Preocupa a la Fed cómo aumenta compra de acciones en Wall Street

Cada vez más empresas están aprovechando la reforma fiscal de Donald Trump para repatriar fondos que tienen depositados en el extranjero. Pero gran parte de ese dinero no se destina a la inversión en la economía real como buscaba el presidente estadounidense sino que, en cambio, se dedica a reducir el número de accionistas y de papeles cotizantes

¿Puede llegar a "desaparecer" Wall Street en la forma que hoy existe, es decir que se convierta en una bolsa de valores de dimensiones medianas, en lugar de ser el centro del mundo financiero?

La pregunta parece descabellada, e incluso digna de una novela distópica. Incluso más ahora que el principal mercado de acciones ha encadenado su mayor racha alcista de la historia. Pero la preocupación que empiezan a vislumbrar varios economistas de la Reserva Federal va en ese sentido, aunque todavía no sea formulada de manera directa.

Por ahora, un reciente informe de tres expertos de la Fed (Michael Smolyanski, Gustavo Suárez y Alexandra Tabova) plantea "un aumento dramático de las recompras de acciones", un fenómeno que llama la atención de muchos analistas y que se está dando desde hace varios meses entre las grandes empresas de EE.UU.

El trabajo se enfocó en las 15 mayores compañías cotizantes del índice S&P 500, que poseen un 80% del total de fondos depositados en efectivo fuera del país.

De acuerdo con los datos publicados, durante el primer semestre de 2018 el S&P 500 vio cómo se recompraban papeles por valor de u$s754.000 millones. Y el banco Goldman Sachs estima que esta recompra de acciones va a superar el u$s 1 billón cuando termine el presente año.

 

Frenesí

 

¿Cómo se explica este frenesí de las compañías estadounidenses por recomprar sus acciones, en momentos en que el índice Dow Jones sigue cerca de los 26.600 puntos (el récord máximo alcanzado) y los precios están por las nubes?

Para los especialistas, la causa debe ser buscada por el lado de la reforma fiscal impulsada por el presidente Donald Trump y aprobada por el Congreso a fines del año pasado.

Entre otras medidas, este paquete impositivo redujo la tasa que tenían que pagar las empresas por repatriar sus ganancias depositadas en el extranjero, del 35% al 15,5%. Hasta ese momento, las multinacionales estadounidenses habían acumulado una gran cantidad de efectivo fuera del país y se resistían a traerla de vuelta para evitar pagar el impuesto correspondiente.

Con la reforma fiscal, se disparó una carrera por repatriar esos fondos. Según los expertos de la Fed, este flujo alcanzó los u$s300.000 millones durante el primer trimestre de 2018, equivalente a seis veces el promedio trimestral de los últimos siete años.

"La cantidad de dinero en efectivo repatriado podría tener un impacto significativo en el mediano plazo sobre los modelos de financiamiento y las decisiones de inversión, un punto que llamó profundamente la atención de los inversores", afirma el informe de la Fed.

Y agrega: "Durante el primer trimestre, estas repatriaciones estuvieron asociadas con una suba espectacular de las recompras de acciones. Mientras tanto, no se comprobó un repunte significativo en la inversión entre los 15 principales tenedores de efectivo durante el primer trimestre de 2018, con respecto al trimestre anterior".

De todos modos, los economistas advirtieron que "las inversiones tienen un elemento estacional", por lo que habría que esperar un poco para sacar mayores conclusiones al respecto.

 

¿El fin de Wall Street?

 

No es una novedad para nadie en los mercados que las empresas estadounidenses procedan desde hace muchos años a la recompra de sus acciones.

En general, por una cuestión de ventajas impositivas, esta práctica fue privilegiada a la distribución de dividendos. En promedio, se calcula que cada año se recompraban papeles por unos u$s500.000 millones, cuando ahora se estima que este monto se duplicará durante 2018.

Pero además de los beneficios fiscales, las compañías prefirieron generalmente realizar recompras porque eso no solo beneficiaba a sus accionistas (al hacer subir el precio de las acciones), sino que también aumentaba los ingresos de sus ejecutivos.

El problema es que esta política genera, por el otro lado, una disminución en la cantidad de papeles que cotizan en la bolsa. Las estadísticas muestran que, en los últimos 20 años, este volumen se redujo a la mitad en Wall Street. Y que, de 8.000 empresas listadas, hoy solo quedan 3.800.

Lo que lleva a pensar en qué podría pasar si este proceso siguiera su curso. Porque si hay menos acciones en el mercado, también existen menos accionistas por compañía. Muchos analistas advierten respecto de esta tendencia a la concentración de la propiedad accionaria en menos manos, ya que no beneficia a la economía en su conjunto.

En la visión de Patrick Artus, economista en jefe del banco Natixis, "las recompras de acciones plantean el dilema respecto del rol de las bolsas en el financiamiento de la economía".

El especialista explica que "a este ritmo, dentro de 20 años no habrá más acciones cotizantes en EE.UU. Todas estarán en manos de grandes inversores o de fondos de private equity. Es un poco el síndrome de Tesla [su CEO, Elon Musk, planteó recientemente que la mejor opción era retirarla de la bolsa, N.del R.]: los altos ejecutivos no quieren más que sus empresas coticen, seguir respondiendo las preguntas de los analistas, publicar sus resultados trimestrales o llenar páginas y páginas de documentos para la SEC, el organismo de control de la bolsa estadounidense".

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