Letras intransferibles: ¿Qué son esos papelitos de colores de la era K?

Dujovne anunció hoy la remoción de un plan para que el Tesoro recompre letras intransferibles que actualmente están en manos del Banco Central. Durante el gobierno anterior, el Tesoro le pagaba al BCRA con estos papeles por las reservas que tomaba para pagar deuda.

Nicolás Dujovne hoy lo explicó clarito. En un principio la intención era desarmar la bomba de tiempo de las Lebac utilizando ingresos que el BCRA recibiría de la recompra de letras intransferibles que haría el Tesoro. Así se pactó con el FMI. Pero el tiro salió por la culata: el mercado automáticamente sumó 15.000 millones de dólares a las necesidades de financiamiento del 2019 como consecuencia de ese rescate. 

De ahí, en parte, la suba del riesgo país, aseguró el ministro, y las recientes (aunque magnificadas) versiones sobre un programa financiero que no cierra y hasta un posible default. La vocación era loable ya que supondría un saneamiento del patrimonio del Banco Central. Pero ante esta reacción del mercado el Gobierno decidió que sería mucho menos "estresante" proceder a la cancelación de Lebac usando reservas.  Y el FMI coincidió.

Ahora bien, pero ¿qué son las letras intransferibles? Son parte de la herencia de la política de "vivir con lo nuestro" de la era K y uno de los costos ocultos del desendeudamiento que fue una de sus grandes banderas. 

Todo empezó precisamente con el FMI y la retórica de emancipación de Néstor. La instrucción al por entonces presidente del Banco Central fue separar 10.000 millones dólares "para sacarse de encima a los del Fondo". 

La cancelación de esta deuda con reservas permitió a la Argentina ahorrar en intereses casi u$s 1000 millones. Pero fue sólo el comienzo de una política que se llevaría al extremo.

Unos cuatro años después, la creación del Fondo de Desendeudamiento, que utiliza las reservas para pagar a acreedores privados, derivó en una pelea descomunal que terminó con el alejamiento de Martín Redrado del Banco Central. Las arcas, que sumaban u$s 8000 millones para cuando asumió Néstor, llegaban para entonces a u$s 50.000 millones.  Semejante caja era mucha tentación.

Así el desendeudamiento con el sector privado se llevó a cabo "empapelando de pagadios" al Banco Central, ya que cada vez que la entidad entregaba reservas para pagar deuda recibía letras intransferibles a 10 años, con interés casi nulo y sin cotización de mercado. Lo que en el mundo financiero muchos dieron en llamar "papelitos de colores". 

La participación de la deuda del Tesoro en el activo de la entidad saltó del 14% en 2005 para llegar a casi dos tercios para cuando asumió Macri. Era un Central quebrado. 

La modificación de la Carta Orgánica en 2012 abrió la puerta a un deterioro aún mayor, perpetuando la estrategia del desendeudamiento aún después de que se acabaran las llamadas reservas de libre disponibilidad (los dólares que exceden los pesos en circulación) y habilitando una asistencia en pesos aún más agresiva al Gobierno para financiar el bache fiscal.

Aquella famosa primera letra intransferible del pago al FMI venció hace poco, en 2016. El Gobierno le otorgó al Central nuevas emisiones de Bonar 2022, Bonar 2025 y Bonar 2027, títulos que implicaban empezar a mejorar el balance de la entidad. Por esa razón, el gobierno ya le recompró, de hecho, unos 15.000 millones de dólares en letras intransferibles al comienzo de la gestión, reduciéndolas a 50.000 millones de dólares.

El acuerdo con el FMI implicaba un compromiso de recomprar otros 25.000 millones de dólares en una operación que se iría haciendo de manera gradual a lo largo de tres años. Pero por ahora no va a ocurrir. La limpieza del balance del Central tendrá que esperar un poco más. 

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