Los robots ahora pueden descifrar el lenguaje críptico de los banqueros centrales

Las máquinas que imitan el cerebro humano analizan las declaraciones sobre política monetaria en segundos con precisión y hasta pueden realizar una predicción

Los robots están logrando descifrar uno de los códigos más difíciles del mundo: los discursos de los banqueros centrales.

En cuestión de segundos, las máquinas que imitan al cerebro humano pueden leer declaraciones de política oscuras y densas, y luego ofrecer una predicción. Los humanos que los desarrollan y los usan aseguran que la inteligencia artificial es correcta en sus apreciaciones la mayoría de las veces.

Los robots "no solo analizan las comunicaciones más rápido que los humanos, sino que también mitigan varias deficiencias humanas", explicó Evan Schnidman, fundadora de Prattle Analytics LLC, con sede en St. Louis, que desarrolla y vende investigaciones generadas por computadora en 15 bancos centrales a clientes de fondos de cobertura en Wall Street.

Para los banqueros centrales, el uso creciente de la tecnología significa que tendrán que prestar aún más atención a sus elecciones lingüísticas, especialmente si las computadoras aprovechan los patrones históricos que los seres humanos tienden a repetir.

Algunos banqueros empezaron a investigar las comunicaciones a través de máquinas para medir cómo se interpretarán, aunque Prattle no reveló cuáles.

Schnidman, quien hizo un doctorado en la Universidad de Harvard sobre cómo las comunicaciones de los bancos centrales afectan los mercados financieros antes de iniciar Prattle en 2014, cobra u$s 60.000 al año a entre tres y cinco usuarios para acceder al análisis.

La red neuronal de los robots de Prattle toma alrededor de 45 segundos para leer una declaración de 500 palabras y mapear las palabras más de 80.000 millones de conexiones para aprender cómo el idioma está interconectado. Luego, recurre a todos los términos anteriores de ese banco central para determinar el posible impacto en el mercado. Para las minutas de la Fed es aún más rápido: los clientes comienzan a recibir el análisis en menos de un milisegundo.

La velocidad es una de las razones clave por las que los avances en inteligencia artificial están convirtiendo un área de investigación que, hasta hace unos años, parecía imposible sin el sentido común humano.

Cobran hasta u$s 60.000 al año a entre tres y cinco usuarios para acceder al análisis.

Esto se debe a que la tarea requiere no solo velocidad, sino creatividad. Los responsables políticos han sido históricamente difíciles de entender, en parte por la complejidad del problema y, a veces, de manera deliberada. El expresidente de la Fed, Alan Greenspan, dijo en 1987 que había "aprendido a murmurar con gran incoherencia".

Actualmente, los banqueros centrales intentan, en general, hacer que sus comunicaciones sean más transparentes para una audiencia más amplia. Al convertirse en presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell dijo que trataría de comunicarse en "inglés sencillo" y duplicó el número de conferencias de prensa.

Los responsables de formular políticas son conscientes de que sus palabras pueden ser tan poderosas como sus acciones para influir en los mercados. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, lo ilustró en 2005 con su "teoría de las tasas de interés de Maradona", inspirado en el jugador argentino.

El argumento de King fue que la defensa de Inglaterra esperaba que Maradona se desviara, por lo que no tenía que hacerlo. Del mismo modo, si los inversionistas esperan que el banco central ajuste la política para controlar la inflación, los mercados se tensarán o relajarán por sí solos, y el banco no tendrá que actuar.

Pero los robots aún no son tan inteligentes, según Dirk Schumacher, economista con sede en Fráncfort del prestamista francés Natixis SA, que comenzó a publicar este mes índice de sentimiento automatizado de las reuniones del Banco Central Europeo.

Ante el avance de la tecnología, los banqueros prestan aún más atención a sus elecciones linguísticas.

"La pregunta es cuán inteligente puede llegar a ser", dijo. "Tal vez en unos pocos años tengamos algoritmos que hacen las cosas bien, pero en esta etapa, creo que es un buen punto de partida para verificar las evaluaciones". La principal ventaja que los humanos todavía tienen sobre las máquinas es poder leer y entender la ambigüedad, dijo Schumacher.

Si bien el sistema de Natixis puede cuantificar cuán optimistas o pesimistas son los responsables políticos del BCE en la elección e intensidad de las palabras, no puede discernir si un formulador de políticas dijo algo irónico, aunque no todos los humanos podrían hacerlo.

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