Este es un momento que claramente entusiasma al Coronel Muammar Kaddafi. Mientras se prepara para celebrar el 40º aniversario del golpe que lo llevó al poder. El regreso de Abdelbaset Ali Mohmed al-Megrahi, el ex agente de inteligencia declarado culpable del bombardeo a Lockerbie, entrega en bandeja al líder libanés otra oportunidad para demostrar que él no respeta las normas de occidente, algo que siempre disfrutó hacer.

Provocándoles vergüenza ajena a los ministros británicos, el líder libanés elogió a su “amigo Gordon Bown, el primer ministro de Gran Bretaña; a su gobierno; a la Reina de Gran Bretaña, Elizabeth; y al Príncipe Andrew por haber colaborado para liberar a Megrahi de una cárcel escocesa. Todos, según el Coronel Kaddafi, ayudaron a convencer a las autoridades escocesas de que otorguen al terrorista–que padece una enfermedad terminal y le quedan sólo meses de vida– su liberación por razones humanitarias.

Pese a la carta que Brown le envió al líder libanés, antes de que Megrahi volara a su hogar, pidiéndole que el regreso fuera tratado “puramente como un acontecimiento familiar privado , el terrorista fue recibido como un héroe en el aeropuerto. Al día siguiente fue invitado a un encuentro con el Coronel Gaddaffi, quien lo abrazó cálidamente mientras las cámaras los filmaban.

Resultó cómodo olvidar que Libia había asumido públicamente la responsabilidad por “las acciones de sus oficiales , como condición para que el país fuese rehabilitado internacionalmente. Megrahi, según los medios oficiales, estuvo en prisión en carácter de “rehén político . Washington está furioso y hay indignación entre los familiares de las 270 víctimas de Lockerbie. Pero siempre hubo probabilidades de que el extravagante líder libanés, que adora la política de los gestos, aprovechara el regreso de Megrahi para darle impuso a su legitimidad en el país y mostrar desprecio a sus detractores de occidente.

Cuando viajó a Italia a principios de este año, después de que se había asegurado de Roma una disculpa y la promesa de u$s 5.000 millones de inversiones como compensación por las brutalidades de la colonización italiana en su país, no se perdió la oportunidad de refregarles en la cara lo ocurrido en el pasado. Cuando llegó, llevaba pinchada en su pecho una fotografía del momento en que las tropas italianas arrestaron en 1931 a Omar Al Mokhtar, el líder de la resistencia ejecutado por los colonizadores.

Kaddafi siente que puede ignorar las finuras de la diplomacia y ofender a occidente porque sabe que tiene algo que el oeste realmente quiere. Libia, que para Europa es un importante proveedor de energía, ha sido un imán para las compañías internacionales de petróleo y gas interesadas en sus subexplotados terrenos. El país también tiene considerable efectivo, y debe importar casi todo, desde chocolates hasta plantas energéticas.

Pero aunque esta pequeña victoria apuntale el orgullo nacional de los libaneses, es poco probable que compense lo que muchos consideran los fracasos de un régimen que niega a su país la capacidad de estar a la altura de su potencial.

Con su vasta riqueza petrolera y pequeña población de sólo seis millones de habitantes, el desarrollo de Libia debería competir con los estados ricos árabes del golfo. Pero las tantas calles sin pavimentar de Tripoli, y el deterioro que muestra la segunda ciudad, Benghazi, son prueba de que existen prioridades para el gasto bastante distintas.

Las oportunidades económicas para los libaneses siguen siendo limitadas, pese a las medidas para abrir la economía que se tomaron en los últimos años. El líder nunca cambió de idea sobre el sector privado, a veces prohibiéndolo y a veces permitiéndolo pero siempre asegurándose de que no creciera se convirtiera en una fuente de desafíos.

La mayoría de los libaneses son empleados estatales y reciben salarios bajos. La educación es mala, las capacidades pocas y la burocracia pesada e ineficiente.

Pero por encima de todo en este estado, donde los partidos políticos no están permitidos y no se tolera el desacuerdo, los libaneses no pueden decidir cuánto de su riqueza gastar. Durante sus cuatro décadas en el poder, el líder despilfarró miles de millones para respaldar una serie de movimientos armados en todo el mundo.

Si bien se cree que se ha detenido la mayor parte de este gasto desde que Libia buscó la “respetabilidad internacional en los ‘90, todavía hay enojo con los libaneses por la cantidad de dinero que su líder le entrega a los regímenes africanos. El año pasado, en una reunión de líderes de frica realizada en Libia, Kaddafi fue proclamado el rey de los reyes africanos.

Muchos de esos líderes están a mano para celebrar los 40 años que lleva el coronel en el poder, otra ocasión para que el líder libanés recalque a quienes lo critican que todavía participa del juego y que está jugando con sus propias reglas.