Venezuela acepta ayuda de Estados Unidos

Estados Unidos está enviando hacia Venezuela a uno de sus diplomáticos de mayor jerarquía para iniciar conversaciones apuntadas a aliviar las tensiones que sufre el país sudamericano inmerso en una crisis humanitaria.

Con la comunidad internacional preocupada por el riesgo de un aumento de la crisis social en Venezuela, el secretario de estado norteamericano John Kerry dijo que las conversaciones con el enemigo ideológico de Washington comenzarán "tan pronto como sea posible" en Caracas y que Estados Unidos está analizando diferentes maneras de brindar asistencia. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, recibió con satisfacción la apertura del diálogo. "Vamos a iniciar esa serie de encuentros de alto nivel. Estoy de acuerdo", dijo desde Caracas.

La iniciativa de Kerry es una jugada potencialmente inteligente. Al margen de esto, las acciones del secretario de estado ayudarán a aliviar la crisis política, social y humanitaria de Venezuela.
El gobierno de Maduro está prácticamente sitiado.

La economía cae en picada, hay disturbios esporádicos por la falta de alimentos y está tomando impulso el cambio político. A nivel local, la oposición ha iniciado un proceso de referendum revocatorio previsto en la Constitución. Si las autoridades lo aprueban, Maduro podría ser destituido este año. En varios lugares, lo que quedaba de apoyo al gobierno socialista del heredero de Hugo Chávez se está evaporando.

Los nuevos gobiernos de Argentina, Brasil y Perú son ahora abiertamente críticos de Caracas en contraposición a la indulgencia que mostraban sus predecesores izquierdistas. Como dijo esta semana José Serra, el ministro brasileño de Relaciones Exteriores: "Ningún país con presos políticos es una democracia".

La Organización de Estados Americanos (OEA), que calló durante mucho tiempo, también está manifestándose sin reservas. Su presidente, Luis Almagro, ha convocado a una asamblea especial para el 23 de junio con el fin de discutir si Venezuela debe ser expulsada por violaciones de los derechos humanos. Al mismo tiempo, el ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero, algunos de sus homólogos latinoamericanos, y ahora Kerry están intentando promover el diálogo entre el gobierno y la oposición para tratar de aliviar la situación de estancamiento político en Venezuela.

La respuesta típica de Caracas a estas iniciativas o de hecho a cualquier cosa que cuestione su capacidad para gobernar es aferrarse y fanfarronear sobre amenazas imperialistas y complots derechistas. En efecto, fieles a su costumbre, esta semana las autoridades aseguraron que las ofertas de ayuda humanitaria son una "intervención encubierta".

La iniciativa de Kerry anula la retórica de Caracas que culpa a Estados Unidos de todos sus males económicos.

Todo gobierno populista y nacionalista necesita un supuesto enemigo contra el cual despotricar. Si se elimina ese enemigo, no queda nadie a quien culpar de sus propios fracasos. Eso, a su vez, estimula la posibilidad de un cambio pacífico.
Por remota que parezca esa posibilidad, cualquier pequeña ayuda es bien recibida.

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