Son necesarias las restricciones a los capitales golondrina

Un rasgo fundamental de la globalización contemporánea es la magnitud y transnacionalización de los flujos de capital financiero.

Las transacciones exceden largamente los flujos de operaciones comerciales y de inversiones reales. Los activos financieros superan el PIB de los propios países desarrollados.

Si bien es cierto que aún existe una alta correspondencia entre ahorro e inversión nacional en los países centrales, las fracciones de capital que circulan a través de las fronteras tienen impactos significativos en los países más pequeños.

Desde los años 40 hasta los ’70 los países desarrollados que liberalizaron sus operaciones comerciales mantuvieron restricciones, tanto al ingreso como al egreso de capital financiero. El propio FMI estipuló la posibilidad de mantener restricciones a los movimientos de capital (Art. 6 del Acuer-

do Constitutivo) como forma deinmunizarse a la recurrente volatilidad financiera.

Gradualmente las potencias relajaron esas restricciones, en el marco de mercados de capital local profundos, una adecuada regulación y supervisión financiera.

Los países subdesarrollados liberalizaron sus movimientos de capital a fines de los ’70, lo que provocó una oleada de endeudamiento, mayores déficits fiscales y retraso cambiario, que desembocaron en crisis financieras.

Tras la crítica década de los ’80, en los ’90 los países siguieron distintas estrategias.

Por ejemplo, la Argentina, México y Rusia liberaron rápidamente su cuenta capital. El propio FMI comenzó a estimular este camino, lo que indujo a países como Indonesia, Tailandia y Corea a seguirlo, sufriendo la crisis de 1997. Otros países como China, Chile y Taiwán mantuvieron restricciones a los movimientos financieros.

Si se analiza el comportamiento de las distintas economías puede observarse que los países que introdujeron controles selectivos a los capitales golondrina pudieron evitar distorsiones en los precios, desequilibrios cambiarios, reducción del ahorro, burbujas de activos y déficit combinado con endeudamiento, por lo que sus niveles de crecimiento fueron mas elevados y estables.

Cabe destacar que en 2002, el entonces economista jefe del FMI, K. Rogoff publicó un trabajo donde demuestra que la integración financiera no es condición necesaria ni suficiente para el crecimiento. Resultados análogos surgen en 11 de 14 estudios econométricos realizados por prestigiosos economistas, la mayoría de ellos de insospechable ortodoxia.

Las causas de tales falencias no puede atribuirse exclusivamente al fenómeno de los capitales golondrina, pero lo cierto es que las tristes lecciones de la tablita, la convertibilidad y la experiencia internacional reciente, deberían inducir a tomar medidas preventivas.

La introducción de controles selectivos y una paridad cambiaria realista han permitido la recuperación económica argentina de estos últimos 30 meses restaurando el equilibrio fiscal y externo.

La propia dinámica de la recuperación implica una reversión de las salidas de capital de 2001-2003 a una situación de crecimiento –aún en niveles bajos– de los ingresos de capital especulativo.

Es momento entonces de implementar medidas preventivas que disuadan ingresos de flujos de capital golondrina que compliquen el manejo de la política monetaria y cambiaria, induciendo prociclicidad, burbujas de activos y volatilidad.

Resulta clave que dichas políticas ayuden a mantener un tipo de cambio real alto y estable para favorecer la inversión, la producción y empleo nacional para poder así recuperar los salarios y reducir la pobreza.

La experiencia chilena y de otros países exitosos, implica introducir plazos mínimos de permanencia, encajes no remunerados, entre otras medidas, para prevenir una apreciación del peso, que combinada con diferenciales de tasas de interés respecto a los países centrales, estimulen el ingreso de capital de corto plazo en momentos en que el mercado financiero argentino aún no esta maduro para absorber estos flujos sin provocar serias distorsiones transmisibles a la economía real.

Por cierto, existen significativas presiones externas e internas para liberalizar por completo la cuenta capital, en algunos casos por miopía ideológica, en otros casos con el propósito de lucrar con bicicletas financieras.

Es verdad también, que la efectividad de los controles se filtra en parte por la posibilidad de adquirir instrumentos locales off shore, pero inmunizarse aunque sea parcialmente a importantes fluctuaciones en el balance de pagos es claramente prudencial.

Se impone un manejo pragmático de los instrumentos, privilegiando el desarrollo genuino del sistema bancario y el mercado de capitales como canales de un proceso genuino y no ficticio de ahorro-inversión, para así poder empalmar la presente recuperación con un proceso sostenido y sostenible de desarrollo, combinando crecimiento con equidad.



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