Espantabuitres: Quiénes son los abogados que hoy defienden a la Argentina

Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton. El nombre del estudio dice poco y nada. Pero están en el detrás de escena del poder desde 1989. Su reputación global está atada a las reestructuraciones soberanas. Con Grecia, Irak y la Argentina, fueron los abogados de los tres canjes más grandes del mundo

Todavía faltaba más de un año para el default. En lo alto de Wall Street, justo frente al Word Trade Center, el ex ministro de Economía José Luis Machinea presentaba a un nervioso grupo de inversores el blindaje financiero que debía mantener a flote a la Argentina. Dos años después, en esas mismas oficinas que ya enfrentaban el escalofriante ground zero, el ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen ensayaba un primer acercamiento con más de 30 grandes acreedores descreídos. El anfitrión era siempre el mismo. Aunque son viejos conocidos del país, hoy tienen la visibilidad reeditada de este gran round final con los holdouts. El nombre dice poco y nada: Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton. Pero son los abogados espanta-buitres que hoy defienden a la Argentina.


Aunque asesoran al país desde 1989 y lo guiaron a través de los dos canjes de 2005 y 2010, abrieron su oficina local de la Avenida Quintana recién en 2009. Y no sólo fueron consejeros del Gobierno. En 2012, por ejemplo, intervinieron en la refinanciación de deuda de Pampa, mientras que el año anterior asesoraron a Fintech (el fondo de David Martínez, accionista de Cablevisión) en la inversión y recapitalización de Emgasud. También fueron los abogados que asistieron al Grupo Petersen en su ingreso a YPF. Y asesoraron al Grupo Clarín.


Pero su reputación global está atada fundamentalmente a las reestructuraciones soberanas. Y desde que en los años ochenta México se acercó ante el riesgo de un default potencial de u$s 80.00 millones y poco después lo siguió Chile, el estudio se forjó credenciales imbatibles en la asistencia legal a los países en bancarrota. Fama que se vio potenciada con la mega-reestructuración griega que ideó y coordinó el año pasado la estrella más rutilante del bufete: Lee Buchheit.

Abogado ilustre

Es posible que la Argentina vaya a un default y logre al mismo tiempo contener el caos legal. El país retuvo a Lee Buchheit, uno de los mejores abogados de Wall Street en este campo, disparaba en agosto del 2001 un editorial del diario The Washington Post y ponía en alerta al mundillo financiero. Si bien el estudio rápidamente negó la información y aclaró que la relación con Argentina databa de hacía tiempo, la mera mención de Buchheit sólo podía decir una cosa: default.


Es que tras haber liderado las negociaciones de más de veinte países, Buchheit el ideólogo, por ejemplo, de esa suerte de escudo anti-holdout que son las cláusulas de acción colectiva es algo así como el gurú de las reestructuraciones modernas. Con el caso griego, Cleary hoy puede proclamar que lideró la mayor transacción soberana de la historia. Y con Irak y la Argentina también como clientes, orquestó el segundo y el tercer mayor canje de deuda del mundo.


De hecho, Jonathan Blackman, el abogado que hoy encabeza el litigio contra los fondos buitres junto con Carmine Boccuzi, también representó a Irak y cuenta entre sus victorias recientes un fallo contra uno de los muchos acreedores de la era Sadam que hoy buscan cobrar deudas. Por su trabajo para Irak, que debe reportar al Departamento de Justicia de Estados Unidos, el estudio recolectó unos u$s 20 millones desde 2004.

Acostumbrado a clientes difíciles, este hombre de Harvard entró al bufete en 1977 y es socio desde 1985. Desde 2009, reparte su tiempo entre las oficinas de Londres y Nueva York.

