ARSAT EST POR CONCRETAR SU FUSIÓN CON NAHUELSAT, ÚNICA OPERADORA DEL SECTOR

El Estado, a punto de controlar todo el negocio satelital argentino

Los accionistas europeos absorberán las deudas por cerca de u$s 32 millones de la empresa dueña del Nahuel 1. Garantizan la continuidad laboral y de servicio a los clientes

Tras más de un año de intermitentes negociaciones, la incipiente empresa estatal de servicios satelitales ArSat y la ya decana en el mercado Nahuelsat están terminando de acordar su integración. A la primera la apremian los tiempos: quiere empezar a explotar la posición orbital 81º Oeste, para cuya operación fue creada y que la Argentina estuvo a punto de perder en 2004, cuando la concesión para su utilización estaba en manos de la propia Nahuelsat. El Gobierno le quitó a esta última la concesión en agosto de 2004, pero no rompió el diálogo. Es que la firma que actualmente opera el único satélite argentino, el Nahuel 1, en la locación 72º, cuenta con activos claves para el proyecto oficial, como la estación terrena de Benavídez y el know how de sus 47 empleados. Con ellos en su patrimonio, la estatal no tendría necesidad de empezar de cero en una actividad más que competitiva, dominada por consorcios imbatibles, como Intelsat y PanAmSat, que este año completaron una fusión por 3.200 millones de dólares.

“Estamos próximos a cerrar un acuerdo, algo que haremos seguramente antes de fin de año , aseguró a El Cronista una alta fuente de ArSat, quien destacó que entre las prioridades está la de “mantener la continuidad, tanto de los empleados, como de los clientes de NahuelSat . Estos últimos ascienden a 60, entre los que se cuentan, por ejemplo, Telefónica y Telecom y hasta el Gobierno, a través de la intervenida Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC).

Aunque los términos de la negociación todavía no se cerraron, trascendió que los accionistas de NahuelSat, el consorcio alemán EADS (que tiene el 66,66%) y la italiana Finmeccanica (con el 33,33%), entregarán la empresa libre de deudas. La compañía había llegado a 2006 con un pasivo de 32 millones de dólares –tomados con bancos europeos–, de los u$s 70 millones que alcanzó (el 81,4% de entidades financieras del Viejo Continente y 18,6% con la CFI).

Por ley, los aportes en especie que realicen los privados a ArSat reciben como contraprestación acciones clase C, sin derecho a voto, con un valor nominal de 1.000 pesos cada una. Tienen como ventaja que, en caso de liquidación, otorgan derecho a la antelación en el reembolso.

Según informó una segunda fuente de ArSat, actualmente la firma estatal –que funciona en el segundo piso de la Secretaría de Comunicaciones y fue aprobada por la IGJ el 19 de julio– está revisando la documentación de la operadora del Nahuel 1, aunque no se atrevió a darle el nombre de due diligence (auditoría).

Por el lado de NahuelSat, el movimiento generó la partida de Hernán Pflaum, el último CEO que tuvo la empresa, un cargo por el que pasaron el alemán Eckart Schober y los argentinos Daniel Salzer y Jorge Irigoin. Pflaum fue reemplazado por el gerente de Operaciones, Gustavo Pérez Fagonde. Fuentes del mercado al tanto de la operación afirman que el cambio respondió al interés de los accionistas de acelerar el proceso de integración con ArSat.

De todas formas, en la compañía hay más tranquilidad. Y es que, desde que el Gobierno tomó la decisión de hacerse cargo de la segunda posición orbital, la incertidumbre reinó en la empresa, que nació de la mano de cinco accionistas (además de EADS y Finmeccanica, la luxemburguesa SES Global, Publicom, de Telecom y la uruguaya Antel).

Aún así, la firma mantuvo su actividad y facturó u$s 19 millones el año pasado –el pico fue en 2001, con u$s 35 millones–, aunque su elevado pasivo le impedía ser rentable.



Nuevo socio

Además de NahuelSat, ArSat debe buscar otro socio para explotar la posición 81º Oeste, que actualmente está desocupada, según informaron en la firma estatal. El ansiado partenaire podría alquilarle u operar en conjunto un satélite para empezar a obtener ingresos en 2007 y, de paso, garantizarse que ningún otro país reclame la posición orbital (este año ya lo hizo Gran Bretaña). Para la operatoria definitiva, el Gobierno previó la compra de un satélite a la patagónica Invap, adquisición que rondaría los u$s 200 millones. En realidad, la fábrica estatal rionegrina especificó que se tratará de dos satélites, separados por 500 kilómetros, con un peso de 2.000 kilos, características similares a las de Nahuel 1. Su diseño prevé una capacidad para almacenar 15 años de combustible.

El año pasado, el Gobierno debió gestionar de urgencia una prórroga para la explotación ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la ocupó con el satélite Anik E2, que alquiló a Venezuela por u$s 2,1 millones y a fin del año pasado salió de circulación por quedarse sin combustible.



Noticias de tu interés