Henry Ford insistía en que los autos tenían que ser económicos para que los trabajadores pudieran comprarlos. En la actualidad, Ratan Tata de la India confía en que ese principio contribuya a revivir la suerte del auto más barato del mundo: el Tata Nano.

Cuando se lo lanzó hace tres años, se esperaba que el Nano creara un amplio y novedoso segmento de propietarios de automóviles en la India, a medida que la gente de escasos recursos cambiaba dos ruedas por cuatro. Aun así en noviembre las ventas cayeron a tan solo 509 unidades, que es un mínimo histórico. En consecuencia, Tata intenta que sus propios empleados compren el auto.

Se ofrece un plan de financiación especial para comprar el Nano a aquellos empleados de Tata Motors que ganen más de 280 dólares mensuales: un préstamo a cuatro años, con un interés anual del 2%. Los clientes comunes pagan el 14% de interés cuando compran el Nano totalmente financiado.

Hay un cierto tufillo a desesperación. Sin embargo, no es el primer incentivo que lanza Tata en respuesta a las adversidades recientes del Nano. La empresa lanzó la garantía de satisfacción Tata Nano Happiness Guarantee, que aumenta en más del doble el compromiso de garantía: de dieciocho meses a cuatro años, y añadió un contrato de mantenimiento por dos dólares mensuales.

Esos incentivos pueden contribuir a reducir los inventarios, pero el atractivo del Nano aún es dudoso.

Algunos analistas culpan a los antecedentes en seguridad que tiene el auto, ya que hubo vehículos que estallaron en llamas y eso motivó que se repensara el diseño. Otros afirman que el Nano no puede captar a las personas de ingresos bajos de las atestadas Mumbai y Nueva Delhi, pues no es probable que tengan espacio donde se pueda estacionar un auto.

Y lo que es clave, el Nano de cinco plazas es demasiado caro para ese mercado. El precio del modelo base sin aire acondicionado era de 2500 dólares cuando se lanzó el auto, pero desde entonces aumentó en un 37% como consecuencia de un incremento en los costos de producción.

Hasta tanto se solucionen esas fallas, el Nano seguirá lejos de las rutas.

Traducción: María Eugenia García Mauro