Se desmorona el sistema que sostiene a los socialistas latinoamericanos

Sobornando a tribunales y destruyendo a la oposición, los presidentes lograron convertir a sus países en dictaduras electas, pero no hicieron nada por sus economías.

El mes pasado se estrelló un avión en Cuba y murieron más de 100 pasajeros. El día siguiente, el presidente Nicolás Maduro celebró un simulacro de elecciones para sellar su control sobre Venezuela, un país del que miles de ciudadanos huyen diariamente. En Nicaragua 10 días después, fallecieron 19 personas luego de que varios hombres armados abrieran fuego en una marcha del Día de la Madre contra el presidente Daniel Ortega.

Además del número de muertes, Venezuela, Cuba y Nicaragua tienen mucho en común como participantes de un proyecto difuso que Hugo Chávez llamó "socialismo del siglo XXI".

Durante muchos años, se brindaron apoyo mutuo y aprendieron de los sistemas de control social que aplica cada uno. Sobornando a tribunales y autoridades electorales, destruyendo a la oposición y convirtiendo a los partidos políticos nacionales en feudos personales, lograron convertir a sus países en dictaduras electas. Eso los mantuvo en el poder, pero no hizo nada por sus economías, que ahora se están desmoronando, quizás de manera definitiva.

Eso sucede particularmente en Venezuela. Los asesores cubanos que contrató Maduro para mantener el control político no tienen experiencia económica, especialmente en un país tan corrupto. A pesar de tener las reservas de energía más grandes del mundo, Venezuela está sacudida por la hiperinflación, la escasez y el default.

La producción de petróleo se derrumbó a su nivel más bajo en 33 años. Eso disminuyó el suministro de petróleo que Caracas alguna vez vendió para alimentar a su población, y por lo tanto redujo los fondos que utilizaba para comprar apoyo regional, incluyendo de Cuba y Nicaragua.

La economía al estilo soviético de Cuba también está contra las cuerdas. Una reversión parcial por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, de la distensión iniciada por su predecesor sofocó el interés de los inversores extranjeros y frenó el turismo. Pero el hecho de que Venezuela no puede abastecer a La Habana de petróleo subsidiado ha provocado un mayor perjuicio.

Para ayudar a su aliado más cercano, Caracas utilizó u$s 440 millones de reservas extranjeras para comprar crudo en los mercados internacionales y enviárselo a La Habana bajo condiciones favorables. Pero eso no revertirá los años de ruina económica: el avión que se estrelló trágicamente era un viejo Boeing 737 alquilado, porque gran parte de la flota de Cuba está en tierra por falta de repuestos.

La economía de Nicaragua está en mejor situación aunque, irónicamente, eso puede hacer que Ortega sea el más débil de los tres.

En lugar de nacionalizar empresas, Ortega, de 72 años de edad, dejó al sector privado en paz, siempre y cuando se mantuviera alejado de la política. Implementó un acuerdo comercial con EE.UU. que atrajo inversiones y convirtió a Nicaragua en un exportador de textiles de bajo costo. También compró miles de millones de dólares de petróleo subsidiado a Venezuela, fondos que el gobierno de Caracas devolvió como préstamos canalizados a través de un banco propiedad del partido gobernante.

Pero Venezuela ya no puede suministrar petróleo barato, por lo que Ortega no puede comprar la misma ayuda doméstica que antes. Desde el 18 de abril, cuando las protestas contra el presidente estallaron por primera vez, las empresas privadas también se han unido en contra de él. "Nicaragua necesita que este presidente se retire de su cargo tan pronto como sea posible", dijo José Adán Aguerri, director de la principal cámara de comercio en el país, la semana pasada.

Aunque Ortega encabeza la policía y las fuerzas armadas, el ejército se ha mantenido neutral y podría desempeñar un papel central en la transición. Está menos controlado por la administración que el ejército venezolano y es más independiente que el ejército cubano, donde la revolución está profundamente institucionalizada."El ejército de Nicaragua es, en muchos sentidos, totalmente opuesto al de Venezuela", dijo Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el US Army War College. "Comenzó como una fuerza revolucionaria y gradualmente se ha vuelto más institucionalizado y profesional. El ejército venezolano fue una vez profesional e institucionalizado, pero desde entonces se ha corrompido".

El cambio tal vez no suceda pronto. Después de todo, las dictaduras del Caribe son históricamente duraderas. El régimen cubano perduró casi 60 años, el de Venezuela lleva 19 años, y el último período de Ortega como presidente lleva hasta ahora 11 años. Pero la condena internacional crece, especialmente en Venezuela.

Tal vez el único rayo de luz en esta situación desesperada es que ha suscitado algo cada vez más raro en el hemisferio: un tema en el que gran parte de la región y EE.UU. comparten una causa común.

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