Con precios internacionales en alza afloran las disputas por capturar la renta del campo

Por Paula López. Subeditora de Economía

A dos años del voto no positivo del vicepresidente Julio Cobos a las retenciones móviles, y que significó un gran triunfo político para las entidades rurales, la mesa de enlace sectorial está lejos de mostrar el camino común al que lo había llegado la pelea entablada durante cuatro meses con el Gobierno por la renta sojera.

La foto en este segundo aniversario será bien distinta a la de la madrugada del 17 de julio de 2008 en el Rosedal de Palermo, donde los líderes de las cuatro entidades celebraron juntos el triunfo en la batalla contra el kirchnerismo. Es que esa victoria, que reposicionó al campo como un actor político central y, el año pasado, le permitió acceder al Congreso con una docena de dirigentes propios, no pudo traducirse en réditos económicos, lo que a la larga derivó en un retorno a la situación previa a la malograda resolución 125.

Aunque se muestran unidos, porque –dicen– “las bases así lo piden , y siguen manteniendo reuniones periódicas, las principales patas de la mesa de enlace agropecuaria hace rato que se debaten entre intereses más que diferentes.

En el 2009, con el impulso todavía fresco de la victoria sobre la 125 y la crisis que el sector atravesaba, por la recesión internacional y la cruenta sequía que diezmó cultivos y rodeos de animales, las entidades mantuvieron un discurso unificado. Pero en este Bicentenario, las históricas distancias que separan a las cuatro gremiales (Federación Agraria, Sociedad Rural, Coninagro y Confederaciones Rurales) saltaron a la vista.

Varias veces, tanto en público como en privado, los principales líderes rurales admitieron que la mesa de enlace tenía la misma fecha de vencimiento que el kirchnerismo.

Pero los tiempos parecen acelerados. Con un clima más benévolo que el año pasado, que permitió supercosechas, y la recuperación de los precios del ganado vacuno (el kilo de novillo vale hoy el doble que el año pasado), por la abrupta caída en el stock bovino, ya no les es tan fácil mantener un discurso común a los líderes del campo.

Desde la devaluación, pasando por cómo sacarle atribuciones de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) y hasta la manera de encarar una reducción en los derechos a la exportación agropecuaria y los distintos mecanismos para incentivar la cría de ganado, la lechería y las economías regionales. En esas grandes demandas sectoriales, las líneas sostenidas históricamente por cada entidad vuelven a chocar.

Y así, como lo fue hasta marzo de 2008, volvieron a definirse dos posturas más que evidentes: por un lado, los que representan a los productores más chicos (FAA y Coninagro) y más proclives al intervencionismo ‘virtuoso’ del Estado; por el otro, los referentes históricos de los medianos y grandes productores, y defensores a ultranza del libre mercado (CRA y SRA).

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