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La decisión del Tesoro de Estados Unidos de comprar pesos argentinos y activar una línea swap por u$s 20.000 millones con el Gobierno de Javier Milei sacudió al mercado financiero y abrió un debate inmediato: ¿es el principio de una nueva etapa para la Argentina o una jugada táctica con fecha de vencimiento?

En un informe titulado "Economía: el apoyo de EE.UU. a la Argentina y su impacto", el banco británico plantea una lectura que mezcla distensión y cautela.


Para el gigante de la banca, la intervención de Washington es "sin precedentes" -solo comparable con las compras de yenes en 1998 y 2011, y de euros en 2000-, pero advierte que los fundamentos macroeconómicos del país son frágiles y que el desenlace dependerá del grado de compromiso político detrás de la movida.

El "whatever it takes"

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, evocó la célebre frase de Mario Draghi en 2012 ("whatever it takes") para justificar el operativo del 9 de octubre, cuando el Tesoro compró pesos en el mercado oficial.

Según Barclays, el gesto busca algo más que estabilizar la moneda: "Pretende frenar los bucles negativos que suelen precipitarse en la economía argentina cuando la política pierde control del tipo de cambio".

El banco advierte: "El apoyo de EE.UU. puede ser el factor que rompa la dinámica de crisis autoinfligidas y ayude a converger hacia un equilibrio positivo", sostiene el informe.

La entidad argumenta que, con respaldo financiero suficiente, el Banco Central podría evitar una devaluación desordenada, moderar la inflación y estabilizar las expectativas, lo que reduciría el riesgo político que alimenta la desconfianza de los mercados.

El desafío del financiamiento y el fantasma del default

Barclays destaca que la Argentina enfrenta vencimientos por unos u$s 30.000 millones entre 2026 y 2027. Sin acceso a los mercados internacionales, Milei se vería forzado a monetizar el déficit para comprar reservas, lo que a su vez aceleraría la inflación y deterioraría la popularidad del gobierno.

"Un apoyo fuerte de EE.UU. podría romper ese círculo vicioso, reducir la sobre-reacción del mercado y disminuir las probabilidades de default", advierte.

El informe advierte que el Exchange Stabilization Fund (ESF), con activos por u$s 220.000 millones, tiene margen suficiente para sostener la operación. De esos fondos, unos u$s 175.000 millones corresponden a Derechos Especiales de Giro (DEG), que podrían convertirse en dólares mediante certificados en la Reserva Federal (Fed).

Sin embargo, el banco enfatiza que los detalles -condicionalidades, plazos, liquidez y nivel de compromiso- serán determinantes. Cabe recordar que Milei se reunirá con Donald Trump en Washington este martes, y se espera que de ese encuentro surjan precisiones sobre el alcance real del respaldo.

Las cuatro dudas de Barclays

Barclays sintetiza las principales dudas de los inversores en cuatro ejes:

  • ¿Bessent como espejismo electoral? La posibilidad de que se trate de una maniobra comunicacional previa a las elecciones no se descarta, aunque el banco considera que el costo reputacional de dar marcha atrás sería alto.
  • El riesgo de postergación macroeconómica: EE.UU. podría exigir un marco sólido para sostener su apoyo, advirtiendo que una moneda sobrevaluada sería políticamente riesgosa. Si el gobierno mantiene bandas cambiarias rígidas con financiamiento fácil, la economía seguiría estancada y la corrección posterior podría ser más costosa.
  • La sostenibilidad política del respaldo: si Milei no logra un resultado favorable en las legislativas de octubre, el apoyo de Bessent podría debilitarse. "No es nuestro escenario base, pero el riesgo político de perder respaldo de EE.UU. debe considerarse", dice el informe.
  • El límite del apoyo frente a la dolarización de carteras: con solo diez días hábiles antes de las elecciones, Barclays prevé que muchos inversores podrían dolarizar posiciones por precaución. En ese caso, el Gobierno recurriría a controles temporales antes que permitir una caída abrupta de reservas.

Estrategia de crédito: cautela, pero sin salir

En el plano de inversión, Barclays mantiene su recomendación de "Market Weight" para los bonos soberanos argentinos. Tras el anuncio del swap, los títulos subieron entre 4,5 y 5 puntos, lo que sirvió para revertir la caída posterior a las elecciones enBuenos Aires.

La curva, ahora más estable, "sigue elevada respecto de otros emisores high yield, pero dejó de estar invertida", indica el informe.

"El apoyo del Tesoro de EE.UU. ha funcionado como cortafuegos, conteniendo la dolarización de portafolios. Si después de las elecciones el gobierno toma decisiones firmes, un régimen cambiario exitoso podría estar cerca", concluye Barclays, no sin una advertencia final: los riesgos políticos y de ejecución "siguen siendo altos".

Un respiro político con riesgo financiero latente

Piedad Ortiz, economista, MBA en Finanzas y Chief Economist en Wise Capital, afirmó a El Cronista que el apoyo estadounidense representa "un driver enorme".

Sin embargo, advirtió que "no garantiza la sostenibilidad diaria de las intervenciones del Tesoro norteamericano, que si bien refuerzan la credibilidad de las bandas y ayudan a comprimir el riesgo, mantienen elementos de volatilidad, como el trade electoral y la posibilidad de cambios en el esquema monetario, que siguen presentes".

Ortiz advirtió que el riesgo principal radica en que esta intervención se acorte o reduzca, "ya que su presencia genera una baja artificial del riesgo en las curvas de activos. Como vimos posteriormente, ante eventos de volatilidad global -como las tensiones arancelarias- el riesgo volvió a elevarse. De igual manera, si el Gobierno no logra un consenso político, las curvas de activos podrían enfrentar un mayor riesgo, incluso amplificado por este respaldo, que es esencialmente político".

Por último, la estratega señaló que, si bien este respaldo político ayuda a comprimir el tipo de cambio y ofrece un respiro hasta las elecciones, y el swap contribuye a despejar el horizonte de vencimientos, los activos seguirán expuestos a riesgos de iliquidez mientras no exista un flujo genuino de dólares, "especialmente en los tramos más largos de las curvas".

Además, advirtió sobre el riesgo vinculado a China, un socio comercial clave: cualquier problema de estas dimensiones podría afectar tanto las exportaciones como la generación de dólares reales para el país. En este sentido, la intervención actúa como un arma de doble filo: "Para que tenga éxito, es imperativo implementar reformas internas que garanticen un flujo propio de dólares capaz de sostener el mercado de deuda", concluyó.