El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a cargar este martes contra Jerome Powell, titular de la Reserva Federal (Fed), a quien calificó de "cabeza hueca" por mantener las tasas de interés "excesivamente altas".
En un mensaje que resonó fuerte en los mercados, el republicano aseguró que el banquero dejará su cargo en "ocho meses", pese a que su mandato se extiende hasta mayo del próximo año.
"Creo que ha hecho un mal trabajo, pero de todas formas se irá pronto. En ocho meses se va", lanzó Trump este martes desde la Casa Blanca, tras una reunión bilateral con el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr.
La declaración se dio apenas días después de que un informe de Bloomberg revelara que Trump evaluaba la posibilidad de despedir a Powell. La sola mención de ese escenario provocó una ola de volatilidad: los bonos del Tesoro a 30 años saltaron 11 puntos básicos, el dólar cayó más de 1% frente al euro y Wall Street cerró con fuertes pérdidas.
La reacción inmediata de los mercados reflejó el temor a una intromisión directa en la independencia del banco central más influyente del mundo.
Bajó el tono
Aunque luego moderó el tono, el mensaje de fondo quedó instalado. La mera especulación de un reemplazo de Powell introdujo un nuevo factor de incertidumbre que pocos en Wall Street habían considerado hasta ahora. Y si bien el actual presidente de la Fed ya dejó claro que no renunciará antes de que finalice su mandato el 15 de mayo, no quedó claro por qué Trump fijó el plazo en "ocho meses", lo que apuntaría a marzo.
Consultado por El Cronista, Diego Ferro, CEO de M2M Capital, explicó que, si bien Powell "no es un presidente legendario de la Fed, es percibido como alguien competente". Por eso, el impacto de su posible salida dependerá en gran medida de quién sea designado en su reemplazo.
Pero Ferro advirtió que lo más delicado del episodio es el mensaje político: "La señal de pérdida de independencia del banco central nunca es una buena noticia". Según el analista, el estilo disruptivo de Trump -ya sea en materia arancelaria, geopolítica o regulatoria- hace muy difícil aislar el análisis de este tipo de episodios.
"El debilitamiento global del dólar tiene que ver con ese conjunto de factores y este episodio suma presión", explicó Ferro. Y agregó que, aunque hay una salida del billete estadounidense, "eso no se traslada directamente al mercado de capitales".
A su juicio, parte del renovado entusiasmo por los criptoactivos también responde a este contexto: "Funcionan como cobertura frente a decisiones arbitrarias del gobierno estadounidense. Es una apuesta de largo plazo por activos que, en cierta forma, el propio Estado impulsa. Más allá de eso, es difícil proyectar con claridad", concluyó.
La política sacude a la Fed
En la misma línea, Pedro Moreyra, director de Guardian Capital, recordó que la ofensiva de Trump contra la Reserva Federal se intensificó la semana pasada, cuando afirmó que no planeaba despedir a Powell, aunque dejó la puerta abierta.
"Esa ambigüedad, sumada al reporte de Bloomberg, generó una reacción inmediata: caídas en acciones y en el dólar, y suba en los rendimientos del Tesoro", apuntó.
Moreyra también destacó otro frente de presión: "Esta semana, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, reclamó una auditoría sobre la Fed, cuestionó el ‘alarmismo' por los aranceles y ordenó revisar el plan de renovación de su sede, con un presupuesto de u$s 2500 millones, en medio de un fuerte déficit". Esto deja claro que hay confrontación institucional.
Para el estratega, esta ofensiva reaviva un debate de fondo. "Cuestionar la autonomía de un banco central -en EE.UU. o en cualquier país- nunca es positivo. La historia muestra que cuando la política somete a la autoridad monetaria, las consecuencias son previsibles: más inflación, deterioro fiscal y pérdida de confianza en la moneda", sentenció.

Impacto en Argentina
Moreyra traza incluso un paralelismo con la situación argentina: "Somos un ejemplo reciente de los efectos negativos que genera una autoridad monetaria sin independencia. Pero no somos los únicos: Estados Unidos también vivió tensiones similares tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el presidente Truman intentó condicionar a la Fed".
Y aunque reconoce que este escenario suma incertidumbre institucional, también admite que podría derivar en un giro monetario más expansivo. "El solo hecho de que se contemple una Fed sin Powell refuerza la expectativa de recortes de tasas en el corto plazo. Eso entusiasma a los mercados, sobre todo a las acciones tecnológicas y a las small caps, que son más sensibles al costo del financiamiento".
Moreyra cerró con una reflexión de tinte regional: "En medio de tanta volatilidad, este escenario podría incluso jugar a favor de Argentina. Si la Fed baja su tasa, se reduce el atractivo de los bonos del Tesoro y los capitales globales vuelven a mirar a los emergentes. En ese contexto, los títulos argentinos -pese a su alto riesgo- pasan a ofrecer rendimientos difíciles de ignorar. Son más competitivos frente a un mundo que busca retornos", concluyó.



