando la salida de un nuevo papel. "El Banco Central va a tratar de evitar lo máximo posible la generación de un nuevo billete. Cómo lo va a manejar, aún no lo sabemos", dice Susana Andrada, directora del Centro de Educación al Consumidor (CEC), y completa: "Mientras no traten de controlar el monstruo que es la inflación, controlando los precios no se genera nada".

Para el argentino, cada vez son más las compras que superan los $100, y el bolsillo del consumidor funciona como un fiel reflejo de la realidad económica del día a día. "Los $ 100 que hace dos años una persona de clase media gastaba en tres días, hoy los gasta en uno -dice Andrada-. Una sola compra de lácteos sale $ 100. Si vas a tomar un café afuera, gastás $ 10. El changito del supermercado, recién lo llenás con $ 800. Y no te alcanza para todo el mes". Sumado a los lácteos, los rubros que han sufrido mayores aumentos en los últimos años son la carne, las frutas, las verduras y los derivados de harina. Si bien Andrada considera que emitir capital de mayor denominación no beneficiará ni perjudicará al consumidor, afirma que es "algo que se va a tener que dar en la práctica, porque nuestra moneda se ha depreciado muchísimo" y "con emitir uno de $ 200, alcanza".

En la Argentina, los billetes comenzaron a cambiarse cuando el proceso inflacionario se hizo muy fuerte, puesto que la gran cantidad de "papeles" para realizar cualquier transacción diaria se tornó engorrosa. "Desde el peso nacional de 1890 hasta el peso ley 18.188 de 1967, el país disfrutó de una gran estabilidad monetaria. Pero desde ese año hasta la convertibilidad, a la moneda se le agregaron 13 ceros, lo que rompió la idea de estabilidad en la mentalidad de las personas", explica Roberto Cortés Conde, director del doctorado de Historia de la Universidad de San Andrés (Udesa). Con la igualdad peso-dólar, la estabilidad de la moneda se instauró nuevamente en el período de convertibilidad, aunque la crisis de 2001 volvió a despertar de su letargo a los fantasmas de la híper. "Si se cambia de denominación, eso significa que la más alta ya perdió utilidad. Pero esto no se arregla simplemente emitiendo billetes de mayor valor, porque si no se para el proceso inflacionario esto termina en un billete de un millón de pesos, como existió", dispara el historiador económico, quien pronostica que "aparecer con un billete de $ 500 va a ser absolutamente necesario".

Costo político

Si bien la responsabilidad de emitir un billete de mayor denominación recaerá sobre la administración del Central, la consecuencia política de esta decisión es clara: admitir los niveles (reales) de inflación. Mientras tanto, las estadísticas oficiales del Indec siguen posponiendo la fecha de llegada de este sinceramiento. Por este motivo, la directora del CEC aclara que esta decisión va a "generar cierta desconfianza y temor" en el consumidor, "porque el argentino se encuentra impregnado de crisis muy fuertes" que ha vivido y que arrastra de la década del 80. "Una moneda nueva que circule generaría una sensación de inflación que puede llegar a ser negativa. Si la confianza que el consumidor tiene en el mercado se corta por algún motivo, esto genera más inflación", advierte. "El aspecto negativo es que se empieza a consentir que existe la inflación, y eso es malo para la expectativa", coincide Cortés Conde. Y agrega: "Las cuestiones de expectativa no se arreglan sólo porque se evite emitir billetes de denominaciones más altas, sino evitando que los precios crezcan de forma constante".

Contrariamente, Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, asegura que un nuevo billete no tendrá un impacto económico, sino más bien psicológico. "El impacto en la economía ya está hecho, y es la inflación. Lo que empuja a la inflación son las cuestiones macro, no la denominación de billetes", dice. Asimismo, el economista subraya que el hecho de sincerar el aumento generalizado de precios tendrá un costo político. "Si continúa el proceso inflacionario, sin duda se va a tener que emitir un nuevo billete, aunque no veo eso bajo este gobierno", opina.

Para Spotorno, las transacciones electrónicas pueden representar un camino más seguro si no se quiere emitir un billete de mayor denominación, como lo hace los Estados Unidos. "Desde 1970 hasta 2010, el país norteamericano tuvo una inflación minoritaria de 475%. Hay mucho más inflación en esos 30 años que en los últimos ocho de la Argentina, y ellos no cambiaron sus billetes", compara el economista de Ferreres & Asociados. De esta forma, la existencia de un sistema financiero "más electrónico" reduce naturalmente la cantidad de dinero circulante en el mercado monetario.

En el actual contexto político, la prudencia y el timing se convierten en dos características esenciales al emitir un billete de mayor denominación. Por ahora, la alta demanda de los $ 100 marca una tendencia. Y si se sigue experimentando el nivel de crecimiento de los precios que se estima para 2010, la posible aparición de un papel de $ 200 continuará fortaleciéndose. "La expectativa de mayor inflación tiene que ver con el hecho de que no hay estadísticas ciertas. El gran error de esto es que la gente cree que hay una inflación peor de la que hay. Porque si uno no sabe en qué está, siempre se orienta por lo peor", concluye Cortés Conde. z we

Las claves

Según el BCRA, los billetes de $ 100 representan casi el 50% de la circulación total.

En el período 2001-2010, la inflación acumulada fue del 244%.

Si el proceso inflacionario continúa, se podrían necesitar nuevos billetes, en principio, de $ 200 y $ 500.

Mayores denominaciones facilitarían las transacciones diarias, pero podrían acelerar la expectativa inflacionaria. El costo político de un nuevo billete es admitir la inflación.

Fuente: El Cronista Weekend, en base a entrevistas realizadas.

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