Resultados electorales inesperados, herramientas anti-corrida y la crueldad del diario del lunes

Las corridas cambiarias generan para quienes quedan a cargo de frenarlas una disyuntiva maldita, en la que ambos caminos son malos. Si el Banco Central decide no intervenir, alguien señalará que el mercado le torció el brazo y que no hizo nada para contener los efectos dañinos de la devaluación. Si pone los dólares sobre la mesa, alguien dirá que se regalaron las reservas o, peor aún, habrá suspicacias orientadas a que se vendieron dólares "baratos" para algún privilegiado que necesitaba una salida urgente. El diario del lunes, con las cotizaciones puestas, puede ser cruel desde ambas orillas.

Cada día de la crisis cambiaria iniciada en abril de 2018 tuvo, alternativamente, esos cuestionamientos. Y las decisiones del Banco Central y del Gobierno durante el lunes negro posterior a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) abrieron un camino similar.

¿Pudo haberse hecho más para frenar la corrida? En el evento del pasado jueves en la Bolsa de Comercio, el ex viceministro Emanuel Alvarez Agis elogió la protección de las reservas. También lo hizo el ex titular del Banco Central, Luis Caputo, pero a la vez cuestionó que no se intervenga cuando la cotización sube rápido con unos pocos millones operados, tal como antes pedía el Fondo Monetario Internacional.

La historia cambiaria argentina es, desgraciadamente, rica en corridas, con una triste variedad en sus causas y en los remedios para contenerlas.

Desde 2001 a la fecha se ha visto que esos remedios van mucho más allá de la venta de dólares en el mercado spot. A lo largo de los años, e incluyendo extremos nocivos como el cepo cambiario, la caja de herramientas para combatir corridas contra el peso se hizo extensa y abarcó la operación en el mercado de futuros, las operaciones de bancos públicos para no exponer al Banco Central, la recompra de títulos públicos en dólares y la suba de la tasa de referencia.

Otra medida habitual es la reducción de la posición en dólares de los bancos, lo que en este caso llegó el miércoles, con el dólar bordeando los $60. Además de hacer, a veces tiene efecto hablar: gobiernos y bancos centrales han apelado a mensajes públicos para llevar tranquilidad a la plaza. Las comunicaciones informales con los actores del mercado también integran una lista que, por supuesto, puede extenderse.

A pesar de que en la noche del domingo 11 la venta por homebanking ya mostraba un dólar de $50, ninguna de estas medidas parece haber sido aplicada antes de la apertura de los mercados del lunes 12 ni tampoco en las primeras horas de esa jornada.

¿Alguna de ellas podría haber evitado la corrida o al menos atenuar sus efectos? Nada puede garantizarlo, el sol no se tapa con las manos. Un evento inesperado, como el abultado triunfo de Alberto Fernández en las elecciones primarias, genera decisiones irracionales en los mercados y en esos casos la caja de herramientas luce insuficiente.

La reunión entre el titular del Banco Central, Guido Sandleris y el presidente Mauricio Macri antes de la apertura del lunes 12 generó expectativas sobre decisiones que no llegaron. Y el mensaje presidencial del lunes a la tarde alimentó suspicacias.

Un salto del dólar en un solo día suele provocar una parálisis en la economía real de la que es difícil regresar, con comerciantes e industriales que no venden porque "no tienen precio" que les garantice la continuidad de su negocio en los meses por venir.

Muchas de las reservas que se cuidaron tal vez se pierdan por la desconfianza para mantener los depósitos. La crueldad del diario del lunes no tiene contemplaciones.

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