Contra viento y marea, los bonos verdes continúan rompiendo récords

Para las finanzas globales, u$s 156.000 millones de bonos representan sólo una gota en el océano. Ahora bien, si esos bonos son los green bonds, y en 2017 crecieron casi 80% vs 2016, la cuestión cambia. Si además se tiene en cuenta que el aumento se produjo cuando EE.UU. le dio la espalda al mayor acuerdo global para proteger el ambiente, la consideración resulta más que diferente.

La principal potencia del mundo marca los pasos a nivel global en muchos órdenes, incluyendo el financiero. Cuando el presidente Trump anunció su intención de salir del trabajoso y exitoso Acuerdo de París logrado en diciembre de 2015, muchos analistas se apresuraron a declarar el fracaso de dicho acuerdo. Con éste, vendría el fin de la luna de miel ambiental que había comenzado en la capital francesa hace poco más de dos años, en el marco del cual, gran parte del secreto del éxito dependía del flujo de miles de millones de dólares de financiación hacia los países de menor desarrollo relativo que el acuerdo auguraba.

El anuncio de Trump generó rechazo no sólo fuera de Estados Unidos, sino también dentro de ese país. El movimiento “We are still in , una manifestación de las fuerzas vivas pro Acuerdo de París, es un esfuerzo coordinado por un grupo de ONG, entre las cuales figura WWF, lanzado en junio de 2017 que ya reúne más de 2.500 intendentes, gobernadores, CEO, líderes universitarios e iglesias, que representan más de 127 millones de estadounidenses y varios trillones de dólares de la mayor economía mundial. En cuanto a ciudades, incluye a la pequeña y pintoresca ciudad de Fort Bragg, en el Pacífico norte de California con sus 20.000 habitantes, así como a la ciudad de Nueva York, con su millonaria población cosmopolita. En lo que a empresas se refiere, aglutina desde empresas del tamaño de Apple hasta la modesta Thanksgiving Coffee Company, un clásico de la ciudad costera californiana.

Lo que sin dudas no fue afectado negativamente por el tan mentado anuncio, es el volumen de bonos verdes emitidos durante 2017. Hasta podría decirse que ocurrió todo lo contrario. Los más de u$s 87.000 millones emitidos en 2016 fueron largamente superados en 2017, año que registró un incremento interanual de 78%. Con ese volumen, el año pasado constituyó un nuevo récord para este instrumento de deuda que, si bien no alcanza a ser considerado mainstream, con el tiempo podrá transformarse en un nuevo asset class, alejándose de la categoría de nicho. Más paradójico aun puede resultar el hecho de que Estados Unidos fue el país que mayor volumen de green bonds emitió, con una participación del 24,2%, desplazando a China respecto de 2016. El gigante asiático y Francia ocuparon los lugares dos y tres, con shares de 19,7% y 12,4%, respectivamente. Estos tres países representan el 56% del total. La distribución geográfica se completa con emisores de otros 34 países, incluyendo 10 debutantes, entre los cuales se anota Argentina, con dos emisiones subnacionales realizadas en 2017 destinadas a energías renovables. Por su lado, México y Brasil se posicionan como los mayores emisores de la región.

Fueron precisamente las energías renovables el principal destino de los bonos verdes a nivel global, con un tercio del volumen total. En el mismo orden que en 2016, le siguieron Construcciones & eficiencia energética (29%); Transporte (15%) y Agua (13%), entre los principales. Considerando que, de los casi 240 emisores de bonos verdes de 2017, el 61% fueron nuevos emisores de estos instrumentos, podríamos concluir que estamos ante el nacimiento de un nuevo asset class que continuará captando la atención de compañías, bancos, subnacionales y hasta soberanos, para diversificar y/o incrementar sus fuentes de fondeo. En el caso de Argentina, observamos un interés creciente de parte de bancos, fundamentalmente, que por el momento observan y se preparan para irrumpir en un mercado cada vez más relevante y diversificado.

Dos años después del Acuerdo de París, tuvo lugar en la misma ciudad el One Planet Summit. Con la premisa de que no existe un Plan B porque no existe un Planeta B, más de 3000 líderes corporativos, de gobiernos de diferentes latitudes y del sector financiero se comprometieron a cuidar el ambiente a niveles sin precedentes, en otra clara muestra de que la economía y el financiamiento verde llegaron para quedarse.

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