El desafío de convertir la reactivación en crecimiento sustentable

La Argentina ha dejado atrás el sofocante escenario de depresión económica, huida vertiginosa de capitales, pérdida de reservas, indisponibilidad de fondos bancarios y la perspectiva de hiperinflación, profundización de la crisis y desintegración económica y social. Se trata de un logro inestimable, pero no ha sido un milagro. Fue el producto de la capacidad de respuesta frente a reglas de juego adecuadas. Es entendible la sorpresa internacional frente a nuestro poder de recuperación. Pero no debe extrañarnos a los argentinos nuestra reacción, ya que las dificultades no han sido producto de nuestras limitaciones sino de medidas y políticas equivocadas que frenaron nuestro potencial hasta llegar a la parálisis y la involución.

Es evidente que estamos frente a un proceso de reactivación económica, con cifras también elocuentes respecto a su solidez. Sin embargo, es producto de la movilización de los recursos existentes y ociosos, que en un período más o menos cercano tenderán a agotarse. El crecimiento es otra cosa, es la incorporación de nuevas máquinas, de nueva infraestructura, y para eso se requiere inversión genuina. Para que esta reactivación se consolide en un crecimiento sostenido es necesario encarar en profundidad el análisis de ciertos temas, que el Gobierno nacional ha venido exponiendo acertadamente como prioridad de su tarea. En esa dirección, y con la intención de estimular el debate de proyectos, me permito exponer algunas ideas, medidas u orientaciones –para el corto, mediano y largo plazo– que a mi juicio son imprescindibles para facilitar la transición de la reactivación al crecimiento:

Sistema financiero: Condición fundamental es la renegociación de la deuda en base a los lineamientos expuestos por el Gobierno, que sea creíble en lo externo y realista en lo interno, y para esto no puede comprometerse un superávit mayor al 3% del PIB. Otra necesidad es diseñar instrumentos financieros que permitan prestar dinero a mediano y largo plazo. También revisar las regulaciones del Banco Central, sobre todo aquéllas que castigan a bancos y empresas en función del pasado sin centrar el análisis en el presente de los negocios. Se requiere la eliminación del impuesto al cheque.

Sistema tributario: Es prioritario reducir los costos de los nuevos emprendimientos generando normas que permitan la amortización acelerada de las nuevas inversiones y autorizar el diferimiento del pago del IVA sobe las nuevas compras de bienes de capital.

Política cambiaria: Mantener un tipo de cambio competitivo, basado en una regla de expansión monetaria que inyecte liquidez para el funcionamiento de la economía. Esto significa un tipo de cambio alto durante un período razonable, para dar certidumbre sobre su evolución futura y, de esta forma, incentivar la inversión.

Negociaciones internacionales: Por varias generaciones el futuro económico de la Argentina dependerá en gran medida de las negociaciones, los acuerdos y relaciones que se logren con el Mercosur, el ALCA, la Unión Europea y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Su resultado podrá ser beneficioso para nuestro crecimiento o una hipoteca por varias décadas. Será vital la creación de la figura del negociador internacional, tomando el ejemplo del USTR de EE.UU., que concentre las negociaciones bajo la dependencia directa del Presidente de la Nación, en coordinación con el sector privado.

Planificación en infraestructura y transportes: La experiencia de los grandes países del mundo demuestra que es condición para lograr, y sostener, un salto cualitativo en el perfil productivo de una nación, la existencia de una planificación en materia de desarrollo de infraestructura, de una política energética de largo plazo y de una red de transporte y comunicaciones que integre todo el país y potencie el aprovechamiento de todos los recursos productivos.

Planes de ayuda social: Lo que se hizo estuvo bien y fue lo adecuado frente a la gravedad de la emergencia social. Por eso es necesario el rediseño de un sistema de ayuda social horizontal y abarcativo, que contemple la satisfacción de las necesidades mínimas de la población y al mismo tiempo les asegure educación, salud y capacitación. Este proceso requerirá de una gigantesca y audaz movilización de todos los recursos educativos disponibles (nacional y regionalmente) y de toda la infraestructura de salud (en una integración que utilice en plenitud la oferta de servicios del Estado y las Obras Sociales), para permitir tener gente sana, educada y capacitada para acompañar el proyecto de crecimiento económico.

Se trata de un verdadero desafío. De un camino que, en muchos aspectos, ya hemos comenzado a recorrer. Pero que necesitará de la iniciativa, la imaginación, el entusiasmo y el esfuerzo conjunto del sector público y del privado.

VICEPRESIDENTE 2º UIA



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