En la City no quieren de inquilinos a cuevas con ‘mulas’ del dólar blue

Nadie cotiza". "No hay mercado". Estas pasaron a ser las dos frases de cabecera entre las mesas de dinero que, cuando pedían precio del blue al mayorista, no les cotizaba porque, por miedo a posibles allanamientos, se escondían y no estaban operando.


En medio de este raid policíaco, las reglas de juego cambiaron por completo en el submundo cuevero: por temor a las inspecciones, las financieras que venden dólares pueden llegar a cambiar mensualmente de oficina, de líneas telefónicas y se llevan siempre las computadoras portátiles a sus casas. Muchas se mudan a pocas cuadras, dentro del microcentro, ya que deben estar bien ubicados, por una cuestión logística. Dicen que Dios está en todas partes, pero atiende en el microcentro.

Pero ahora el problema que tienen es que los administradores de consorcios tienen a las cooperativas, mutuales y financieras entre ceja y ceja, y no los quieren más de inquilinos.


Ningún edificio quiere desprestigiarse (y como consecuencia perder valor de mercado) como el ubicado en Corrientes, a mitad de cuadra entre San Martín y Reconquista, famoso por albergar a cantidad de cuevas, hasta donde fue en persona el propio Guillermo Moreno en su época de todoterreno Secretario de Comercio Interior, para amedrentarlos. A propósito, ¿hará falta repatriar a Moreno desde su ostracismo en la Embajada de Italia para hacer bajar al blue?


Preguntas aparte, lo cierto es que en los consorcios del microcentro no quieren a las mulas del blue. Así se denomina en la jerga a los portavalores, los empleados (entre los que se encuentran varios ex policías) vestidos con jeans y campera que llevan el efectivo (siempre en el cuerpo, dentro de su ropa, para que esté más seguro), de un lugar a otro.


A ningún copropietario le agrada demasiado ver siempre a las mismas mulas entrando y saliendo del edificio 15 veces por día. Tampoco, tener tanta rotación de visitantes, que entran y salen con mochilas llenas de billetes. Por eso, a partir de ahora, antes de alquilar una oficina, piden referencias de la actividad, y las chequean con lupa.


¿Qué hacen las mesas de dinero ante este contexto? Ni lerdas ni perezosas, se están mudando hacia ciudades del interior del país, como Santa Fé, Mendoza, Córdoba y Entre Ríos, donde no hay tantos controles y hay menos competencia. Ellos aportan su know how. En este sentido, se parecen al viejo almacenero de barrio: anota todas las operaciones en un cuaderno. Pero más de uno escribe todo en lápiz en lugar de hacerlo con birome, porque sabe que de esa forma no constituye una prueba fidedigna ante un eventual allanamiento.

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