

Con su habitual estilo simple y categórico, Donald Trump volvió a recurrir a un chivo expiatorio para justificar algo que no sale como él desearía. Tras el derrumbe que sufrió Wall Street la semana pasada en tan solo dos ruedas (el índice S&P 500 cayó más de un 5% entre el martes y miércoles), el presidente de EE.UU. le echó la culpa a la Reserva Federal por lo sucedido.
"El problema viene de la Fed, que está cometiendo un error al mostrarse tan estricta. Creo que se volvió loca", afirmó Trump en una entrevista para la televisión. Si no fuera porque nació de la máxima autoridad estadounidense, el comentario parecería más propio de un programa de debates por televisión del estilo de Intratables.
¿Por qué el magnate volvió a recurrir a uno de sus habituales exabruptos? Para todos los analistas, la causa de su malhumor se encuentra en la política monetaria contractiva del organismo, que el 27 de septiembre pasado llevó la tasa de referencia a una escala del 2%- 2,25%. Ya en ese momento, Trump se quejó de la decisión del organismo: "La economía se encuentra en niveles récord y no quiero desacelerarla ni siquiera un poquito, particularmente cuando no tenemos problemas con la inflación".
Así que ahora que los inversores empiezan a mirar con desconfianza si no estaría llegando el fin del rally alcista más largo de la historia (empezó en marzo de 2009), se entiende la reacción presidencial ante el temor de que los mercados financieros se embarquen en una espiral descendente. Y sobre todo cuando las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina (se realizarán el 6 de noviembre próximo).
Que no se pinche el globo
Porque claramente, el principal argumento del gobierno de Trump para esta campaña es la buena salud de la economía, con niveles de desempleo en mínimos históricos. Por lo que se trata de evitar, por lo menos durante las próximas semanas, que no se "pinche el globo" del optimismo. Para evitar esto, el presidente está dispuesto a saltarse (otra vez) las normas y presionar a los funcionarios de la Fed para que no haya más anuncios de subas de tasas, algo pocas veces visto en EE.UU., donde la independencia del máximo organismo monetario es absoluta.
Los inversores no pierden de vista este contexto, más teniendo en cuenta que Jerome Powell, el presidente de la Fed, había anunciado hace un tiempo atrás que las tasas de referencia todavía se encontraban lejos de su nivel ideal. Declaraciones que convencieron a los mercados de que de acá a fines de 2019 podría haber tres o cuatro subas más.
"Existe una posibilidad de que la suba en los costos de financiamiento, por el incremento de las tasas de la Fed, combinada con una escalada en la guerra comercial y otras causas externas como los problemas de los emergentes y las peripecias alrededor del presupuesto italiano, exacerben los riesgos para la economía estadounidense", sostuvo un informe del banco ING.
Tecnológicas expuestas
Entre los distintos mercados financieros de EE.UU., el que más sufrió las correcciones de las últimas semanas fue el Nasdaq, con caídas de más de un 8% desde el 3 de octubre (el viernes último se recuperó un poco). De acuerdo con Bloomberg, desde el pico máximo del mes de agosto, las acciones tecnológicas que cotizan en el Nasdaq perdieron unos u$s 900.000 millones de capitalización bursátil.
"Se están dando ventas masivas en las acciones más caras, aquellas enfocadas en el crecimiento y sobre todo las que todavía no son rentables. Papeles que fueron sobrecomprados estos últimos meses, como algunos tecnológicos. Hay una decisión general entre los inversores de reducir los riesgos vendiendo estas acciones", comentó el analista David Older, de la administradora de fondos Carmignac.
Pero la reciente toma de ganancias no solo puede explicarse por la suba de tasas de la Fed, ni tampoco por la reacción exacerbada de Trump. Los inversores también anotan entre los factores a tener en cuenta las advertencias del Fondo Monetario Internacional, que acaba de anunciar una baja en las previsiones del crecimiento mundial (pasó del 3,9% al 3,7% para 2018 y 2019), por el aumento en los aranceles a las importaciones, principalmente entre EE.UU., China y la Unión Europea.
Para Richard Titherington, analista de JP Morgan, "Sería un error minimizar el impacto de la pelea comercial entre EE.UU. y China, que solo puede tener un resultado negativo para todos". Además, a este ajedrez comercial hay que agregarle el efecto que producen las declaraciones incendiarias de Trump: "La economía china se desaceleró de manera muy significativa y todavía tengo muchas cosas por hacer, si se me da la gana. No quiero hacerlo, pero ellos tienen que sentarse en la mesa de negociaciones".
En ese sentido, el efecto de esta pelea se está por comprobar a través de los próximos resultados trimestrales de las compañías que cotizan en Wall Street. Si bien los analistas esperan una suba del 21% en los beneficios por acción durante el tercer trimestre (unos resultados extraordinarios gracias a la reforma impositiva del año pasado), también hay preocupación por las consecuencias de la guerra comercial con China. Es otro de los riesgos de haber puesto el listón tan alto.
Además, una señal que observan muy de cerca los inversores en estos momentos en cómo están subiendo los rendimientos de los Bonos del Tesoro a niveles que no se veían desde hacía rato. Y, sobre todo, en la diferencia entre los de los títulos a 10 años y los de dos años, ya que esta brecha es utilizada como predictor de una posible futura recesión y de un cambio de tendencia en los mercados. A medida que la diferencia en el rendimiento de ambos bonos se acerca a cero, todos saben que es hora de deshacer posiciones. Justamente, hace un año esta brecha era de 84 puntos básicos, cuando hoy se ubica en tan solo 33.


