

"Prestar o no prestar, esa es la cuestión". Este dilema hamletiano, adaptado a la realidad de hoy, resume la disyuntiva que asalta a la mayoría de los bancos chinos.
A pesar de que no se conoce con exactitud la profundidad del daño causado, porque las estadísticas oficiales no siempre son del todo confiables, todos están atrapados en el tsunami del coronavirus en la economía del gigante asiático.
Al igual que sus homólogas del resto del mundo, las mayores entidades financieras del país (ICBC, Bank of China, Agricultural Bank of China y China Construction Bank), y también las de menor tamaño, están atrapadas en una espiral infernal de créditos que, de la noche a la mañana, pasaron a ser virtualmente incobrables.
Cuando el universo de las pymes de un país ve desaparecer sus ingresos (probablemente no haya término que exprese mejor lo sucedido) en un 70% en tan solo un mes, como que sucedió en marzo pasado en China, es imposible que se sostenga la cadena de pagos y, por ende, la devolución de los préstamos.
En 2008, cuando se produjo la explosión de la burbuja de las hipotecas subprime de baja calidad crediticia, el estallido se dio en cámara lenta, por más que el impacto tuvo dimensiones planetarias y terminó afectando menos a la economía china.
En cambio, en este caso todo sucede a un ritmo tan vertiginoso que es difícil para los bancos nacionales, acostumbrados a sus estructuras burocráticas, adaptarse a la misma velocidad que lo que sucede a su alrededor.
Si las grandes entidades financieras chinas publicaron en marzo pasado sus resultados anuales sin grandes muestras de algarabía, a pesar de que los beneficios crecieron de manera significativa, es porque todas se preparan para lo que van a ser los datos del primer trimestre 2020, que serán publicados en el transcurso de esta semana.
Todos los ejecutivos del sector saben que los resultados van a ser malos, porque el impacto del Covid-19 (con las estadísticas oficiales o de las otras) será muy grande sobre toda la economía.
Como muestra, los bancos ya anticiparon que su ratio de créditos incobrables ("non performing loans") había crecido en 0,06 puntos durante el primer trimestre, para alcanzar un 2,04% a fines de marzo.
Las estimaciones publicadas por la calificadora Stantard & Poor's dan cuenta de que la pandemia podría haber generado un total de u$s 500.000 millones en préstamos difíciles de cobrar. Esto se suma al cálculo de PriceWaterhouseCoopers, que sostiene que la deuda de baja calidad alcanzó la estratosférica suma de u$s 1,5 billones a fines de 2019.
Claramente, el Covid-19 llegó en un mal momento para el sistema bancario chino, lastrado por una cartera de créditos incobrables que podrían provocar un riesgo sistémico si no fuera que las entidades financieras son estatales y que, si hiciera falta algún rescate, el gobierno del presidente Xi Jinping jamás permitiría la ocurrencia de un "momento Lehman" como el que llevó a quebrar a Lehman Brothers en septiembre de 2008 en los Estados Unidos.
FALTAN INCENTIVOS
Pero este no es el único problema que afecta a las entidades del país. Tampoco tienen incentivos para otorgar nuevos préstamos en las actuales circunstancias, con una economía que empieza a dar tímidas señales de reactivación y por más que el Banco Central de China haya otorgado enormes líneas de asistencia financiera. Y esto cuando las pymes chinas, que representan el 80% del empleo, más necesitan el financiamiento para no quebrar.
"Las pequeñas empresas solo pueden conseguir prestamistas privados (usureros). Es imposible que los bancos oficiales aprueben sus solicitudes. Por la pandemia, el gobierno central exigió a los bancos locales que aumenten su nivel de préstamos y reduzcan sus requisitos, pero no podemos hacerlo", afirmó en off un ejecutivo bancario al diario South China Morning Post.
El ejecutivo explicó que las entidades se negaban por la falta de garantías y la cantidad de incobrables que ya tenían en sus carteras crediticias. "¿Quién de mis colegas estaría dispuesto a asumir tanto riesgo?", se preguntó, sabiendo que una mala decisión podría afectar sus carreras para siempre.


