UN ESTUDIO RELEVÓ EL RENDIMIENTO DE BONOS EMERGENTES DESDE SU PRIMERA EMISIÓN EN 1815

Defaulteadores: pese a las crisis el retorno compensa las pérdidas

El rendimiento real anual de una cartera de bonos extranjeros alcanza el 6,8%, 4% mayor que el de la deuda pública libre de riesgo británica y estadounidense

A primera vista, hablarle del riesgo de "default" a un inversor que tomó la decisión de diversificar su cartera con bonos soberanos de algún país emergente, sería casi como nombrar la soga en la casa del ahorcado.

Porque culturalmente siempre se asoció a esta clase de deuda pública con problemas futuros para cobrar. Pero un reciente estudio afirma lo contrario: su rentabilidad suele ser tan elevada que la ganancia merece los sustos por venir.

El trabajo, presentado por tres investigadores del National Bureau of Economic Research (NBER) de EE.UU. ("Sovereign Bonds since Waterloo", Josefin Meyer, Carmen Reinhart y Christoph Trebesch), evaluó la historia de las emisiones de bonos de las economías en desarrollo (ahora se las llama "emergentes", o "de frontera" si son menos relevantes) desde que empezaron a principios del siglo XIX hasta hoy.

El resultado del estudio de estos tres investigadores confirma lo que muchos inversores ya saben: la rentabilidad de los bonos de países emergentes es tan alta que no hay default que les quite el atractivo.

De hecho, a pesar de la posibilidad cierta de que no se terminen pagando del todo, siempre se cumple la máxima de que el mayor riesgo se correlaciona directamente con una mayor rentabilidad.

 

El clásico argentino

 

Esto explica por qué la Argentina, que es un clásico en estas clasificaciones, siga pudiendo colocar deuda a pesar de la gran cantidad de cesaciones de pago que carga en sus espaldas.

Si el país ya era noticia en el mundo en 1890 por no devolver un préstamo y provocar la quiebra del banco Baring Brothers (finalmente fue rescatado por el Banco de Inglaterra para evitar una crisis sistémica) y, un siglo después, por provocar el mayor default de la historia mundial hasta ese momento, no debería llamar la atención que el derrotero de incumplimientos siga en el futuro.

Es un prejuicio bastante arraigado el asociar a nuestro país con los mayores defaults de la historia, tanto en volumen como en cantidades.

Sin embargo, otro estudio de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, economistas de la Universidad de Harvard, muestra que la Argentina no es el mayor "defaulteador serial" de la historia.

En el cuadro de honor (el trabajo de los académicos engloba a la reestructuración de deuda con el default, porque también es un incumplimiento en los pagos y siempre se negocia una quita y un nuevo plazo de cancelación) figura en primer lugar España, con 14 cesaciones de pago, le siguen Venezuela y Ecuador con 11, Brasil con 10, Francia, Costa Rica, México, Perú, Chile y Paraguay con 9, y la Argentina, El Salvador y Alemania con 8.

Por otra parte, en valores absolutos tampoco nuestro país realizó el mayor incumplimiento histórico. Si bien el default de 2001 fue muy grande (de u$s 95.000 millones), la reestructuración de Grecia en 2010 batió todos los récords, al renegociar una quita de u$s 138.000 millones de la deuda total de u$s 410.000 que había contraído.

 

Mayor rentabilidad

 

El estudio del NBER pone como fecha de inicio la batalla de Waterloo en 1815 porque es la época en que se independizaron las antiguas colonias españolas en América, y también corresponde al inicio del "festival" de emisiones de deuda soberana de estas nuevas repúblicas independientes, muy necesitadas de capital para financiar el esfuerzo de guerra contra España y su incipiente desarrollo.

Como era lógico, todos estos gobiernos fueron a tomar deuda a Londres, la mayor plaza financiera mundial en ese entonces.

Sin embargo, una década más tarde este mercado se derrumbó, luego de un crack financiero en la City londinense por una excesiva especulación con los bonos latinoamericanos.

Estos inicios caóticos deberían haber convencido a todos los inversores de lo poco conveniente que resultaba prestar a estos países.

Pero la realidad terminó siendo totalmente distinta, porque invertir en estos bonos nunca dejó de ser muy rentable, siempre que se conservaran durante un largo período de tiempo o se aceptaran las condiciones de la reestructuración (a excepción de las revoluciones en Rusia, China y Cuba, donde las pérdidas fueron enormes).

Y si no, no se podría explicar que después del megadefault de 2001, la Argentina haya podido emitir bonos a 100 años en 2017.

"A pesar de los defaults, los períodos de guerra y las crisis mundiales, el rendimiento real anual de una cartera que reúne al conjunto de los bonos de los países extranjeros alcanza el 6,8%, es decir 4% mayor que el de la deuda pública libre de riesgo británica y estadounidense", afirman los autores del estudio.

En otras palabras, los cupones pagados por esta clase de activos (representan el 70% del rendimiento total de estos títulos) compensaron con creces las pérdidas relacionadas con la insolvencia de varios de estos países en el período que va de 1815 a 2016.

Medido en porcentajes, el estudio indicó que el cese de pago de las acreencias se estableció en alrededor de un 43% del valor nominal del bono. Es decir que los tenedores de los títulos suelen recuperar bastante rápido la inversión inicial. En promedio, hacen falta menos de cinco años para alcanzarlo, y en un 25% de los casos de default, menos de un año.

No todas las experiencias son iguales, pero quienes tenían bonos rusos (y los conservaron en cartera) cuando ocurrió la cesación de pagos en 1998, vieron cómo su inversión se cuadruplicó en tan solo seis años. Un fuerte incentivo para quienes hoy están invertidos en deuda venezolana.

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