George Bush quiere ser un buen vecino

Un nuevo acuerdo para los inmigrantes ilegales en Estados Unidos; el apoyo de Washington a los esfuerzos multilaterales para apuntalar la debilitada democracia de Bolivia; y, esta semana en la Cumbre de las Américas en Monterrey, un ambicioso acuerdo para fomentar en el Hemisferio las pequeñas empresas y las reformas de estado. Es fácil pensar que el gobierno del Presidente George W. Bush está mejorando su reputación frente a sus socios pobres ubicados al sur de Rio Grande. Sin embargo, en realidad las relaciones interamericanas están lejos de ser saludables.

Es cierto que el comunicado acordado en Monterrey es un paso adelante para las relaciones regionales. Es positivo para los gobiernos concentrar los esfuerzos en reducir barreras y costos para la creación y conducción de pequeñas empresas. Las medidas para reducir los costos de las remesas constituyen una forma sensata de aumentar una fuente importante de capital de inversión en la región. En forma similar, es positivo el nuevo acuerdo de inmigración para los trabajadores que ingresaron ilegalmente a EE.UU. El hecho de que millones fácilmente encuentren empleo al norte de la frontera demuestra la demanda de sus servicios. Para la economía sería bueno tener un mercado laboral que funcione mejor y eso ayudaría a aliviar las presiones sociales más al sur.

De la misma manera, la decisión de EE.UU. y de México de lanzar una nueva iniciativa multilateral para proteger la frágil democracia de Bolivia también es bienvenida. Si la comunidad internacional hubiera estado más dispuesta a apoyar a Bolivia el año pasado, la crisis de octubre que provocó la renuncia del presidente Gonzalo Sanchez de Losada podría haberse evitado.

Sin embargo, el estancamiento económico y la inestabilidad social debilitaron la influencia estadounidense en la región. Las tensiones entre el norte y el sur se reflejaron en Monterrey, con fricciones sobre temas como el comercio y las medidas anticorrupción. La negativa de Brasil a firmar un comunicado que incluyera alguna referencia específica a la fecha límite del 5 de enero de 2005 para el rea de Libre Comercio de las Américas no fue una buena señal para las negociaciones del acuerdo.

En este contexto, es particularmente preocupante que las consideraciones políticas de corto plazo hayan influido en la repentina ráfaga de interés de EE.UU por América latina. En especial, el plan de inmigración tiene todas las características de un programa diseñado para ganarse los votos de los hispanos que se inclinan por el opositor a Bush en las elecciones presidenciales de este año. Los estrategas republicanos saben que los norteamericanos hispanos ahora son la minoría étnica más grande en Estados Unidos y sus votos podrían ser cruciales en estados como Florida y California.

Para que sea efectiva, la política norteamericana debe superar esas consideraciones políticas de corto plazo, y con mayor continuidad prestar más atención a la región.



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