LOS INVERSORES SE FIJAN M S EN LA INFLACIÓN, EL CRECIMIENTO Y LAS TASAS DE INTERÉS

Razones por las que el "taper" de Jay Powell no causa pánico

El banco central de EE.UU. eventualmente achicaría su inflado balance de u$s 4,5 billones, pero los mercados por el momento mantienen la calma

Cuando Ben Bernanke, el ex presidente de la Reserva Federal, sugirió hace cuatro años que el banco central estadounidense eventualmente achicaría su inflado balance de u$s 4,5 billones, el mero rumor de esta idea provocó un fuerte derrumbe en los mercados, una reacción de pánico que los operadores llamaron taper tantrum.

Cómo cambian los tiempos. Esta semana Jay Powell, el flamante presidente de la Fed, hizo su primera declaración ante el Congreso. Los inversores analizaron febrilmente cada palabra que pronunció sobre inflación, crecimiento y tasas de interés.

Pero cuando habló del antes temido retiro gradual de estímulos, o taper, casi no fue noticia. Eso no se debe a que el tema haya de alguna manera desaparecido. Lejos de eso. El último acto de la predecesora de Powell, Janet Yellen, antes de dejar la Fed tuvo como objetivo presentar un cronograma para la reducción del programa de compra de bonos públicos. La Fed ahora está achicando su balance al permitir que venzan parte de sus bonos del Tesoro y de deuda respaldada por hipotecas sin reemplazarlos, a un ritmo de u$s 10.000 millones mensuales que subiría a u$s 50.000 millones a fines de este año. Y el martes Powell prometió que habrá un "avance sustancial y constante este año y el próximo" que en cuatro años "nos acercará a algo similar a un balance normal" de entre u$s 2,5 y 3 billones.

Pero ahora que el taper es una realidad, y no una amenaza, casi ni se menciona. Para los inversores, de repente se convirtió en tan aburrido como "ver secar la pintura", retrata un trabajo de investigación de la Chicago Booth Business School. Este giro es notable, en particular ahora que estamos en territorio desconocido. Tras cuadruplicar su balance entre 2009 y 2017, la Fed ahora trata de deshacerse de activos por u$s 2 billones en apenas cuatro años. Nunca un banco central intentó algo ni remotamente similar a eso.

La pregunta es por qué el taper dejó de causar pánico. En parte se debe a la psicología de los inversores. Hace cuatro años, el taper provocó temor porque se lo veía como algo nuevo. Pero ahora los operadores tienen otras amenazas más nuevas en las que prestar atención.

Por ejemplo, la declaración de Powell de esta semana dejó a los inversores preocupados porque el ritmo de las alzas de tasas de interés será más rápido de lo esperado. Existen temores, totalmente justificados, de que los planes tributarios del presidente Donald Trump provoquen déficits presupuestarios inesperadamente elevados. Otra nueva inquietud es que la repatriación del dinero que tienen las empresas norteamericanas en el exterior pueda producir consecuencias involuntarias para el financiamiento del mercado de dinero. Eso distrajo a los mercados; después de todo, los operadores tienen un lapso de atención corto.

Un segundo factor es que algunos economistas empiezan a preguntarse si las políticas de flexibilización cuantitativa de la Fed eran realmente importantes. A primera vista, parece un razonamiento raro dado que el balance se cuadruplicó. De hecho, los economistas en general asumían en los últimos años que esa expansión bajaba las tasas de los bonos del Tesoro a diez años en cerca de 100 puntos básicos. Pero el trabajo de investigación de la Chicago Booth asegura que "los anuncios y la implementación de la reducción del balance no parecen haber afectado tanto las tasas", dado que el impacto de las compras de bonos fue "más modesto de lo que se afirmaba". Quizás esos billones no fueron tan impresionantes después de todo, es el argumento.

Sin embargo, sospecho que hay un tercer motivo por el que se ignora el taper: los funcionarios de la Fed hicieron una impresionante tarea en cuanto al manejo de la situación en los últimos meses, después de un inicio desparejo. No es un tema que ellos vayan a hacer público. Que se ignore el taper es una victoria en sí misma, un objetivo de la política.

Detrás de escena, la Fed está haciendo experimentos complejos para que el proceso no tenga sobresaltos. Y parece que el Tesoro norteamericano silenciosamente respalda ese objetivo modificando el perfil de vencimiento de sus emisiones de bonos. Los detalles técnicos son complejos, pero esas maniobras evitaron cualquier reacción exagerada del mercado.

Por supuesto, este éxito podría no durar. Si las subas de tasas se aceleran, los inversores podrían ponerse más nerviosos. Y también si el Banco de Japón y el Banco Central Europeo inician sus propios tapers. Nadie debería subestimar el grado en que esos experimentos de flexibilización cuantitativa han distorsionado el sistema financiero.

Al menos por el momento Yellen se merece un cauteloso aplauso por la manera en que se embarcó en este difícil rumbo.

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