Porcel: "Veo una gran oportunidad de escalar el negocio y crecer afuera"

Fundó Balanz en 2002. Hoy abre oficinas en Londres. Gran coleccionista de arte, Porcel empezó joven en el Liniers, el banco que fundó su padre, comerciante de la zona

La Argentina venía de tocar fondo, dice Claudio Porcel, al recordar aquella época, en el 2002, en la que se lanzó a armar Balanz. Convocó a su viejo equipo de la mesa del Banco Liniers, que ya había probado en varias batallas, y apostó a la reconstrucción del mercado que indefectiblemente estaba por delante. Su cálculo no falló. Y en los últimos tres años, el crecimiento se aceleró.

"Veo una gran oportunidad de escalar el negocio en la Argentina y probablemente en otros lugares del mundo. Ahora, de hecho, después de tres años de visitas, estamos abriendo una oficina en Londres. Tenemos pensado un desarrollo internacional, sobre todo en asset management, que es un juego que recién empieza", asegura Porcel.

"Nos dimos cuenta de que Macri iba a ganar después de las elecciones del 2013, vimos que el argentino se había cansado del populismo, así que salí al exterior para hacer conocer Balanz afuera. Estoy entusiasmado con lo que está pasando. Fue una prueba de madurez tremenda", comparte Porcel, en sus oficinas, donde el arte es protagonista. Y una parte importante de su vida.

Porcel se detiene un momento para pensarlo bien y arriesga que su colección ya está en las 400 obras, aunque reconoce que en este momento están en un "proceso de poda", en el que se desprenderán de algunos "errores de juventud". Fue un camino autodidacta antes que una inquietud inculcada desde temprano, un descubrimiento más ligado a los propios ciclos vitales. Así lo explica: "Entre 2009 y 2010 empecé a entusiasmarme con el arte cuando decidí enfrentarme a mí mismo. Fui descubriendo mis pasiones, mis miedos y éste fue un camino que me ayudó a aceptarme, a entenderme y a aceptar también a los demás".

Su puerta de entrada, repasa, fue el artista Luis Benedit, uno de los primeros que atrapó su atención. "Un amigo que lo conocía me lo presentó y conocí a su curadora y le dije por qué no me ayudás. Y así uno va aprendiendo. Llegué a contactarme con el curador del Tate, que es un colombiano macanudísimo. Para fines del 2013 participaba como oyente en el board del Tate Modern y hoy voy a las dos reuniones anuales del museo y formo parte del comité de adquisiciones latinoamericanas, una iniciativa que funcionó tan bien que lo van a replicar para otras regiones. Es como un master en vivo", admite.

También el deporte tiene su lugar entre las cosas que entusiasman a Porcel. "Jugué siempre al rugby. No sé si largué o me largó a mí. Fue a los 27. Creo que cuando el garrón de entrenar superó la pasión de jugar", resume. Pero tiene claro cómo el juego le aportó enseñanzas que aplica al negocio. Hoy juega al polo y Balanz tiene su propio equipo. El año pasado nos ganamos todo", saca pecho.

El banco y el viejo

El instinto financiero viene de familia. El padre de Porcel fundó la Caja de Crédito Liniers, que más tarde se convertiría en banco. "Nació en realidad de una reunión de comerciantes de la zona y uno de ellos era mi viejo. El padre de mi viejo, a quien yo no conocí, tenía negocios, una joyería, una mercería, y mi viejo se hizo cargo desde muy joven. La Caja de Crédito Liniers tenía una cuponera que era algo así como la antigua tarjeta de crédito. Mi papá siempre tuvo una gran vocación financiera y tomó las riendas mientras los demás se fueron abriendo", recapitula.

De hecho, en el 71, fundó Argencard. "En el 78, con el Mundial, MasterCard vino al país a buscar a alguien que pudiera ofrecerle una red de comercios y en ese momento no había tarjetas abiertas. Así surgió la alianza. Por ese entonces yo tenía unos 14 años. El hobby de mi viejo era laburar y me contaba todo y a mí siempre me encantó", recuerda.

Para sus 20 años, con su padre ya como socio pero fuera del management, Porcel empezó en el banco. "Hubiera sido imposible tenerlo como jefe", admite. "Hice de todo, hasta los cupones que se hacían a mano. Y para el 86, entré en la mesa. Para el 91, el banco sólo operaba cambios y call y yo vi que había un negocio impresionante con los bonos. Entonces dije, me quedo con el 10% de lo que surja y no me pagan nada y me fue muy bien", sonríe. "Tenía facilidad, veía cuando un bono estaba desarbitrado y armé un buen equipo. No fue fácil. Primero traje amigos que no eran buenos y traje gente que era buena pero eran chorros. Pero cuando la dinámica funciona, hacés un equipo imparable".

Poco antes del descalabro del 2001, Porcel volvió a anticiparse a lo que venía. "El banco era un negocio de nicho, de crédito al consumo, que es fantástico en tiempos de estabilidad. Pero ya antes del Tequila nos dimos cuenta de que no iba. Estaban desembarcando los grandes bancos españoles y para el 99 lo vendimos al Deutsche. En el 2001 hubiera sido tremendo estar en el banco", admite.

Al poco tiempo decidió armar Balanz. "Me pasaba que me llamaban los clientes del Liniers preocupados y yo les decía se viene la noche y cuando pasó después me buscaron. Algunos apoyaron de entrada y ahí empezó".

Hoy Balanz tiene unos 220 empleados. "Rápidamente fuimos líderes en renta fija. Somos primeros desde 2008. En 2011 sumamos los fondos y hoy ya administramos $ 7.500 millones. El mercado crece este año 63% y nosotros, 103%. Además en el último año y medio colocamos más de 90 papeles de empresas de todo tipo y algunos subsoberanos y queremos crecer en este segmento", señala.

Frente a un Benedit imponente que domina la sala, y varias obras contemporáneas que miran silenciosas desde cada rincón, Porcel se conmueve por un momento.

¿Tu viejo llegó a ver Balanz, todo esto?

Sí, murió el año pasado, a los 86.

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