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El Índice de Condiciones Financieras (ICF), elaborado por la consultora Econviews, mostró en junio una mejora significativa al subir 12 puntos hasta alcanzar las 58,8 unidades. Esto configura el nivel más alto desde febrero de 2025.

También, el dato refleja un entorno financiero más benigno a nivel global, aunque la foto local arrojó señales de fragilidad y alerta, en particular en un contexto de crecientes tensiones políticas, deterioro externo y cobertura electoral.

El avance del ICF estuvo explicado casi en su totalidad "por el componente externo, que trepó 10 puntos en el mes para ubicarse en 29,4 unidades". Esta mejora respondió a una mayor estabilidad en los mercados accionarios y de divisas, incluso en medio de la volatilidad del petróleo provocada por el conflicto bélico en Medio Oriente.

Una ayuda internacional

El cese al fuego alcanzado el 24 de junio entre Irán, Israel y Estados Unidos hizo que el precio del crudo, que había saltado de u$s 64 a u$s 74 por barril, volviera a niveles de u$s 66, lo que ayudó a descomprimir "parcialmente" el frente energético.

Pese a este contexto de tensiones geopolíticas, "el apetito por riesgo se mantuvo firme". Según destaca Econviews, "ni las amenazas arancelarias del presidente Donald Trump ni la aprobación de un presupuesto estadounidense que eleva el déficit fiscal en u$s 3,4 billones en los próximos 10 años, lograron alterar de forma significativa el humor de los mercados".

Así, las 10 variables del subíndice externo permanecieron en zona de confort durante junio, aunque algunas -como los TIPS que miden inflación esperada y el ratio de bancos frente al S&P 500- arrojaron "cierta debilidad respecto al mes previo".

El panorama local no luce tan optimista

Puertas adentro, el termómetro financiero cuenta otra historia. El subíndice local apenas logró sumar 2 puntos el mes pasado, también hasta 29,4 unidades, una señal de estancamiento frente a los riesgos crecientes que enfrenta la economía argentina.

"Si bien siete de las diez variables que lo componen mostraron mejoras respecto a mayo -como los depósitos en dólares, la inflación núcleo o la liquidez de corto plazo-, el comportamiento de los activos fue decididamente negativo", concluye.

Y es que el S&P Merval, medido en dólares financieros (CCL), retrocedió 8,8% en el mes, afectado por ventas generalizadas y una mayor cautela de los inversores. La devaluación implícita en los contratos de dólar futuro a un año subió de 19% a 21%, reflejo de la expectativa de una aceleración cambiaria.

En tanto, el riesgo país se mantuvo alrededor de los 700 puntos básicos, sin poder despegar de esa zona crítica. "La canasta de bonos high-yield sufrió en junio a nivel global, pero en el caso argentino, la debilidad también responde a factores internos", advierte Econviews.

El dólar volvió al centro de la escena

"En la primera semana de julio, el tipo de cambio oficial pasó de $1.190 a $1.260, en un movimiento que obedece tanto a factores estacionales -como el cobro del aguinaldo, las vacaciones de invierno y el final de la cosecha gruesa- como a motivos estructurales, analiza el estudio.

Y agrega que: "La dolarización de carteras de cara a las elecciones es cada vez más evidente, y preocupa la falta de acumulación de reservas del Banco Central en un contexto donde el déficit de cuenta corriente ya alcanzó los u$s 5.200 millones en el primer trimestre del año", según datos oficiales.

La dinámica de la política fiscal se muestra por ahora contenida, estima la consultora de Miguel Ángel Kiguel, lo que reduce el riesgo de una corrección brusca en el corto plazo.

Sin embargo, el Tesoro adoptó una estrategia más flexible en sus licitaciones: "En las últimas semanas, renovó menos deuda de la que vencía e inyectó pesos en la economía que presionan sobre la tasa de interés a corto plazo. A pesar de eso, el estudio concluye que la política monetaria mantiene un sesgo contractivo, con una tasa real cercana al 10% anual, necesaria para contener la demanda de divisas, pero con efectos colaterales sobre el crédito y la actividad.

¿Es sostenible el rebote externo?

El valor del subíndice externo de junio se ubica dentro del 30% más alto de toda la serie histórica (2005-2025), pero los analistas no descartan nuevas correcciones si se materializan algunos de los riesgos en el horizonte.

Las tensiones geopolíticas no desaparecieron, el panorama fiscal estadounidense se deteriora, y las amenazas arancelarias de la campaña electoral en EE.UU. pueden provocar nuevos sobresaltos en los próximos meses.

Y es que el repunte del ICF en junio ofrece un respiro, pero está apoyado en factores exógenos que podrían revertirse con rapidez. En el plano local, el deterioro de activos, la presión cambiaria y la creciente dolarización de carteras reflejan que los inversores ya se posicionan para un escenario electoral incierto. En ese marco, el dólar vuelve a ser el termómetro clave del humor financiero argentino.