L DERES DE PA SES EMERGENTES BUASCAN ROL PROTAGÓNICO EN LOS GRANDES TEMAS GLOBALES

El desarrollo nuclear de Irán pone a prueba la capacidad de la diplomacia ‘sur-sur’

A Teherán le resulta más facil acordar con Brasil y especialmente con Turquía, cuyo presidente es el líder musulmán más admirado, que con Estados Unidos

El acuerdo que Brasil y Turquía presentaron el lunes pasado como una posible solución para la controversia sobre las ambiciones nucleares de Irán podría convertirse en otro falso amanecer diplomático. Sin embargo, sea cual fuere su destino, refleja una nueva disposición por parte de los poderes regionales emergentes a probar su suerte en la llamada diplomacia sur-sur, que podría encarar los temas muy difíciles en los que los diplomáticos occidentales no han logrado concretar avances.

La historia sugiere que las potencias emergentes suelen ser fracasar en el frente diplomático. El antiguo movimiento de no alineados lanzado en Bandung, en 1955, sucumbió presionado entre la Guerra Fría y los repetidos conflictos regionales.

La Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático parece tan poco capaz –o deseosa– de hacer algo con respecto a Birmania como la Unión Africana con respecto a Zimbabwe. La Liga Arabe, por su parte, es impotente para resolver conflictos dentro de su propia región.

El Tratado de Tlatelolco de 1967, de inspiración mexicana, que logró que Latinoamérica y el Caribe se convirtieran en una zona libre de armas nucleares después de la crisis de los misiles cubana fue uno de los raros éxitos. ¿La iniciativa turco-brasileña podrá ser otro?

Tanto Brasil, bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, como Turquía bajo Recep Tayyip Erdogan, han comenzado a hacer sentir su peso regional e internacional. Ambos lideran países confiados, que son aliados de Occidente pero están algo alejados de las agendas occidentales.

Además, los dos son miembros temporarios del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si el acuerdo con Irán resulta aunque sea remotamente exitosos, ambos países habrán demostrado que el foro geopolítico supremo no es sólo el P-5, como se le dice a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.

Paradójicamente, la engagement policy del presidente de EE.UU., Barack Obama, que busca un acercamiento a Irán –aunque coincida con nuevas sanciones como las que anticipó ayer la secretaria de Estado Hillary Clinton– abrió la vía para esta nueva iniciativa sur-sur.

Y para los dirigentes iraníes, es más fácil venderle a su gente un acuerdo firmado bajo el auspicio de Brasil y Turquía. Erdogan, en particular, es probablemente el líder musulmán más admirado y, aunque su país es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, también preside la Organización de la Conferencia Islámica.

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