No es el peronismo sino el ‘partido del Estado’

Desde el colapso del gobierno de la Alianza, el peronismo es el eje indiscutido del sistema político argentino. Sin embargo, el verdadero partido gobernante en la Argentina de hoy no es el peronismo sino el ‘partido del Estado’. La ‘Concertación Plural’, que motorizó la fórmula Cristina Kirchner-Julio Cobos, es producto de un acuerdo ‘transversal’ entre gobernadores e intendentes del peronismo y el radicalismo, coercionados económicamente por el gobierno nacional. Esto revela el estado de fragilidad institucional que atraviesa la Argentina.

La principal base de sustentación de esa estrategia de subordinación de provincias y municipios al poder central son las retenciones a las exportaciones, que tienen más importancia política que económica. Por su carácter no coparticipable, concentran una gigantesca masa de recursos que arrasan con el federalismo y posibilitan disciplinar políticamente a gobernadores e intendentes.

Este sistema político de ‘partido de Estado’ es coherente con el modelo económico de ‘capitalismo de Estado’. Y esa combinación es el núcleo del parentesco entre el ‘kirchnerismo’ y el ‘chavismo’. El ‘valijagate‘ reveló que el llamado ‘socialismo del siglo XXI’ encubre propagandistícamente la consolidación del poder económico de la ‘boliburguesía’ venezolana.

Esa ‘boliburguesía’ tiene ahora su réplica en la Argentina. Está encarnada por un conjunto de empresarios, que recubiertos tras la bandera del ‘capitalismo nacional’, eufemismo por ‘capitalismo de amigos‘ acumulan a través de sus negocios con el Estado. Se trata de la combinación de una retórica ideológica del ‘setentismo tardío’ y una versión actualizada de las antiguas prácticas corruptas de la ‘Patria Contratista’.

En este contexto, la pregonada proclamación de Kirchner como titular del partido Justicialista no implica un avance hacia la institucionalización del peronismo, que constituye una condición indispensable para la consolidación institucional de la Argentina. Muy por el contrario, estamos frente a un ensayo que pretende la ‘estatización‘ del peronismo, orientada a promover un vaciamiento ideológico y anular su vitalidad política. Su objetivo no es impulsar la organización del peronismo, sino impedirla.

Sólo la realización de un proceso electoral absolutamente democrático y transparente puede legitimar una auténtica conducción del Partido Justicialista. Cualquier otro mecanismo constituiría una farsa fraudulenta. Y sin democracia en el peronismo, no hay democracia en la Argentina.

En su discurso del 21 de junio de 1973, pronunciado horas después de los enfrentamientos de Ezeiza, que signaron su regreso a la Argentina, Perón afirmaba: “Los peronistas tenemos que retomar a la conducción de nuestro movimiento, ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba . Ese mandato tiene hoy más vigencia que nunca.

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