No será útil una acción militar en Venezuela

Los crecientes llamados a la intervención militar en Venezuela son la última señal de la desesperación del país. Donald Trump, el presidente estadounidense, y Marco Rubio, el senador de Florida, lo sugirieron. Pero, sus llamados pueden estar motivados por estimaciones políticas internas conforme se acercan las elecciones legislativas de EE.UU.

No se puede decir lo mismo de Luis Almagro, el diplomático uruguayo que encabeza la OEA, que hizo la misma sugerencia, cuando fue rodeado por venezolanos en la frontera que gritaban "por favor, ayúdenos".

La frustración es comprensible. En apenas unos años, más de 2 millones de venezolanos huyeron del país, según la ONU. Estaban escapando de una economía fracasada, del aumento del hambre y de la represión del gobierno. Los venezolanos son ahora el mayor grupo de solicitantes de asilo en América Latina, EE.UU. y España. La ONU advierte que la crisis se aproxima a niveles similares al éxodo del Mediterráneo.

Caracas hasta el momento no muestra ningún deseo de mejorar las cosas; el presidente Nicolás Maduro calificó el éxodo como una fabricación mediática concebida por el Pentágono. Por lo tanto, hay innumerables razones para querer un cambio político. Sin embargo, la intervención militar no es realista, es errónea y probablemente sea contraproducente.

La más reciente "pequeña guerra" en el hemisferio fue la invasión estadounidense a Panamá en 1989. Pero Venezuela no es Panamá. Es el doble del tamaño de Irak y tiene una población similar. El país está repleto de milicias fuertemente armadas. No hay una figura clara de la oposición, o una alternativa política organizada, que tome las riendas posteriormente. Venezuela no tiene una base militar estadounidense permanente, lo cual sí existía en Panamá, una razón clave para el éxito relativo de esa intervención. La invasión también sería ilegal: el derecho internacional sólo permite la intervención en casos de genocidio.

También está la cuestión de qué tropas la llevarían a cabo. En la invasión de Iraq participaron unos 200.000 soldados. EE.UU. no va a desplegar una fuerza similar para invadir Venezuela, y tampoco lo hará el ejército colombiano. El presidente Iván Duque se pronunció en contraal igual que el Grupo de Lima, donde se incluyen los países más grandes de América Latina y que ha llamado al cambio en Caracas.

Se pueden tomar mejores medidas. EE.UU. debería aumentar los u$s 70 millones que ofrece en ayuda a los refugiados. Europa y América latina deben unirse al esfuerzo en Washington para identificar a los funcionarios que enviaron al extranjero miles de millones de dólares en fondos robados y sancionarlos. Las naciones interesadas deben presionar a los aliados de Venezuela, incluyendo a China, socio comercial clave, y Cuba, la cual le proporciona inteligencia militar. La Asamblea General de la ONU de este mes es un foro obvio para hacer esto.

El alto comisionado de la ONU para los refugiados también debería designar la situación de Venezuela como una crisis de refugiados. Eso les daría la protección legal que tanto necesitan y aumentaría la urgencia de la situación. Tomando a Siria como punto de referencia, alrededor de 1 millón de refugiados implicaría alrededor de u$s 3000 millones al año en ayuda, estima Shannon ONeil del Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU.

Sugerir la opción "impensable" de la intervención hace que las mentes se enfoquen y dramatiza la urgencia de Venezuela. Eso puede resultar útil. Pero un último argumento en contra es que Caracas de todas formas está haciendo el trabajo destructivo por sí sola.

En tan sólo nueve meses, la producción de petróleo disminuyó en un tercio. Esto representa un colapso espectacular de la única fuente de patrocinio y generador de ingresos de exportación de. Maduro y es una medida más efectiva de lo que cualquier gobierno ajeno podría imaginar. También es un triste recordatorio de la profundidad de la ruina de Venezuela y de las décadas que tomará para rectificar el país. Semejantes metas a largo plazo ofrecen una perspectiva escalofriante. Pero se necesita sangre fría, especialmente cuando se lanza la supuesta opción de "solución rápida" de una invasión.

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