Las mujeres y la política, una relación desigual

Todavía no se logró, ni a nivel global ni nacional, un verdadero equilibrio en los cargos de gobierno representados por el género femenino. Cómo son las cuotas en el mundo y en el país. Qué debería hacerse para revertir la situación.

Cada cuatro años, el 20 de enero es un día crucial para la política estadounidense y, en muchos sentidos, para el resto del mundo. Y, este año, la fecha podría haber significado un hito en la historia de los liderazgos. Por primera vez, una mujer dirigiría el gigante del Norte y ese papel habría estado encarnado por Hillary Clinton. El desenlace electoral de los Estados Unidos despertó, como pocas veces antes, campañas, planes oficiales y reflexiones sobre la necesidad de equiparar la política en su dimensión de género. La oleada llegó a la Argentina, donde todavía existen cuentas pendientes, según dicen a este medio expertos y dirigentes.

Para enero de 2017, según ONU Mujeres, el mundo solo contaba con 10 Jefas de Estado y nueve Jefas de Gobierno. En 2014, uno de los más altos niveles de primeras mandatarias femeninas a nivel mundial lo tenía América latina, con Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile, un mandato que continúa), Laura Chinchilla (Costa Rica), Portia Simpson (Jamaica) y Kamla Persad - Bissessar (Trinidad y Tobago).

Ahora bien, la representación política no se da únicamente a través del Ejecutivo. Estadísticas del Banco Mundial muestran que, desde 1990 hasta hoy, la proporción de escaños ocupados por mujeres en los parlamentos nacionales fue creciendo en forma exponencial. Si bien en los últimos 20 años este porcentaje se duplicó, ellas representan solo el 22% de las bancas en las legislaturas.

Sin ir más lejos, en junio de 2016 eran 38 los Estados en que las mujeres simbolizaban menos del 10% del total de los parlamentarios, tanto en cámaras individuales como en bajas. Dentro de la cifra, cuatro cámaras ni siquiera contaban con una representante del género.

La situación argentina

Cristina Fernández, Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal y Elena Highton. La primera ocupó por ocho años el sillón de Rivadavia; la segunda es la actual vicepresidenta de la Nación; la tercera hizo historia y se convirtió en la primera gobernadora mujer de la Provincia de Buenos Aires; y la última es la representante del género femenino en el máximo Tribunal de Justicia, la Corte Suprema. Sus presencias fueron un buen estandarte de la igualdad de género en el país ante el mundo. Pero, ¿qué dicen las estadísticas?

Según datos de CIPPEC, las mujeres representan 50% de los empleados del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), pero solo 30% corresponde a personal jerárquico, es decir, ministros, secretarios, subsecretarios, directores nacionales y generales, y titulares de organismos descentralizados e instituciones de la seguridad social. Para estos cargos no electivos, no existen leyes de cupo que garanticen un piso de acceso. Hoy, solo 14% de los ministerios y 13% de las secretarías están dirigidos por mujeres, de acuerdo a la misma fuente.

Al respecto, Margarita Stolbizer, diputada Nacional por el GEN, expone ante Gobierno e Intendencias que la situación en los poderes ejecutivos es muy compleja porque la participación femenina es realmente escasa. "Y el problema de fondo sigue siendo la dificultad de las mujeres para acceder a los espacios de poder y decisión, que están muy reservados a los hombres, y sobre todo en los lugares donde se manejan recursos o financiación de campañas. La brecha entre el derecho declarado y efectivo sigue siendo muy amplia", expone.

"En la Argentina han habido marcados avances desde el retorno de la democracia a la fecha, pasando de un 4% de mujeres en cargos políticos no electivos del PEN a un 22% en la gestión actual", explica Agustina Valsangiacomo, analista del Programa de Gestión Pública de CIPPEC.

Así como sucedió a nivel mundial, añade, en la Argentina estos avances se han dado a un ritmo más lento que el deseado y se concentran en sectores específicos. "Mientras unos presentan niveles destacados para la región, otros permanecen con niveles de sub-representación por debajo del promedio regional", infiere, y resalta: "Hablar de cifras concretas es un verdadero desafío en nuestro país, debido a la falta de datos sistematizados y desagregados por género".

