Dame una lata y los haré quedar en ridículo

n Los objetos de consumo cotidiano lograron las delicias de la fama a partir de los años 50. Pero fue en los 60, que varios artistas los convirtieron en sus musas inspiradoras. Esto impulsó una nueva iconografía con pinceladas de sorprendente heterogeneidad. En ese ámbito, Andy Warhol brilló como ningún otro. Su recuperación de objetos triviales, supuestamente intranscendentes, lo vincularon al dadaísmo del Duchamp del ready-made.

La lata de sopa Campbell es una de las imágenes más reconocidas por cualquier estadounidense, algo tan familiar como la botella de Coca-Cola o el perfil de Diego Maradona. Concebida originalmente en 1969, este ícono del pop-art tiene asegurado más que 15 minutos de fama. La obra propone una mirada crítica, donde lo uniforme que se repite hasta el hartazgo en cualquier hogar, se da la mano con todo aquello que representa lo banal y cotidiano, algo que para Warhol, representaba la clave espiritual de nuestro tiempo. Con la apariencia similar a la reproducción publicitaria, el artista quiso provocar e incluso ridiculizar la sociedad de consumo estadounidense.

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