Tras su triunfo electoral, Boris Johnson enfrenta grandes desafíos

Habiéndose asegurado su cargo de primer ministro y, por tanto, que Gran Bretaña abandonará la UE a fines de enero, se enfrenta a tres retos estratégicos, todos entrelazados entre sí.

Boris Johnson ha demostrado que es un gran político. Ahora debe demostrar que puede ser un gran primer ministro. Este hombre, que es uno de los arquitectos fundamentales del Brexit, no sólo va a tener que construir a la Gran Bretaña retirada de la UE, sino que también debe preservar a la nación misma.

La reciente elección tan crucial para el Reino Unido brindó por fin nitidez sobre la trayectoria futura del país. Johnson comenzó el año no siendo funcionario y lo termina como el maestro indiscutible del paisaje político, reivindicado por una mayoría enfática y una oposición destrozada. Tiene la oportunidad de unirse al panteón de los políticos que dieron forma a la nación, pero va a tener que transferir la genialidad de su campaña a una estrategia de gobierno.

Habiéndose asegurado su cargo de primer ministro y, por tanto, que Gran Bretaña abandonará la UE a fines de enero, se enfrenta a tres desafíos estratégicos, todos ellos entrelazados. El primero claramente es diseñar una visión geopolítica y económica de la nación post Brexit. El segundo, salvar la unión de las fuerzas renacientes del nacionalismo escocés e irlandés; y el tercero es crear una nueva forma de toryismo que responda a su nueva base electoral de votantes del norte menos adinerados y conservadores sociales.

Los tres están vinculados entre sí. Con su acuerdo del Brexit, cuya aprobación parlamentaria se espera para las próximas semanas, Johnson debe volver a pensar en la futura relación. La fecha límite que se autoimpuso para sellar un pacto comercial a fines de 2020 limitará su alcance al más delgado de los acuerdos arancelarios y de cupos. Johnson debe decidir dónde está dispuesto a ceder en los temas de alineación regulatoria y acceso a las aguas pesqueras del Reino Unido. También debe dar prioridad al acuerdo comercial con la UE por sobre uno con Estados Unidos. Los realistas del gabinete admiten que un acuerdo angloamericano es más un premio político que económico y mucho menos vital para asegurar la prosperidad del Reino Unido.

Que se vea amenazada la unión le ofrece un nuevo incentivo y cobertura para ser flexible en las conversaciones. El Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) ganó terreno al juntar su agenda independentista con las quejas por el Brexit. El primer instinto de Johnson es rechazar que se hable de un segundo referéndum sobre la independencia. Eso está bien hasta las elecciones parlamentarias escocesas de 2021, pero si el SNP gana con el compromiso de realizar una nueva consulta popular, podría tener que ceder.

El tercer reto también está relacionado, ya que muchas de sus nuevas bancas se encuentran en zonas industriales, donde el empleo depende de las cadenas de suministro. Pero se trata de algo más que del Brexit.

Johnson terminó el cambio, iniciado por Theresa May, que significó realinear a los conservadores para que dejen de ser un partido de condados y de liberales metropolitanos adinerados para convertirse en una nueva alianza de condados con la clase trabajadora y la clase media-baja de pueblos pequeños. Los conservadores, que antes eran el partido de los complacientes, ahora son simultáneamente el partido de los complacientes y de los insatisfechos.

Johnson dijo que quiere ser un conservador de una única nación. El término en tiempos modernos significa ser liberal social. Pero Johnson se remonta más a sus orígenes en los escritos de Benjamin Disraeli, el primer ministro conservador victoriano que, al igual que el actual primer ministro, era considerado por la mayoría como un personaje exótico y oportunista político. Trató de convencer a la nueva clase obrera urbana con políticas sociales específicas y patriotería. La visión de Disraeli era la de reunir a las dos naciones, los ricos y los pobres. Este es el camino que Johnson seguirá ahora mediante la inversión en infraestructura y su compromiso hacia el gasto público del que muchos conservadores no disfrutarán. Significará un partido más conservador social, más firme con la inmigración y la delincuencia. Después de haber cambiado la base conservadora, Johnson debe satisfacer a sus nuevos amos.

La mejor respuesta a cada tema está en brindar prosperidad económica fuera de las grandes ciudades. Esto también ofrece la mejor esperanza de curar las heridas del Brexit. Johnson nunca expresó en forma convincente su visión sobre el Brexit, pero ahora estará determinada por los nuevos desafíos políticos.

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