Baja la desigualdad en países de América latina

Este esto es algo para que analicen los economistas expertos en desarrollo. Está creciendo en India y China. Está aumentando en la mayor parte del mundo desarrollado. Pero en América latina, sorprendentemente, ocurre lo contrario. La región durante mucho tiempo padeció la distribución del ingreso más desigual del mundo. Por lo tanto, es buena noticia que últimamente se está observando allí una reducción de la inequidad.

Desde 2000, la desigualdad cayó en los países relativamente ricos (México) y en los pobres (Bolivia); en aquellos con políticas de estilo socialista (Venezuela) y en los que favorecen el libre mercado (Perú, Colombia); en naciones con grandes poblaciones amerindias (Ecuador) y las que no las tienen (Argentina).

Al comprender lo que provocó la disminución se podrían aprender lecciones útiles para aplicar en otros lugares. Seguramente no fue la muerte del “consenso de Washington de los ochenta y noventa, si bien la inequidad empeoró en aquel entonces. Tampoco se debió a alguna reacción violenta izquierdista contra el libre comercio _la inequidad mexicana realmente empezó a caer en 1994, el mismo año que comenzó el NAFTA, el acuerdo de libre comercio norteamericano. Y no tuvo que ver necesariamente con el mayor crecimiento. Por el contrario, habría dos razones.

Primero, el surgimiento de los programas de apoyo económico a los pobres, como Bolsa Familia de Brasil, que asigna a 11 millones de familias hasta u$s 75 mensuales, sujeto a la asistencia escolar. En la región, 17 países cubren 70 millones de beneficiarios mediante programas similares.

En segundo lugar, según un estudio de Brookings Institute, la desigualdad bajó debido a que hay una mayor cobertura de educación primaria y secundaria. Eso elevó a una mayor oferta de mano de obra calificada y erosionó la prima que en un primer momento recibía la mano de obra calificada cuando el comercio se liberalizó en los ochenta. Mientras tanto, los trabajadores sin capacitación obtuvieron aumentos salariales porque en cierto modo escaseaban.

Todo esto es alentador. Lamentablemente, es sólo un primer paso de un largo camino. Aún con las impresionantes tasas de estos últimos tiempos, a Brasil le llevará otras dos décadas reducir su inequidad a los niveles mundiales promedio.Y los primeros logros provenientes de las asignaciones a los pobres quizás ahora terminen. Para que la desigualdad siga disminuyendo, es necesario hacer otras mejoras, por ejemplo elevar la calidad de la educación primaria y secundaria, pero eso cuesta dinero.

Lo más preocupante de todo, es que la caída relativa de la demanda de mano de obra calificada se debe al crecimiento en América latina de sectores, como commodities y minería, que no son grandes creadores de trabajo. Mientras tanto, las áreas que están generando empleos, como la venta minorista y los servicios personales, requieren menos conocimientos. Si eso sucediera, el mercado podría estar reduciendo la inequidad pero también limitando el crecimiento.

Este es otro tema fuerte que los economistas tendrán que considerar dentro de una década.

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