Deuda: innecesaria presión a empresarios

En estos días el ministro de Economía se ha dedicado de manera sistemática a buscar respaldo a nivel local, para contar con mayor apoyo respecto a las duras negociaciones que viene realizando para reestructurar la deuda pública, en default desde fines de 2001.

El miércoles pasado Roberto Lavagna hizo un llamado público para que la sociedad se encolumne detrás de la posición oficial, y el viernes convocó a los empresarios con del mismo objetivo. Con estos datos, cabe presumir que el ministro cree que dentro del

país hay personas (intereses creados, como se los suele denominar culposamente) que apuestan a que a la Argentina le vaya mal en esta crucial encrucijada. Si es así, se equivoca: la gran mayoría de los argentinos quieren que al ministro le vaya bien y lo apoyan. Los entendidos tienen claro (y los que no comprenden estos temas lo intuyen) que un mal resultado, una mala negociación, un mayor aislamiento para el país o un mayor descrédito internacional sólo terminarán pagándolo los mismos argentinos, con menores ingresos, menos trabajo y un futuro más difícil para nuestros hijos. Toda la población quiere que le vaya bien y es conciente de lo difícil de la situación que enfrenta. Más aún, Lavagna es quizá el titular de Economía más respetado y con mayor prestigio de estos años en la Argentina, tanto que para no poca gente hasta hubiera sido un buen candidato presidencial en las elecciones pasadas. No cabe duda que, si se observa dentro del mundo de los negocios, el ministro es el funcionario más respetado del actual Gabinete de ministros y a quien más hay que respaldar frente a las presiones del ala política de un gobierno que, a veces, tiene más ideologías que ideas.

Pero, con todo, la apelación de Lavagna tiene un tono voluntarista innecesario, que no parece ni siquiera bueno para la negociación. Hasta hace recordar al ex ministro de Economía de Raúl Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, que refiriéndose a la escapada en el precio del dólar y los operadores cambiarios dijo: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo . ¿Es que acaso los mercados tienen otro objetivo que no sea el lucro? Aunque hay muchos acreedores locales, nadie quiere que se pague más de lo estrictamente necesario. Lo mejor para la recuperación de la economía argentina es un acuerdo honroso que despeje el horizonte y ponga al país en marcha. Los empresarios ya saben que les puede resultar más caro un país aislado que cobrar centavos por los títulos en default que tienen a su nombre.

Más aún. La diferencia entre lo que se podría acordar de manera amistosa y lo que el Gobierno quiere pagar en términos de montos anuales no es tan alta. Como dijo El Cronista en su editorial del jueves último, tal vez sea menos costoso para el país desembolsar u$s 600 millones más al año, si eso significa restablecer rápidamente un clima favorable para los negocios y aprovechar el excelente contexto internacional con precios de commodities altos (productos que exportamos) y tasas de interés bajas en el mundo, que regatear y perder la oportunidad del crecimiento.



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