El debate en América latina sobre los noventa

La cumbre de Monterrey reflejó el debate existente en la región sobre los postulados liberales que caracterizaron la década pasada. Cardoso alerta sobre las utopías regresivas

Los discursos de los presidentes latinoamericanos en la Cumbre de Monterrey, pusieron en evidencia que no sólo en la Argentina sino en América latina en general está planteado el debate sobre los ’90, entre quienes lo critican como un período negativo para la región y quienes, en cambio, consideran que no todo ha sido negativo.

La realidad es que los noventa fue un período de crecimiento económico positivo para América latina, aunque en el terreno social los logros fueron menores y en algunos casos se registraron retrocesos.

Lo que en cambio no cabe duda es que en lo que va de la década (2001-2003), la situación de la región ha sido claramente negativa, ya que el promedio de crecimiento de latinoamérica ha rondado sólo el 1%, siendo el menor del mundo, incluido el de frica subsahariana. Lógicamente, en estos tres años el retroceso social ha sido muy pronunciado.

Afortunadamente, el crecimiento económico mundial, impulsado por la recuperación de la economía de los EE.UU., permite mirar el 2004 con optimismo para América latina y hay quienes piensan que puede iniciarse un lustro positivo.

El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, quien presidió su país entre 1994 y 2002, ha realizado recientemente una reivindicación de los años ’90 para América latina y en particular para su país.

Alude a lo que llama la “fracasomanía de latinoamérica y de Brasil que se manifiesta en una oleada de pesimismo, reconociendo que si bien los resultados en materia de crecimiento económico no fueron muy buenos –en su opinión por el impacto negativo de condiciones externas– la región logró no desorganizarse en un contexto difícil.

Destaca que en Brasil, como también en Chile y otros países de la región, ha tenido lugar una “mejora de las condiciones de vida de la población incluso en “las capas de bajos ingresos .

En el caso de su país, destaca que entre 1992 y 2002 no sólo se registraron avances materiales, como que el número de hogares con refrigerador pasó del 71,5% al 86,7% o con televisor del 74 al 90%, sino que el porcentaje de niños de 7 a 14 años que no asistía a la escuela se redujo del 13,4% al 3,1%.

Desde una perspectiva diferente, pero también coincidente, el intelectual mexicano Enrique Krauze se niega también a asumir el pesimismo respecto de la región. Sostiene que pese a los peligros y los riesgos de la actualidad “no es una zona desahuciada para la modernidad por sus querellas tribales y sus maldiciones bíblicas, un desierto o una selva donde se entronizan el hambre, la peste y la guerra. No es frica. No es una vasta civilización fanática y guerrera, opresora de la mitad femenina de su población, rumiando por siglos sus odios teológicos. No es el mundo islámico .

Agrega con una suerte de realismo optimista o escepticismo constructivo que América latina “es un polo excéntrico de Occidente, pero es Occidente. Para seguirlo siendo necesita mirar hacia la España moderna, no hacia el pasado indígena o virreinal .

Su argumento respecto de la insatisfacción con los ’90 es que “las políticas liberales no han sido instrumentadas con la suficiente amplitud y profundidad ni han tenido tiempo suficiente para mostrar sus beneficios .

Respecto del futuro, el ex presidente del Brasil advierte sobre el peligro de lo que denomina “las utopías regresivas , por lo que entiende la búsqueda “casi mítica de revivir las formas de existencia del pasado . Si bien se refiere a la generalización del reclamo indigenista en el subcontinente, la advertencia es válida también para el intento de volver a los modelos de economía cerrada, los que en este siglo de globalización podría condenarnos “a más de cien años de soledad en estas tierras del fin del mundo , como dice Cardoso.

Las visiones de un estadista destacado del Brasil como ha sido Cardoso y de un intelectual de fuste de México como Krauze, muestran que en América latina el debate sobre los ’90 se plantea en forma más matizada y equilibrada que en la Argentina, donde lo sucedido en este período parece absolutamente negativo.

Si bien ello se explica por el fracaso argentino entre fines de los ’90 y comienzos de esta década –que sin lugar a dudas ha sido el más rotundo de latinoamérica– ello no debe dominar la visión sobre el futuro.

Que la Argentina pretenda tener la evolución que en los últimos años tuvo la Europa católica –marginada del desarrollo hasta no hace mucho tiempo– o busque una identificación con una América latina de tipo indigenista, es un debate central que debe ser planteado a partir de realidades objetivas y no prejuicios ideológicos.

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