Por qué Brasil es otra vez la niña mimada de los mercados financieros

Tras la reforma previsional, la baja en el gasto público permitió que los inversores vean nuevamente al país como un destino atractivo. Pero si hace nueve años atrás había conseguido el grado de inversión, hoy está lejos de recuperarlo

Es sabido que los brasileños acostumbran a prepararse durante todo el año para su máxima fiesta anual, el Carnaval. Y que además están los otros festejos en el calendario, tales como Navidad, Año Nuevo, Pascuas o algún éxito deportivo circunstancial.

Pero a esta agenda de celebraciones, ahora el país puede agregar el “viento de cola que empezó a soplar nuevamente a su favor en los mercados financieros internacionales, que ven con muy buenos ojos cómo avanza el gobierno de Jair Bolsonaro en sus reformas estructurales, sin preocuparse demasiado por la imagen que deja el presidente en el resto del mundo. Como si fuera una versión tropical de Donald Trump, lo que importa para los inversores son los hechos y no las palabras.

Y, a nivel de los hechos, todos aplauden que su gobierno haya logrado ponerle el cascabel al gato previsional, con la aprobación de la reforma de las jubilaciones y pensiones. Con solo observar los problemas que está enfrentando Francia para lograr el mismo objetivo, es comprensible que los mercados alaben la capacidad de Bolsonaro para lograr lo que Emmanuel Macron todavía no pudo con los indignados franceses, quienes ya llevan más de dos semanas de paro.

Por eso hoy en Brasil, a nivel financiero, es “tudo joia , es decir que otra vez volvió el optimismo por el futuro de su economía, tras varios años de estancamiento y de conflictos al más alto nivel político, que incluyeron el juicio político y la destitución de la presidenta Dima Rousseff, hecho que en parte contribuyó a frenar el crecimiento económico.

Y, como suele suceder con las expectativas de los inversores cuando ven llegar las buenas noticias, los indicadores que las reflejan están mejorando de manera significativa. El riesgo país, que durante tanto tiempo fue tema principal de las conversaciones en la Argentina, en el país vecino sigue a la baja. Lo que permitió que el costo de cubrirse ante el riesgo de default (los famosos “Credit Default Swaps , o CDS) pasara por debajo de los 100 puntos básicos, un nivel que no se veía desde 2010, cuando Brasil formaba parte del selecto club de los países “investment grade , o libres de riesgo. Hoy, la economía brasileña se encuentra bastante lejos de ese paraíso perdido.

A pesar de ello, desde que empezó el año el riesgo país se redujo a la mitad. Y, si se mira su evolución en los dos últimos meses, su caída fue del 20%, lo que para muchos analistas refleja un proceso de aceleración de estos indicadores económicos.

“Esta evolución es aún más destacada, aparte de ser mucho más profunda que en otros países emergentes, porque los datos de la evolución macroeconómica doméstica siguen siendo débiles , aclaró sin embargo Alberto Ramos, economista en Jefe del banco Goldman Sachs para América Latina.

Debilidades estructurales

Entre los puntos a tener en cuenta por parte de quienes están regresando a invertir en Brasil, figura, en primer lugar, la lentitud de las reformas estructurales prometidas por el gobierno federal. Nadie le quita mérito a la reforma previsional, pero los mercados siempre quieren más, sobre todo si se trata de una economía emergente, donde el riesgo es mayor.

En particular, se espera que el ministro de Economía Paulo Guedes lleve a buen puerto las muy esperadas reformas fiscal y tributaria que, a los ojos de los mercados, servirían para asegurar un mayor control del gasto público y un mejor entorno para las inversiones.

Además, la polémica que estalló con Bolsonaro a nivel internacional por su falta de compromiso en materia de protección del medio ambiente y, en particular, del Amazonas, podría ser un verdadero lastre para recuperar el grado de inversión perdido.

Hasta ahora, el boom que evidenció la Bolsa de Sao Paulo durante 2019, con una suba superior al 25%, se explica principalmente por la confianza recuperada de los mismos brasileños, y no tanto de los inversores extranjeros, quienes deshicieron posiciones en el mercado local por unos u$s10.000 millones en lo que va del año.

El viento de cola

De todos modos, Brasil se está beneficiando con un contexto internacional bastante más favorable que el que tuvo en los últimos años. Porque no solo la Reserva Federal decidió cambiar su política de suba de tasas de interés, permitiendo que los mercados emergentes recuperaran parte del atractivo perdido, sino que el principio de acuerdo comercial entre EE.UU. y China es una excelente noticia para que las exportaciones brasileñas dejen de verse afectadas por una guerra que no les pertenece.

Este escenario, al que se suma una recuperación en el precio de varios commodities agroganaderos que exporta Brasil y que se explica por la crisis de la fiebre porcina en China, permitió que el Banco Central redujera su tasa de interés Selic (pasó del 14,25% en 2016 al actual 4,5%), aliviando el servicio de la deuda. Además, con una inflación que se mantiene controlada en torno al 3% anual, está todo dado para que el país vuelva a ser un gran imán para los inversores extranjeros. Aunque, como se dice en Economía, “ceteris paribus , es decir con la condición de que el resto de las variables permanezca constante, un requisito difícil de cumplir en América Latina.

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