El mundo financiero posee rasgos de leve argentinización, con alta volatilidad, inflación y temores a una recesión.

Inglaterra tiene más acentuado esos rasgos, con ministros que duran seis semanas a cargo de la economía y un fondo de pensiones que estuvo al borde de la bancarrota por el derrumbe de los papeles de la deuda o "gilts". El Banco de Inglaterra debió intervenir para evitar colapso de los fondos jubilatorios.

Paradójicamente algunos emergentes como Brasil resisten de mejor manera que países desarrollados.

El viernes el derrumbe de los bonos encontró a la Argentina liderando las caídas: el GD30 perdió 2% a 19,70 dólares. La mayoría de las emisiones ya cotizan por debajo del 20% de paridad.

El título de Brasil similar, con vencimiento en el 2030 cotiza a u$s 82 y solamente mostró un retroceso de 0,22%, los mismos porcentajes de retroceso que tuvieron papeles de Paraguay, Perú y Malasia.

Egipto, sujeto a fuertes dudas de inversores, mostró en su título al 2031 que cotiza al 57%, una baja de 0,4%. Rinden 15% en dólares contra el 44% de los de la Argentina (siempre que se cumplan con todos los pagos hasta el vencimiento).

En realidad, en términos financieros los papeles domésticos son "high beta", de mayor volatilidad por su riesgo, lo que en definitiva son más "sensibles" a cambios en las condiciones externas que afectan a todas las emisiones de los emergentes.

¿Qué puede pasar de ahora en más con la deuda doméstica en dólares? El riesgo país está en niveles de 2820 puntos, confirmando la alta probabilidad que le asigna el mercado a una restructuración de la deuda.

Que el Banco Central esté perdiendo reservas sistemáticamente en casi todas las jornadas financieras de octubre es una preocupante señal. Nadie duda del cumplimiento de los pagos que tiene por delante el Gobierno por vencimientos de bonos en enero y julio.

Pero las reservas están muy limitadas. El viernes, el Banco Central a través de la Comunicación "A" 7621 prorrogó la obligación a las empresas que tienen que pagar amortizaciones por deudas a refinanciar al menos el 60% de sus vencimientos de capital.

No hay divisas para el sector corporativo. La entidad que preside Miguel Pesce las sigue obligando a restructurar o lanzar canjes de bonos. Tampoco el BCRA autoriza pagos de deudas a empresas vinculadas.

La sensación en la plaza es que, dado el contexto internacional, difícilmente se vea un súbito despegue de las paridades. Las cartas oficiales para sumar reservas se agotaron con el "dólar soja" y los organismos internacionales.

La brecha cambiaria en torno al 110% hace prácticamente imposible sumar divisas. El 2022, producto del atraso cambiario y la mencionada brecha, traerá un déficit de cuenta corriente del orden del 0,5% del PBI.

El desafío para el equipo económico sigue siendo muy importante. Los precios de la deuda lo reflejan. El valor de mercado de la deuda nominado en moneda extranjera es de sólo u$s 16.000 millones. Lo único bueno es que el piso también está cerca.