Las escuelas ya enseñan cómo combatir las noticias falsas

En muchos países han surgido iniciativas para enseñar a los niños a reconocer las "fuentes fidedignas"

El hombre más viejo del mundo tiene realmente 179 años? Los alumnos de las escuelas de Molenbeek, un distrito de Bruselas, miran el informe de noticias online en la pantalla de su aula. ¿La información es verdadera o falsa? ¿Cómo pueden saberlo?

Las noticias falsas, o fake news, han llegado para quedarse. Las historias falsas suelen estar mejor armadas y son más divertidas que las noticias reales, por lo que llaman la atención y atraen a anunciantes. También siempre habrá actores políticos que se benefician de las mentiras.

Pero desde que las noticias falsas afectaron la conciencia pública en 2016, hemos aprendido algo sobre cómo combatirlas. En muchos países han surgido iniciativas para enseñar a los chicos a reconocer las "fuentes fidedignas"; Francia comenzó un programa voluntario para las escuelas. La educación sigue una década atrasada con respecto a Internet, pero se está poniendo al día. La pregunta es si funciona.

Estuve en Molenbeek con Lie Detectors, una ONG con sede en Bruselas que envía periodistas a escuelas de Europa. En esta visita, al periodista belga Valentin Dauchot lo envían a una clase de alumnos entre 10 y 11 años. La mayoría son de origen norafricano (aunque, en un toque muy belga, hay cajas de waffles en una esquina).

"En Internet", dije Dauchot, "no todo es falso, pero tampoco todo es verdad. Todo lo que lean, lo tienen que verificar".

Molenbeek, que fue hogar de varios de los yihadistas que masacraron a 130 personas en París en noviembre de 2015, tiene mala fama. Sin embargo, estos chicos son alumnos modelo. Durante 90 minutos, escuchan atentamente y gritan sus respuestas con entusiasmo, incluso mientras otra clase juega ruidosamente en el patio cubierto de nieve del otro lado de la ventana. Dauchot, que ya visitó tres escuelas en Molenbeek, notó que esos niños son tan inteligentes como los de los barrios más ricos. Los alumnos de la escuela primaria son una audiencia particularmente gratificante; las teorías conspirativas se arraigan en la adolescencia.

Les mostró tres artículos que aparecieron online: el hombre de 179 años, un cocodrilo que supuestamente se escapó de un zoológico a las alcantarillas de París y una cuenta de 54.953 euros de una cena de Trump con Macron en la Torre Eiffel. Primero los chicos adivinan si cada noticia es cierta. Sus votos están divididos. Cuando Dauchot revela que los tres artículos son falsos, hay gritos de incredulidad.

¿Cuáles fueron las pistas? En la pantalla, Dauchot magnifica la cuenta del restaurante. "¿Por qué dice 14 gorras? ¿Por qué alguien compraría gorras en un restaurante?" La historia del cocodrilo, en una inspección más cercana, apareció en un sitio web de bromas. (El anuncio publicitario que ofrece plutonio a 28 euros el kilo fue una pista obvia). Y si uno busca en Google al hombre de 179 años, inmediatamente encontrará informes que desacreditan la historia.

"¿Por qué alguien escribiría noticias falsas?" pregunta Dauchot. "Para engañar a la gente", dice una nena. "Para ganar dinero", grita un varón. Los chicos entienden esto porque la mayoría de ellos siguen a estrellas de YouTube que usan clickbait para aumentar su audiencia.

De hecho, Lie Detectors detectó que los niños suelen saber más de Internet que los maestros, y probablemente más que las personas mayores. Dos estudios recientes en las revistas Science y Science Advances concluyen que los mayores de 65 años tienen más probabilidades de difundir información falsa.

Desmentir las noticias falsas es sólo una parte de su trabajo. Juliane von Reppert-Bismarck, fundadora de Lie Detectors, dice que recuperar la confianza en los medios es igual de importante. En última instancia, la visita de Dauchot a Molenbeek es una manera de promocionar el periodismo. La mayoría de estos chicos nunca había estado con un periodista.

Muchos adultos tampoco han tenido contacto con un periodista. Desde que Internet destruyó el modelo económico de los medios, los periodistas locales en particular se volvieron escasos. Los ataques físicos a periodistas por parte de los chalecos amarillos de Francia expresan su enojo contra una profesión metropolitana, cuyos miembros en su mayoría viven detrás de pantallas, escribiendo innumerables artículos para sitios de noticias de 24 horas, demasiado ocupados para salir y conocer gente común.

La mera presencia de Dauchot demuestra a los chicos que los periodistas no tienen cuernos. También les muestra cómo funciona el periodismo. "Un periodista normalmente tiene que cumplir las reglas", explicó. Cuando Dauchot escribe un artículo, sus colegas lo revisan en busca de errores. Cuando hace una acusación, le da al acusado el derecho de respuesta. Eso no sucede en la mayor parte de Internet, donde cualquier persona puede decir cualquier cosa.

El periodismo siempre será inexacto y muchas veces estará equivocado. Después de todo, sigue el mundo en tiempo real y, a menudo, los periodistas escriben sobre personas que esconden cosas. Si son francos sobre sus errores, la confianza de los lectores no se derrumbará cuando encuentren un error, y no asumirán automáticamente que ha habido manipulación.

"Están muy conectados", les dijo Dauchot a los niños al final. "Saben más que yo a su edad, cuando no había teléfonos inteligentes. Viven sus vidas online, solos. Entonces, ¿quiénes son las únicas personas que realmente pueden pensar y decidir lo que están viendo?"

"¡Nosotros!" respondieron a coro. Ahora les toca a los maestros continuar la lección.

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