Con excepción de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Ministerio Público Fiscal, las mujeres son el 54% del total del personal en los distintos estamentos del Poder Judicial. No obstante, en la Justicia provincial el 44% de los jueces son mujeres, mientras que en la Justicia nacional y federal solo ocupan ese puesto un 34%. Asimismo, en la Corte Suprema, solo uno de los magistrados es mujer.

La legislación

En 1991, la Argentina se convirtió en el primer país del mundo en incorporar una cuota de género en su legislación electoral. La iniciativa fue de un grupo de mujeres de la Unión Cívica Radical y del peronismo. Así, se sancionó la Ley 24.012 o de cupo femenino, que exige la nominación de un mínimo de 30% de mujeres con posibilidad de resultar electas en las cámaras de diputados y senadores.

"Las leyes de cuota favorecen el acceso de mujeres a las candidaturas, pero no garantizan su elección", señala Mariana Caminotti, politóloga de la Universidad de San Martín en su escrito No todos los caminos van a Roma. Cuotas de género y federalismo electoral en Argentina.

Aunque la existencia de una Ley de Cupos podría ser el camino para que el Poder Legislativo tenga mayor representación femenina, en Diputados solo 34% de las bancas están ocupadas por mujeres y, en la Cámara Alta, ellas representan 40% del total. Por otra parte, nunca una mujer presidió la Cámara de Diputados de la Nación.

Stolbizer opina que "estamos muy bien en cuanto al reconocimiento jurídico de las mujeres en la participación política, teniendo en cuenta nuestra ley de cuotas al 30% que efectivamente se cumple". Pero, critica, "ese porcentaje pensado como un piso terminó siendo un techo".

¿Qué pasa con el resto de los niveles de gobierno? Lorena Moscovich, politóloga de la Universidad de San Andrés, describe que, luego de la Ley de Cupos, hubo un proceso de difusión de políticas similares. Lo que sucedió fue que muchas de ellas eran solamente declarativas. "Dicen que debería haber determinada cantidad de mujeres, pero la ley no establece ninguna penalidad. Entonces, no hay ninguna autoridad de aplicación", manifiesta.

"Hay que pensar que solo las leyes no resuelven la desigualdad, pero son instrumentos necesarios para modificar condiciones", sostiene Stolbizer. Lo mismo expresa respecto de la Ley de Paridad, la reforma de las licencias laborales y la actualización de la cuota alimentaria, "porque dar más autonomía económica a las mujeres y también mejora sus chances de empoderamiento".

En esa línea, Valsangiacomo apunta: "Si bien los sistemas electorales de representación proporcional y las leyes de cuotas, y aún más, las de paridad, son herramientas efectivas para mejorar el acceso de las mujeres a puestos de decisión, entendemos que no son suficientes".

Raquel Munt, directora Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y miembro de Womens Democracy Network, dice que "hay otras leyes que definitvamente no se cumplen, como es el caso de la 25.674, que exige el cupo sindical femenino y el artículo 14 Bis de la Constitución para equiparar salarios entre géneros".

Falta de información

Si bien es posible aproximarse a ciertos números, Valsangiacomo critica que las estadísticas sobre empleo público en general, y su discriminación por nivel jerárquico y género, presentan importantes limitaciones en la Argentina: "No hay datos estadísticos oficiales actualizados, consolidados y desagregados que den cuenta de la situación de la mujer en los distintos niveles de gobierno y en los tres poderes que conforman el Estado".

Asimismo, explica que, para obtener información al respecto, es necesario desarrollar una tarea de relevamiento "ardua y cuasi artesanal" debido a que las fuentes están discontinuadas, incompletas o fragmentadas.

Según la analista, tampoco existe un organismo estatal encargado de construir y publicar información fidedigna sobre la situación de la mujer en el ámbito público y, más específicamente, en los puestos de mayor relevancia. "En este contexto, entendemos que, para comenzar a trabajar en revertir la sub-representación de la mujer en el espacio público, debemos comenzar por identificarla y evidenciar su dimensión e impacto", concluye.