Mirador al ground zero

Fundado en 1946, y con 16 oficinas en todo el mundo, Cleary tuvo ingresos por u$s 1.125 millones en 2011 y ocupa el lugar número 15 en el ranking de bufetes norteamericanos. En 2011 desembarcaron en San Pablo y en 2012 en Seul. Están en China desde 1980 y fueron de los primeros en mirar a Asia. Globales por vocación, al tercer año de su creación ya habían puesto un pie en París, convirtiéndose en la primera firma con base en EE.UU en abrir oficinas en esa ciudad después de la Segunda Guerra Mundial. Pero aún hoy alrededor de la mitad de sus 1.200 empleados trabaja en la sede de Washington y sobre todo, en las espectaculares oficinas de Nueva York, con sus vistas de 360 grados.


Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton tiene su sede en el edificio One Liberty Plaza, justo frente al lugar donde estaba el World Trade Center. Si bien no hubo heridos a raíz de los atentados la firma ocupa más de una decena de pisos a partir del 37 sus empleados debieron reubicarse durante tres meses en oficinas temporales en el centro de Manhattan, en muchos casos facilitadas por bufetes rivales. El regreso no fue fácil. Al punto que se colocaron persianas especiales que obstruyeran la vista sin bloquear la luz.

En el último tiempo, varios casos relacionados con la estafa de Madoff le dieron también notoriedad al bufete. Y no sólo por las victorias obtenidas a favor de los bancos. Lev L. Dassin, fiscal federal de Manhattan que obtuvo la condena de 150 años para el financista por su esquema Ponzi, se incorporó a la empresa a fines de 2009. Lo mismo David Becker, abogado principal de la SEC, el regulador del mercado en EE.UU., que se vio envuelto en un escándalo al trascender que se había visto beneficiado por la estafa que el organismo pasó por alto durante años (heredó ganancias obtenidas por las inversiones de su madre con Madoff).


En todo caso, los abogados de Cleary también hacen trabajo probono, asesorando por ejemplo al gobierno de Liberia o a la organización de microfinanzas Grameen Foundation. Pero su agresividad alguna vez los llevó demasiado lejos: en 2004 un juez los sancionó por haber disuadido a un testigo de presentarse en un caso en el que testificaría en contra de su cliente, la República del Congo. Los litigios civiles no siempre son civilizados, advirtió el magistrado.

Detrás de escena

En los últimos años, sus advertencias y consejos estuvieron siempre presentes en el detrás de escena del poder en la Argentina. Tras el fallo adverso del juez Thomas Griesa, la tensión llegó incluso al punto de que los abogados habrían amenazado con dar un paso al costado si la presidenta continuaba complicando la estrategia legal con sus declaraciones incendiarias. En la última audiencia, a Boccuzi se lo notaba más que incómodo tratando de explicarle a Griesa que en realidad Cristina no había dicho lo que había dicho, comenta un argentino que trabaja en Wall Street y presenció la audiencia. Pero la Argentina nunca fue un cliente fácil.
¿No han consultado con los abogados del estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton que representan al Estado nacional en Estados Unidos?, fue lo primero que lanzó Martín Redrado, según cuenta en su libro Sin Reservas, cuando le informaron que las arcas del BCRA se usarían para pagar deuda, política que terminaría definiendo su salida. Carlos Zannini y Amado Boudou se miraron entre ellos. A nadie se le había ocurrido. El uso de las reservas reforzaría el argumento del alter ego según el cual el BCRA no es un ente autárquico sino un brazo más del Tesoro y abriría la puerta a un embargo. A los pocos días, llegaría el memorando del estudio con la advertencia del caso.
Y algunas de las viejas advertencias, de hecho, hoy tienen un eco casi profético. Si bien la justicia de Nueva York dejó entrever cierta disidencia y le restó fuerza a los holdouts para litigar la cláusula pari passu, el riesgo de que vuelvan a intentarlo existe y es importante que la República no tome ninguna acción legislativa que pueda ser interpretada como violatoria al crear diferentes prioridades para el pago de la deuda, rezaba el documento que los abogados presentaron al flamante equipo de Felisa Miceli allá por diciembre del 2005, mucho antes de la bolsa y del escándalo.
Tenían razón.

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