

La Autopista Ribereña fue una de las obras viales anunciadas para alivianar el caos vehicular porteño que hoy duerme en el olvido. Trabas políticas y legislativas demoraron una iniciativa que varios gobiernos intentaron movilizar y nunca transformaron en realidad.
La administración kirchnerista, siempre preocupada por mostrar gestión permanente, anunció en octubre de 2006 su llamado a licitación.
En primera instancia, se convocó a consultoras para presentar ideas de proyecto ejecutivo. Hubo cinco oferentes pero la pérdida de confianza en el entorno K que sufrió Jorge Telerman, más la llegada de las elecciones nacionales (junto con cierta pereza de la Legislatura porteña en aprobar el acuerdo de financiación de la obra) volvió a enterrar el proyecto.
Una obra de un costo estimado en u$s 400 millones, que podría solucionar el problema de tránsito de Puerto Madero y comunicar mucho mejor el norte con el sur de Buenos Aires, por ahora sigue a la espera.
“Este era un proyecto como tantos de comidillas de campaña, que nunca se llevaban a la práctica , sostuvo el ministro de Planificación, Julio de Vido, en un acto oficial el 13 de octubre de 2006, en referencia a la autopista cuya traza y emplazamiento empezó a discutirse en 1981.
Con todo este ímpetu, el ente que regula las concesiones viales, el Occovi, lanzó la licitación para convocar a consultoras encargadas de la elaboración del proyecto.
El 20 de diciembre del año pasado, cinco grupos presentaron un sobre con la propuesta técnica y otro con la oferta económico.
En todos los casos se formaron asociaciones entre firmas locales con renombradas consultoras del exterior, expertas en este tipo de obras complejas, bajo tierra. Entre ellas se destacan la norteamericana Parsons Brinckerhoff International o la española Técnica y Proyectos.
Pasado un año, no hay respuesta. “Ni siquiera nos llamaron para decirnos en qué está todo , dijo una de las consultoras que presentó una propuesta. En el medio, pasaron algunas cosas. El titular del Occovi, Claudio Uberti, tuvo que renunciar por el escándalo de la valija ingresada por el venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson. Jorge Telerman se alió para las elecciones de Capital Federal con Lilita Carrió, y el 75% de la financiación de esta obra que deberá aportar la Nación ya no estaba tan al alcance.
En el Ministerio de Planificación apuntan a la Comisión de Tránsito y Transporte de la Legislatura, que nunca aprobó el convenio de financiamiento de la obra firmado entre la Ciudad y la Nación.
Consultados dos legisladores de esa comisión, dijeron desconocer en qué estado estaba el proyecto. Está claro que una obra de este porte, que encima necesita de la coordinación de dos distritos, no será fácil de volver a poner en marcha.
La autopista ribereña está previsto que tenga una longitud de cinco kilómetros, que unirán las autopistas Buenos Aires-La Plata e Illia. Viniendo desde zona norte, se la podrá tomar a la altura de la avenida Córdoba.
El proyecto indica que tres kilómetros serán en túnel y que la vía tendrá cuatro carriles por sentido. La obra solucionará el problema de tránsito en el área de Puerto Madero, lo que evitará la saturación de la red de tránsito pesado. Según las cifras oficiales, pasan diariamente por esa zona unos 75.000 vehículos.