Las medidas tomadas a nivel local no pueden derrotar una pandemia global

El mundo se enfrenta a una emergencia y la respuesta exige colaboración. Ya sea en China, EE.UU. o Europa, los líderes políticos no pueden ignorar este simple hecho si es que quieren derrotar al coronavirus.

Una vez por generación, tal vez una vez por siglo, los líderes políticos deben deshacerse de preconceptos contemporáneos para enfrentar una emergencia común. Éste es un momento de esos. La historia, a la larga, quizás defina el Siglo XXI por la fuerte rivalidad geopolítica entre los EE.UU. y China. Pero para el futuro inmediato, los intereses nacionales de estas dos grandes potencias son uno solo. Y para las naciones europeas, también.

Washington y Beijing se dirigen en la dirección opuesta. El juego de echarse la culpa -como las expulsiones de periodistas como venganza- indica que están transitando por una ruta peligrosa que se dirige hacia la ruptura internacional. El trabajo vital de los epidemiólogos y de los responsables de la política económica será inútil si las potencias deciden pelear en vez de cooperar.

La pandemia de coronavirus comenzó en China, tiene su epicentro en Europa y se está extendiendo rápidamente en todo Estados Unidos. No se puede derrotar en una de estas regiones a menos que sea derrotada en las tres. Para contenerla es imprescindible que los centros de poder global trabajen codo a codo. Las ortodoxias económicas actuales se volvieron obsoletas por la crisis. Lo mismo ocurre con la política. Las fronteras cerradas y los paquetes de estímulo fiscal no se ajustan a la escala de la emergencia.

La amenaza global despertó el instinto humano de aislarse. Las fronteras están cerradas. China trató de ocultar el inicio del brote en Wuhan antes de decidir, tardíamente, el bloqueo de la región afectada. Trump se pasó semanas inmerso en una negación surrealista, desestimando el virus como una noticia falsa o una conspiración del partido demócrata, para luego volver bruscamente al mundo real.

Los europeos parecen haberse olvidado de lo que es ser europeo. La alemana Angela Merkel alguna vez dijo que era la guardiana de algo llamado solidaridad europea; era la política que entendía que la acción colectiva en una crisis da mejores resultados que el unilateralismo. En esta oportunidad, Alemania siguió su propio camino.

Se dejó de lado a la Comisión Europea, ya que las 27 naciones que la componen tienen 27 planes de acción. La decisión de Italia de implementar un cierre draconiano para limitar la propagación del virus fue en beneficio de todos. No logró que otros países le ofrezcan compartir los altos costos económicos.

Las noticias no son todas malas. Los bancos centrales coordinaron detenidamente los recortes de las tasas de interés y la expansión monetaria para respaldar la liquidez de los mercados financieros. Los científicos ignoran las fronteras y las ideologías en su frenética búsqueda de un tratamiento. Los ministros de economía del G7 acordaron consultarse semanalmente sobre la mejor manera de dirigir sus bazucas fiscales.

Sin embargo, el éxito de un esfuerzo sostenido contra la pandemia dependerá sobre todo de que los líderes mundiales mantengan la confianza de sus ciudadanos ya que es un componente vital de toda contramedida. Las fronteras no pueden permanecer cerradas indefinidamente. No sirve suprimir el brote en una región sólo para verlo ingresar desde otro lugar.

El marco obvio para la cooperación internacional es el G20. Pero la cooperación entre un grupo tan dispar sólo será posible si las naciones más poderosas fijan primero una base. No es demasiado tarde para crear un grupo de conducción interno compuesto por Trump, el líder chino Xi Jinping y, de Europa, digamos, por Merkel y Macron.

Washington y Beijing podrían empezar por poner fin a la guerra de palabras y dejar de lado sus actuales disputas comerciales. Para Merkel y Macron, sería una oportunidad para volver a la coherencia y la pertinencia de la UE.

Hasta las medidas más pequeñas pueden parecer imposibles con el actual retroceso del mundo hacia el nacionalismo antagonista. Pero aún hay tiempo. La lucha contra la pandemia será más difícil. El mundo se enfrenta a una emergencia y la respuesta exige colaboración. Ya sea en China, EE.UU. o Europa, los líderes políticos no pueden ignorar este simple hecho.

Traducción: Mariana Oriolo

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