Los CEOs analizan cómo responderle a Trump

En todo el mundo hay mucha gente en estado de shock tras las medidas tomadas por Donald Trump. En su primera semana como presidente de Estados Unidos abandonó o cuestionó tratados comerciales y causó caos en las fronteras al bloquear el ingreso de inmigrantes en aras de la seguridad.


Los altos directivos de empresas norteamericanas, en particular aquellas que tanto se beneficiaron con la globalización en los mercados de productos, servicios, capital y de personal, están debatiendo cómo responder. Lo mismo ocurre con sus pares en Europa y Asia.


Muchos ejecutivos, especialmente del sector tecnológico, se llevan el mérito de cambiar el mundo cuando las cosas funcionan su manera. Ahora que se desafían valores sostenidos hace mucho tiempo _y muchos de sus negocios se ven amenazados por el nacionalismo económico de Trump_ esas compañías tiene que elegir.
Pueden tratar de evadir el enojo proteccionista tomando decisiones de producción apuntadas a apaciguar a la Casa Blanca. O defender su derecho a actuar como les parezca mejor para ellos mismos, su personal y sus clientes, y específicamente en pos de la libertad de trasladar empleados y comercializar de un país a otro. Recae sobre su respuesta parte del peso que tendrá el futuro de la globalización.


Aún antes de la llegada de Trump, la posición dominante de las multinacionales ya estaba tambaleando. El impulso de la globalización de los 90 y 2000 _que unió cadenas de abastecimiento de todo el mundo y permitió que las multinacionales ejercieran el arbitraje del costo laboral ubicando la producción en China_ ya estaba perdiendo fuerza.


Ya había señales de que las multinacionales estaban generando cierta oposición política. Se decía que la baja creación de empleo industrial en los países avanzados se debía a que las compañías trasladaban su producción al extranjero.


La agresiva planificación fiscal de las multinacionales, el traslado de su casa matriz a otro país o el armado de estructuras legales complejas para declarar ganancias en jurisdicciones con baja carga impositiva, también provocaron enojo en la gente. Y a diferencia de los movimientos antiglobalización de los 90 y 2000, el populismo anti empresas se convirtió en una fuerza poderosa en la derecha y la izquierda y ayudó a que Trump llegara a la Casa Blanca.


En los últimos días frente al veto a los inmigrantes, al menos hubo cierta respuesta crítica por parte de los altos ejecutivos, especialmente aquellos con fuerzas laborales internacionales cuyas compañías tienen mucho por perder. Los CEO de Apple, GE, Goldman Sachs, Google y Twitter dejaron en claro que no están de acuerdo con la decisión que tomó Trump.


Sin embargo, la reacción del mundo de los negocios todavía no es clara. No se trata a la ligera a un presidente con el poder de borrar millones de dólares de la capitalización bursátil de una compañía con un enojado tuit sobre sus prácticas. Cuando Trump empezó a perseguir a las compañías en forma individual por construir fábricas en el extranjero, dos blancos _Carrier y Ford_ prefirieron ceder y prometieron mantener varios cientos de puestos de trabajo en EE.UU. Otra, Toyota, valientemente eligió defender su decisión de colocar plantas en México.


Si las empresas en cambio quieren defenderse frente a Trump, enfrentarán desafíos que ganarán terreno político. La crítica abierta proveniente de los bancos de inversión y compañías tecnológicas, que tienden a emplear una cantidad relativamente menor de personal, probablemente no preocupe demasiado al presidente. Como Apple con su batalla por el pago de impuestos en EE.UU., algunas fueron criticadas por no mostrar lealtad a su país natal.


Los altos ejecutivos ahora están calculando el costo de concentrarse más en el arbitraje fiscal y la elevada retórica sobre la economía global en vez de convencer a la gente de que son valiosas para la sociedad. Lo mejor que puede pasar para EE.UU. y el mundo es que ellas se resistan a las salvajes medidas proteccionistas de Trump tanto en sus decisiones de negocios como en sus pronunciamientos en público. Se beneficiaron del libre comercio y del libre mercado: ahora deben salir en su propia defensa.

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