En primera persona

De los puestos de menor a mayor jerarquía, son muchas las mujeres que sueñan con una carrera política y la viven con tanta pasión como responsabilidad. Hoy, las figuras políticas femeninas ocupan cada vez más espacio en la opinión pública y buscan un lugar para hacerse notar y dejar su huella. "Creo que hay buenos y malos líderes hombres, y buenas y malas líderes mujeres. Independientemente del género, en todos los casos tenés que demostrar lo que valés sin ventajas ni desventajas previas", sostiene Laura Aprile, concejal de Tres Arroyos por Cambiemos, quien considera que las mujeres aportan otra visión a la política, una sensibilidad distinta. En este sentido, destaca la "humildad, firmeza y capacidad" de María Eugenia Vidal. "Creo que todas las personas son diferentes y tienen cosas para aportar, en función de lo vivido, lo estudiado, el sentido común y la lógica", proclama.

Stolbizer es uno de los ejemplos de figuras femeninas con alto conocimiento a nivel nacional. Su fuerte insistencia en la denuncia de casos de corrupción, la posicionó en un lugar importante en la política argentina.

"Cada vez somos más escuchadas. Hemos ganado esos lugares. Pero no es fácil", afirma. Para ella, existe -cultural y socialmente- una tendencia al reconocimiento de los liderazgos masculinos por sobre los femeninos, como así también limitaciones y autocensura de las mujeres que deciden permanecer en un plano más bajo.

Los estereotipos

Patricia Bullrich, en Seguridad, y Carolina Stanley, en Desarrollo Social, son las figuras femeninas que ocupan cargos jerárquicos en el gabinete del Gobierno actual. Son solo tres de los 21 ministros designados por el Ejecutivo.

Según datos del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, los cargos de los varones se concentran más en temas "productivos" (como economía, presupuesto, obras públicas, industria y comercio) y las mujeres en temas "reproductivos" (políticas sociales, educación, salud y cultura).

Valsangiacomo apunta que, cuando las mujeres acceden a una banca, se enfrentan a una segregación horizontal -que define como "división sexista del trabajo"-, que las relega a presidir comisiones que aborden temáticas tradicionalmente consideradas "femeninas" como salud o educación, mientras que son pocas las que logran presidir comisiones de relevancia económica o estratégica sustantiva.

Moscovich cuenta que Stolbizer, en una de sus ponencias en San Andrés, manifestó que, hoy, el problema más grande es que las mujeres no participan en las situaciones de toma de decisiones donde se arman las listas.

Lo que debería cambiar

Desde CIPPEC, señalan que el país necesita trabajar en disminuir las disparidades entre varones y mujeres a partir de la construcción de mayores estándares de igualdad de oportunidades. Para ello, establecieron cuatro ejes para transversalizar la perspectiva de género en las políticas públicas: modificación del régimen de licencias por paternidad, maternidad y familiares; promoción de la autonomía económica de las mujeres y su acceso al empleo de calidad; logro de los derechos sexuales y reproductivos; e incremento de su poder de decisión reduciendo el techo de cristal.

La existencia de las mujeres en la Legislatura no asegura que se les dé más participación, sostiene Moscovich. Y detalla que, a veces, la situación partidaria pesa más, y se da que las mujeres hacen alianzas entre sí para algunos temas y llevan adelante agendas de género con independencia de sus partidos.

"Entonces, lo que uno podría decir es que la presencia de mujeres ni en la burocracia ni en las legislaturas se traduce automáticamente en la defensa de sus derechos, pero es un primer paso que, en combinación con otras cosas, eventualmente puede dar lugar a mejores condiciones", concluye la politóloga.

Munt resuelve que, si bien "estamos en camino de lograr la paridad", los datos demuestran que, en nuestro país, no se ha logrado la paridad política. "Somos más del 50% del padrón electoral y estamos representadas en un porcentaje sustancialmente menor", reclama.

Y continúa: "Somos sujetos de derecho y obligaciones, y debemos tener las mismas oportunidades y acceder, en condiciones de igualdad y equidad, a los cargos de decisión, conducción y financiamiento. Sin embargo, produce estupor pensar que hay que proponer leyes que exijan el cumplimiento del respeto al derecho humano de ser mujer".

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