Preocupa a inversores la ola de huelgas en el sector industrial de México

A raíz de los paros en rechazo a los bajos sueldos, se puso el foco en la posición del país azteca como lugar barato para las fábricas canadienses y norteamericanas

 

 

Desde principios de año hubo docenas de huelgas en fábricas y más de 1000 pedidos de medidas de fuerza en el sector industrial de México. En un país orgulloso de sumar treinta años de paz laboral, los paros han afectando a compañías que van desde empresas de exportaciones, conocidas como maquiladoras, hasta la embotelladora de gaseosas Coca-Cola llamada Arca Continental.

La ola de medidas de fuerza que buscan aumentos de salarios expuso en primer plano la ventaja competitiva que hace tiempo ofrece México como lugar barato para las fábricas estadounidenses y canadienses mientras se le da la última puntada al acuerdo de libre comercio T-MEC entre Estados Unidos, Canadá y México (USMCA, por sus siglas en inglés), la versión revisada del Nafta. Los empleadores sostienen que la historia del país relativamente libre de huelgas ha sido clave para atraer inversiones en el último cuarto de siglo.

Pero en el México del presidente Andrés Manuel López Obrador, las relaciones laborales están experimentando un profundo cambio, aseguran los analistas.

"Las empresas tienen que entender que el país está cambiando, y deben adaptarse", dijo Napoleón Gómez Urrutia, jefe sindical minero y senador del partido de López Obrador, que creó una nueva confederación del trabajo para tratar de romper la influencia de una vieja guardia sindical. "Están muy acostumbrados a pagar salarios muy bajos y explotar a los trabajadores en condiciones indecentes... Tenemos que disminuir las desproporcionadas ambiciones de ganancia a cualquier costo y ser más generosos con los trabajadores", agregó.

Los sindicatos durante mucho tiempo tuvieron inmenso poder en México pero, en medio de acusaciones de amiguismo, hay preguntas sobre cuánto se beneficiaron realmente los trabajadores. Los sindicatos que se mueven a la antigua y están manchados de corrupción reciben fuertes críticas. "El 90% de los sindicatos son elegidos por el management a espaldas de los trabajadores. No hay representación", afirmó Luisa María Alcalde, ministra de Trabajo.

En un reciente evento en el que se celebró la expropiación petrolera de 1938 —considerada por el gobierno como un momento decisivo en la historia del país—, el sindicato de trabajadores petroleros de México estaba notoriamente ausente. En cambio, había carteles contra del líder sindical del sector Carlos Deschamps.

Las nuevas leyes que se están discutiendo en el Congreso mexicano deberían permitir a los trabajadores elegir quién los representa. Al mismo tiempo, durante las conversaciones sobre el acuerdo T-MEC, el presidente de Estados Unidos Donald Trump dejó en claro que quería aumentos salariales. Constantemente señala que los salarios bajos de México son los que quitan atractivo al empleo norteamericano; de ahí que el T-MEC incluyó como condición que entre 40% y 45% de los autos se debe producir en zonas que paguen u$s 16 la hora.

El disparador de las recientes huelgas fue la decisión de López Obrador de duplicar el salario mínimo en la frontera a 176,72 pesos mexicanos (u$s 9,29) el último día del año pasado. Si bien las maquiladoras, que ensamblan productos industriales para exportación, pagan más que el salario mínimo, los salarios de algunas compañías se indexan con respecto a eso.

Los trabajadores fabriles, muchos de la ciudad de Matamoros sobre la frontera de noreste, rápidamente exigieron subas salariales iguales y la situación escaló. Susana Prieto, abogada laboralista que encabeza una campaña por mayores sueldos, cree que desde enero 90 empresas ya elevaron la remuneración de 70.000 trabajadores debido a las huelgas.

Las relaciones laborales están en su peor momento en treinta años, dijo Luis Aguirre, director de la asociación de maquiladoras Index. Las huelgas ilegales amenazan "la estabilidad legal necesaria para atraer inversiones", dijo agregando que hubiera preferido una serie de aumentos graduales. Estimó que el impacto financiero de los paros en Matamoros, incluyendo las inversiones canceladas, es cercano a u$s 500 millones.

Los inversores estadounidenses están espantados. Las exigencias salariales llegan en un momento en que la economía azteca ya se está desacelerando con rapidez, la inversión privada está en suspenso y la creación de empleo cae fuertemente desde diciembre.

Steven Lockard, CEO de TPI Composites, que fabrica aspas para turbinas eólicas, comentó a los inversores que la agitación laboral en Matamoros no sólo perjudicó la producción, sino que podría escalar más. "Existe el riesgo de que las exigencias salariales se extiendan a empleados de la mayoría, si no todas, las compañías ubicadas en la frontera entre Estados Unidos y México". afirmó.

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