Trump, el acoso y el poder de la "cascada de información"

La tecnología posibilitó la evolución de las denuncias sin obstáculos legales y éticos a los que se apegaron tradicionalmente los medios y periodistas. La figura de Trump, en sí mismo, es un movilizador social, para tomar posición respecto de sus opiniones

Algunos temen que la reacción ante el acoso sexual se convierta en una cacería de brujas

La semana pasada, Charlie Rose, entrevistador de televisión preferido del Foro de Davos, fue el foco de atención. La anterior, fue Al Franken, el senador demócrata. Antes, hubo muchos otros, incluyendo (sobre todo) a Harvey Weinstein.

E inevitablemente surgirán más nombres. Entonces, a medida que el daño se sigue propagando, podríamos preguntar, ¿por qué están sucediendo ahora estos escándalos? ¿Por qué no hace cinco años, cuando había un presidente progresista en la Casa Blanca? ¿O cinco años antes de eso, en el tumulto del colapso financiero?

Después de todo, el acoso sexual en los medios, la política o los negocios probablemente no sea peor en 2017 que antes. Pero hasta hace poco era difícil imaginar que realmente habría un "día de juicio". Es cierto, hubo arreglos individuales. Es cierto también que los transgresores fueron ocasionalmente avergonzados y castigados. Pero las mujeres y los hombres jóvenes que sufrieron acoso rara vez tenían una forma verdaderamente efectiva de luchar.

Entonces, ¿qué tiene el 2017 que ha desencadenado este cambio? Señalaría dos factores clave. Uno es la tecnología, en particular, el poder desatado por las llamadas "cascadas de información digitales".

Si una mujer quería quejarse sobre acusaciones de acoso sexual hace dos décadas, tenía que pasar un lento proceso burocrático y legal. Pero en las redes cibernéticas, la información se puede propagar a la velocidad de la luz, más allá del control de abogados o figuras de autoridad tradicionales. Los periodistas pueden solicitar consejos y recibir avalanchas de ellos en cuestión de minutos. Las víctimas que alguna vez fueron impotentes ahora tienen un megáfono. Las víctimas aisladas pueden seguir el ejemplo de otras y congregarse en una multitud. Las "cascadas de información", en otras palabras, trastocan las estructuras de poder.

El segundo factor es Donald Trump. Hace dos siglos, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el filósofo alemán, observó que las ideas y los movimientos rara vez se desarrollan en línea recta; en cambio, la historia progresa en oscilaciones pendulares, ya que cualquier iniciativa o concepto poderoso suele provocar una reacción.

La elección de Trump ahora ha desatado esta dialéctica hegeliana de tesis, antítesis y, a veces, síntesis. Cuando fue elegido, destrozando las esperanzas de que Hillary Clinton fuera la primera mujer presidenta de los EE.UU., la mayoría de los observadores presumieron que su victoria era mala para las mujeres. Sin embargo, un año después, quedó claro que Trump ha empoderado inesperadamente a las feministas. Una primera señal de esto fueron las marchas de las mujeres. Otra es la politización de los canales de medios dirigidos a las adolescentes. Una de las razones por las que el escándalo de Weinstein creció tan rápidamente el mes pasado fue que involucró estrellas de cine y otras celebridades.

También hay más mujeres involucradas en la política. Emilys List, una organización sin fines de lucro que apoya a las mujeres que se postulan como candidatas demócratas con una postura pro-elección, actualmente cuenta con 20.000 candidatas; hace dos años tenía solamente 900. Y conforme se propaga la reacción adversa, no es de sorprender que haya más mujeres que se sientan envalentonadas para denunciar el acoso sexual.

Esta cascada alarma a algunos observadores, quienes temen que la reacción se convierta en una cacería de brujas, que dañe a los transgresores leves y atrape a personas inocentes también. Sin duda existe ese riesgo; el efecto en las familias de los hombres que enfrentan acusaciones ha sido devastador.

Pero nadie volverá a poner este genio nuevamente en la botella; ni impedirá la cólera legítima de tantas mujeres (y hombres jóvenes) quienes han sufrido silenciosamente durante años. O como Robert Dilenschneider, el veterano experto estadounidense en relaciones públicas, dijo solemnemente a sus clientes corporativos esta semana: "Éste es un parteaguas en la historia de los EE.UU.". Presten atención, ejecutivos de todo tipo: las cascadas tienen poder.

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