Don Quijote, Cristina y el complot anti-K

Triste aniversario cumplió ayer la intervención en el Indec. No hubo globos ni guirnaldas. Si hasta la única velita en la torta se transformó en un rebanado 0,9%.

El Gobierno insiste en divulgar un número bajo como si estuviera combatiendo la inflación. Emulando al Quijote contra los molinos, Cristina y compañía buscan enemigos en el Indec. Pero allí la mayoría son técnicos que intentan hacer bien su trabajo.

¿Donde está entonces el complot anti K? Podría decirse que en la propia Rosada. Quién otro sino es el responsable de que en 2007 la demanda interna creciera al 26%, el doble de la oferta doméstica. Así, el modelo sólo cierra importando más. O subiendo precios.

El problema es que el Ejecutivo no distingue entre indicadores (imperfectos) de la inflación y la inflación misma. Y si no logra su objetivo intenta reformular el índice. Cree que al dibujar el IPC se enfría también la inflación, vía expectativas.

Pero si el número que se divulga no es creíble, el mecanismo falla y se distorsionan las señales de ahorro, inversión y consumo. Un ejemplo es el debate salarial, donde los gremios no convalidan la inflación oficial.

Así, ¿qué incentivos tienen los empresarios para mantener precios? Ninguno. Porque las señales que emite el Gobierno son incorrectas. Ergo, la manipulación del IPC no es neutra. Afecta a la economía real acelerando la verdadera inflación. Esa que todos perciben. O casi todos.

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