Faltan paraguas para la tormenta que se avecina en los mercados

Por Julián Guarino, subeditor de Finanzas & Mercados

Hay que beber de la fuente cuando tiene agua, no cuando se tiene sed. Si usted es inversor, atención: el momento no puede ser peor para aquellos que siguen la evolución de los mercados financieros y lo atan a la marcha de la economía global. Sin embargo al final de la pendiente, bien podrían encontrarse nuevas oportunidades.

Mientras el mercado local se empantana en una zona de correcciones que podría dejarlo al Merval por debajo de los 2.000 puntos, y mientras los precios de las empresas en bolsa y de los bonos comienzan a descontar que el escenario económico no será tan promisorio como se esperaba, los países, las economías, las empresas de la zona euro asumen que gran parte de los factores que despertaron este escenario les toca de lleno.

El cambio, ahora, es que para los Estados Unidos, el contexto tampoco aparece tan despejado como se presumía. En rigor un dato que da escalofríos a los propios estadounidenses es que, si no fuera por el Gobierno de Barack Obama, los números de empleo de esa economía irían en picada: el sector privado  no está creando empleos.

El club de los pesimistas está a la orden del día: Obama, Bernanke & Roubini han reconocido en las últimas horas que la crisis europea no terminó (Roubini) y que si bien había buenas perspectivas todavía queda mucho por hacer (Obama).

La Reserva Federal que comanda Bernanke, también fue tajante: EE.UU. puede sufrir por el impacto de la crisis de la deuda europea ya que las condiciones financieras suponen ahora un menor apoyo al crecimiento económico. ¿La señal de alarma? El crédito bancario sigue siendo cada vez más chico en una economía que depende 75% de él.

Pero atención: en las próximas horas, se espera que los bancos europeos soliciten préstamos por 210.000 millones de euros al Banco Central, lo que será una cifra récord. De confirmarse, habrá que esperar nuevas caídas en los mercados ya que implicará una severa advertencia sobre el estado de las finanzas del sector.

Esto podría pegarle al euro cuyo pronóstico se ha afianzado en un nivel que va de u$s 1,20 a u$s 1,30 pero en las últimas horas, y con la atención del mundo en el probable default griego, bien podría perder mayor terreno.

A la vez, los bancos centrales de la eurozona aumentaron las compras de títulos gubernamentales griegos, portugueses e irlandeses, profundizando los esfuerzos para apoyar al mercado de bonos de la región y ayudarlo a mantenerse a flote en medio de la crisis de confianza en la deuda soberana. Hay quienes dicen que esto no sirve de nada (Roubini), bajo el argumento de que los fundamentales de algunas economías –entre ellas la griega- resultan todo un canto a la insolvencia y multiplican por 3, el grado de quiebra de la Argentina en 2001.

Volvemos a reafirmar entonces que los meses que se aproximan no serán nada buenos para los inversores. A nivel local es probable que la tendencia a la dolarización sólo vaya en incremento. A lo lejos, hay quienes intuyen que, pasada la liquidación de la cosecha gruesa por parte de los exportadores, los próximos meses traerán menos dólares y mayores preocupaciones para la Casa Rosada.

Los inversores locales se ven tentados a hacerse un ovillo y refugiarse, y si bien el oro ha ganado otro casillero —se negocia en u$s 1.241 dólares la onza— también en lo doméstico los contratos de dólar futuro tienen jornadas para destacar.

Mientras los contratos que se transan en la city acumulan un monto que en promedio difícilmente supera los u$s 300 millones diarios, en el Mercado Abierto Electrónico (MAE) se hacen negocios por más de u$s 1.000 millones. La ola de incertidumbre hizo que algunos actores comenzaran a “escalonar contratos. Se fijó en $ 3,93 el precio de cierre del contrato de junio, mientras que diciembre cerró en $ 4,15.

El dato no sorprende: desde hace algunos días, los empresarios locales y los ahorristas de gran porte se han visto asfixiados por las nuevas regulaciones para comprar dólares que impuso el Banco Central. Las últimas restricciones dispuestas para las compras mayores a u$s 250.000 anuales (o de u$s 20.000 en efectivo), dejaron un mercado cambiario que sufrió una fuerte presión a la baja en el valor del billete a partir de un giro en los instrumentos elegidos por los actores del mercado para dolarizar las carteras, reacción que se volvió más acuciante a partir del clima de incertidumbre que se ha apoderado de las principales plazas financieras.

De esta manera, los empresarios han decidido cubrirse utilizando otros medios para llegar al dólar, posicionarse en bonos en moneda dura (que treparon la última semana pero que perdieron ayer), o celebrar contratos a futuro de dólar que, en algunos casos, y combinado con una estrategia de plazo fijo en dólares, arroja tasas atractivas.

Algo de esto se vio en junio, donde el volumen de plazos fijos en dólares creció 3% y sólo 1,5% el de pesos.

Noticias de tu interés