Caída de más de 20% en los precios potencia la crisis financiera que desató el coronavirus

La falta de acuerdo entre los países miembro de la OPEP para reducir la producción y sostener el barril de crudo hizo eclosión el domingo a la noche, con fuertes caídas en los mercados de futuros. Este lunes será un día negro en las bolsas.

La epidemia del coronavirus ya comenzó a golpear con fuerza en los mercados financieros internacionales. El temor a una crisis económica planetaria ya es patente y se empieza a notar en varios sectores de actividad, empezando por el turismo y el transporte aéreo.

Pero esta desaceleración de la economía también se percibe en el fracaso de la ronda de negociaciones que finalizó el viernes pasado en Viena entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Al no consensuar un recorte en la producción para sostener el precio del barril de crudo Brent por encima de los u$s 50, quedó a la vista cómo la actual coyuntura afecta a cada país de manera distinta, siendo Rusia y Arabia Saudita (el mayor exportador del mundo) los líderes de las posiciones antagónicas dentro del organismo.

Una vez que se tomó conocimiento de que la ronda de negociaciones había fracasado, el precio del crudo se derrumbó en los mercados un 9% hasta acercarse a los u$s 45, el nivel más bajo desde 2017. Pero la pulseada no terminó allí: anoche las cotizaciones en el mercado de futuros se desplomaron 30%, la mayor caída intradiaria desde 1991, que provocó bajas en las bolsas asiáticas y anticipa un lunes negro en los mercados occidentales. Al término del día el retroceso se frenó: el Brent disminuyó 22%, a u$s 35,32 el barril, y el WTI (de referencia en EE.UU.) se operaba al cierre de esta edición a u$s 32,29. La aversión al riesgo anoche ya había impulsado los bonos del Tesoro a 10 años, haciendo caer sus rendimientos. Incluso se especulaba con un nuevo movimiento de la Fed.

INTERESES DIVERGENTES

"A partir del 1° de abril nadie estará obligado a reducir la producción", afirmó el ministro de Energía ruso Alexander Novak, el funcionario que se opuso a la propuesta saudita de aplicar un recorte de 1,5 millones de barriles diarios hasta fin de año, equivalente al 1,5% de la oferta mundial (a principios de 2020 ya se había hecho otro de 2,1 millones de barriles diarios). La propuesta contemplaba que, de ese total, un millón era ajustado por Arabia Saudita y los demás miembros plenos de la OPEP, mientras que el resto del ajuste quedaba en manos de Rusia y los otros nueve países asociados al organismo.

Sin embargo, para aprobar la medida, hacía falta que el representante ruso diera su aval, por lo que, como dijo Ann-Louise Hittle, vicepresidenta de la consultora especializada en energía Wood Mackenzie, luego de la negativa rusa "los mercados ahora enfrentan el fantasma de una producción descontrolada".

En ese sentido, los datos aportados por la consultora dan cuenta de que el consumo mundial de crudo caería en unos 2,7 millones de barriles diarios durante el primer trimestre de 2020 (de los cuales 2,3 millones solamente corresponderían a China), el mayor retroceso desde la crisis subprime en 2008. Además, los inventarios se siguen acumulando en territorio chino: con 782 millones de barriles, ya supera el record alcanzado en mayo de 2019, según Wood Mackenzie.

"Nadie conoce la intensidad del impacto del virus sobre la demanda, ni cuánto tiempo durará la epidemia, por más que la actividad económica en China muestre señales de recuperación", explicaron en un informe los analistas de la consultora Energy Aspects.

¿Por qué a Rusia no le interesa mejorar los precios a los que vende el barril de petróleo? Porque como se dijo antes, sus intereses divergen sustancialmente de los de Arabia Saudita y las monarquías petroleras de Medio Oriente.

En el caso ruso, su moneda, el rublo, fluctúa libremente y cae en la medida que baje el precio del crudo. Por eso, frente a las sanciones económicas que sufre la economía rusa por parte de Estados Unidos luego de invadir Crimea, dejar caer el valor del petróleo permite hacer más competitivas las exportaciones rusas (porque el rublo se deprecia y, de hecho, ya perdió un 6% contra el dólar desde principios de año). Además, las grandes compañías petroleras nacionales, como Gazprom y Rosneft, no quieren reducir sus ingresos, y por eso están en contra de los recortes propuestos por Arabia Saudita.

En cambio, para la monarquía gobernada por el rey Salman, la situación es bien distinta. El riyal saudí está anclado al dólar, como lo estuvo el peso durante la Convertibilidad. Y su gobierno alcanza el equilibrio presupuestario con un barril a u$s84, mientras que Rusia lo consigue a tan solo la mitad de ese valor. Por eso, el gobierno de Vladímir Putin todavía tiene margen para dejar caer un poco más los precios actuales.

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